Confrontaciones estériles, al amparo exclusivo de intereses electorales cuyo objetivo es el 2009, pero que siguen postergando la solución de nuestros problemas. El 25 de mayo, en el marco de un gobierno nacional que reivindica una soberanía nacional que niega en la práctica, es un buen momento para ratificar que los ideales de aquella Revolución solo serán factibles y se objetivarán en el desarrollo de la Argentina, si recuperamos el control sobre la explotación de nuestros recursos naturales y si tenemos la decisión política de transformar la renta petrolera, minera y agropecuaria en la palanca para un nuevo proceso de industrialización conducido por el Estado Argentino.
El 25 de mayo de 2008 ratifica y obliga una vez más a promover la conformación de una nueva experiencia política de signo popular que esté a la altura de las circunstancias que demandan los dramas de nuestro pueblo, la riqueza formidable de nuestra patria y la maravillosa oportunidad que abre la coyuntura política de América Latina.