Por Alcira Argumedo.
Para interpretar la gravedad del conflicto entre Colombia y Venezuela por la eventual presencia de guerrilleros de las FARC en territorio venezolano, es preciso ampliar el enfoque hacia el espacio regional y hacia las tensiones en Medio Oriente, contemplando la alianza entre Estados Unidos –una potencia en acelerada declinación– con el gobierno de derecha israelí, tras el objetivo de recomponer su predominio en ambas zonas. En América latina, la militarización del continente, con la presencia de bases y tropas mercenarias apoyadas por la CIA y el Mossad de Israel, se ha venido implantando desde hace ya tiempo. El Plan Puebla-Panamá está destinado al control militar de América Central; a su vez, en América del Sur, el Plan Colombia, con las nuevas bases militares, constituye un decisivo centro de irradiación y control del norte de la selva amazónica y de malos vecinos, como la Venezuela de Chávez.
Bajando por el territorio, el traslado de la Base de Manta desde Ecuador a Perú en los últimos años cubre el flanco occidental; mientras la Base Mariscal Estigarribia se ocupa de la zona de la Triple Frontera: si la pista de aterrizaje de Ezeiza tiene dos metros de cimientos, la de esta base tiene siete metros, lo cual permite el aterrizaje de aviones con material pesado como tanques, cañones y similares. La IV Flota de Estados Unidos que patrulla el Atlántico habilita el desembarco en pocas horas de miles de tropas en un área cercana a la frontera con la Bolivia de Evo Morales. De este modo, las fuerzas militares y mercenarias junto a los servicios de Inteligencia de Estados Unidos e Israel han diseñado un esquema de cerco militarizado que rodea a Brasil y al Amazonas, incluyendo el Acuífero Guaraní y las ricas reservas de la selva. Esto permite un rápido despliegue de fuerzas de intervención ante eventualidades, cuya oportunidad y razones están en manos de quienes comandan la alianza estratégica: grupos subversivos o de narcotraficantes siempre aparecen en el momento justo.
En América Central, ha sido evidente la participación de mercenarios y agentes del Mossad con acuerdo de Estados Unidos en el golpe de Honduras en junio del 2008, incluyendo la provisión de armamento a los golpistas. Desde su triunfo en las elecciones de noviembre del 2009, el presidente electo hondureño Porfirio Lobo ha designado como jefe de seguridad y de su escolta a José Félix Ramajo. Este español residente en Israel es uno de los instructores de la International Security Academy (ISA) –fundada hace quince años por ex militares y oficiales del Mossad y el ejército israelí– y depende de Zafrir Pazir, coronel de extendida experiencia en acciones contrainsurgentes y de Inteligencia, en tanto ISA ha instruido agentes para los conflictos del país vasco, Irak, Afganistán, Argelia, Nigeria, Angola, Colombia y Guatemala. A su vez, estos sectores están vinculados con empresas israelíes que, por una parte, proveen instrumentos sofisticados de intercepción y escuchas telefónicas así como de vigilancia satelital y, por otra, suministran armamentos a grupos militares y paramilitares. Se calcula que en la actualidad el Mossad tiene cerca de mil oficiales operando en América latina, como apoyo a las estrategias de Estados Unidos para la región.
En abril de este año, el presidente Fernando Lugo, de Paraguay, fue obligado a decretar el Estado de Excepción en los departamentos de San Pedro, Concepción, Arambay, Presidente Hayes y Alto Paraguay. En los dos primeros existe un número importante de organizaciones campesinas y como se supone que allí tiene su base un grupo subversivo llamado Ejército del Pueblo Paraguayo, se realizaron operativos militares y policiales que han llevado a numerosos desalojos de tierras, con la muerte de siete campesinos y más de quinientos procesados, por sospechosos vínculos con el EPP. Fuerzas especiales paraguayas han sido entrenadas en Colombia y Estados Unidos y utilizan armamentos de procedencia israelí, como parte del compromiso del Comando de Operaciones Especiales del Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la subversión: el principal asesor colombiano y egresado de la Escuela de las Américas, Coronel Jorge Humberto Jerez Cuéllar, advirtió sobre el ingreso de las FARC en Paraguay y participa del Programa de Asistencia Antiterrorista, también promovido por Estados Unidos desde abril. La inclusión del departamento de Alto Paraná permite extender la zona de conflicto hasta la frontera con Bolivia –donde se encuentran los recursos petroleros nacionalizados– además de monitorear y cercar a Brasil: el fundamento es que en territorio boliviano se encontrarían bases de apoyo de las FARC y el EPP, con el conocimiento de Evo Morales: el mismo fundamento utilizado contra Venezuela tres meses más tarde.
La militarización de América latina no está desvinculada de la situación en Medio Oriente. Derrotado en las guerras de Irak y Afganistán –el único «éxito» ha sido la devastación de ambas naciones y la muerte de millones de sus habitantes– después de casi diez años, Estados Unidos se encuentra en un pantano del cual es difícil salir y en su frente interno se cuestiona la incorporación de nuevas tropas. A ello se suma la definición de un nuevo Eje del Mal conformado por Irán y Siria junto a Corea del Norte. La posibilidad de un ataque a Irán parece cada vez más cierta: ataque con bombardeos, ya que no intentaría una ocupación territorial más problemática aún que las de Irak y Afganistán. Los acuerdos logrados por los presidentes de Brasil y Turquía para el traslado a este último país del uranio enriquecido iraní fueron desechados por Estados Unidos a pesar de cumplir con todos los requisitos planteados, en tanto el Director de la CIA, León Panetta, afirma que de todos modos Irán puede fabricar dos bombas nucleares en menos de 24 meses.
Mientras tanto, naves de guerra norteamericanas e israelíes surcan las aguas internacionales cercanas a Irán y Fidel Castro advierte sobre las amenazas de una guerra que necesariamente habrá de ser nuclear. Venezuela y Brasil mantienen estrechas relaciones con Siria e Irán y justamente a las FARC se les ocurre implantar bases de apoyo en zonas fronterizas de esos dos países latinoamericanos en abril y en julio de este año. A su vez, en el mediano plazo, también la militarización del continente latinoamericano se incluye en una hipótesis de derrota de Estados Unidos en Medio Oriente: si debe retirarse de la región como sucediera en Vietnam, ¿hacia dónde se repliega? Baste recorrer el planisferio: hacia China o India no, hacia Rusia no, hacia el resto del mundo árabe no, hacia Europa no; quedan Africa y América latina. En este escenario internacional, el problema de Colombia y Venezuela no se restringe solamente a esas dos naciones hermanas.