Por Jaime Gabriel Farji. Economista – Ex Síndico General Adjunto de la SIGEN.
No es un espectáculo feliz ver como el ministro Boudou, totalmente seguro de sí mismo, con una soberbia aún mayor que la exhibida cuando vapuleó a Gerardo Morales en el Senado, volvió a relajar a otro parlamentario opositor, esta vez a Claudio Lozano, a propósito del asesor que ingresaba en una oficina cerrada del Ministerio de Economía, en un horario en el que no había nadie allí, sin autorización y sin que se haya podido explicar, hasta ahora, algún motivo válido.
Pero si Boudou pudo hacerlo, es porque se la dejaron servida en bandeja.
Si el video que pasó Boudou en su conferencia de prensa no es falso, y no se puede suponer eso sin demostrarlo, la historia del acoso policial que derivó en la búsqueda de refugio en una oficina, quedaría refutada por las imágenes.
En sus “quince minutos de fama”, aparte de agraviar, cosa que el ministro Boudou sabe hacer muy bien, deslizó que Claudio Lozano y otros diputados habían impulsado, en agosto de 2009, un proyecto de ley en el que se propiciaba el uso de reservas para el pago de la deuda pública, que es lo mismo que pretende hacer ahora el gobierno, con el rechazo de esos mismos diputados.
¿Tiene razón el ministro?
El proyecto de marras puede encontrarse en la página web de la Cámara de Diputados, y su lectura completa es realmente interesante. Se adjunta el link.
http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=3644-D-2009
No se trata de un proyecto de Ley para usar reservas para el pago de la deuda, sino de uno para crear una asignación universal por hijo, que no estaba creada.
No hay, en el articulado, ninguna disposición, ni mención al pago de deuda con reservas.
Pero sí se propone, en los fundamentos, el uso de reservas para el pago de los vencimientos de deuda del ejercicio 2009, como una de las alternativas posibles para liberar recursos presupuestarios y aplicarlos a financiar la asignación que se propiciaba.
O sea que el ministro sacó la cuestión de contexto, confundió deliberadamente a la opinión pública afirmando que un elemento mencionado en la fundamentación estaba en la parte dispositiva, y ocultó lo principal: que el objetivo del gobierno con el fondo del desendeudamiento y el objetivo de los diputados que presentaron este proyecto son absolutamente diferentes.
El gobierno quiere asegurarles a los acreedores que van a cobrar, más allá de cualquier dificultad presupuestaria que se presente en 2010. Lo hace para configurar un escenario que les resulte atractivo, ante la reapertura del canje de la deuda en défault, que el gobierno necesita para volver a los mercados de crédito. Además, sostiene que eso va a moderar las tasas de interés del nuevo endeudamiento a futuro. Esos son los ejes de su discurso. No propone aumentar el gasto social por el monto de las reservas que van a ser utilizadas para el pago de la deuda, ni financiar con ese monto nuevas asignaciones sociales. Dice que es preferible pagar de ese modo que hacer un ajuste, confirmando que su objetivo es obtener financiamiento para pagar la deuda.
En cambio, el objetivo del proyecto de Ley presentado en agosto de 2009 por Lozano y otros diputados era crear una asignación universal por hijo, que no estaba creada. Para financiarla se pensó, entre otras posibilidades, en liberar los recursos que el presupuesto tenía previstos para el pago de la deuda del año 2009, reemplazándolos por el uso de reservas.
A diferencia de lo que quiere hacer Boudou, los diputados que impulsaron el proyecto querían asegurar el financiamiento de la asignación, y no el pago de la deuda. Ello no implica renunciar a investigar su legitimidad ni se contradice con ninguno de sus argumentos actuales. Sencillamente, el proyecto era para otra cosa.
Pequeña diferencia, ¿no le parece, señor ministro?