Por Felix Herrero.
La era del petróleo termina, lo que obliga a descartar viejos axiomas y reformular estrategias en un mundo en el que entre el 83 y el 92% de la propiedad del subsuelo pertenece a los estados nacionales o a sus empresas, que ganan posiciones en el ranking internacional.
«Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada…» Charles Dickens, Historia en dos ciudades.
Esta frase es válida para los países que tenían la propiedad desnuda del subsuelo, pero no su renta. Hoy se debe analizar el fenómeno petrolero teniendo en cuenta los cambios ocurridos.
Muchas son las razones que exigen un análisis crítico de nuestro pasado reciente, para abrir nuevos caminos a las políticas hidrocarburíferas futuras.
Sólo mencionaremos algunos hechos que permiten desplegar alternativas diversas, porque algunas dificultades y asechanzas no podemos enfrentarlas sin estudiar lo qué pasa en el mundo.
En este nuevo mundo del petróleo, casi nada tiene que ver con los pasados años cincuenta; desde la era de las siete hermanas hubo modificaciones sustanciales que no siempre se tienen en cuenta.
1. La era del petróleo termina. Luego de haber reemplazado a la del carbón, se inicia un nuevo período de energías diversas que se expandirá a partir de un hecho seguro: el encarecimiento del petróleo. Recordemos que el 3 de julio de 2008 superó los 150 dólares el barril. Si esto se repitiera, según afirma ahora Jeremy Rifkin, se produciría un caos en la economía mundial.
2. «El petróleo bajo el suelo no sirve». Este eslogan de los años noventa quedó olvidado: hoy la disputa no es por los mercados de combustibles y lubricantes, sino por el control de las reservas de crudo. Quien no tiene reservas pierde el futuro.
3. Los países con petróleo tienen dos estrategias. Noruega intenta extraer lo máximo para convertirlo en valor monetario presente y constituyó un fondo estratégico de inversión (FEI), y algunos de los países árabes (la OPEP extrae el 34% y tiene el 70% de las reservas mundiales) apuestan al valor futuro del petróleo a la par de esa tendencia de los precios.
4. Cambio del dominio del petróleo. Ya no hay siete hermanas que tienen el dominio de las concesiones antiguas y la obtención monopólica de la renta. Hoy, entre el 83% y el 92% de la propiedad del subsuelo pertenece a los Estados nacionales o a sus empresas (Financial Times, Journal of Gas & Oil). La Exxon Movil viene a Neuquén pero no creamos por eso que mantiene el poder pretérito y la capacidad de invertir.
5. Es fundamental el cambio en de la importancia de los países según el PIB: en 2010 de las 7 primeras economías, China (2º), India (4º) y Rusia (7º) eran del BRIC. Para la proyección de 2016 China pasa al primer lugar, India al tercero, Rusia al sexto y Brasil al séptimo (Forbes y FMI). La nueva escala de los países lleva a una novedosa variación del tamaño de las empresas, incluidas las petroleras de los países emergentes que no dejan de agrandarse.
6. La crisis petrolera mundial y nacional caractreriza un período de altas utilidades, alta distribución de las mismas y bajas inversiones. Por eso hay que seguir el dato de la capitalización empresaria en el sector petrolero. En 2009 y 2010 las únicas cuatro empresas que se capitalizaron son la estatal Petrobrás (64 mil millones de dólares) a la que le siguen: Lloyd (UK), Ag Bank (China) y HSBC (UK), que en total sumaron menos que Petrobrás.
7. Cambio de la importancia de las empresas. Hoy no son las empresas multinacionales angloamericanas las más grandes petroleras del mundo. De las 27 más grandes petroleras 18 son estatales (Petroleum Intelligence Weekly, 2010) según el informe de las 50 primeras firmas petroleras; ahora está ausente, no como antes, YPF SA.
8. Mientras estemos en el período del agotamiento o fin del petróleo barato, las reservas concentradas y la adicción al crudo por parte de los dos primeros países demandantes (EUA 25% y China 13%), crecerán las tendencias a conflictos bélicos, internacionales o internos.
Para Argentina, luego del largo ensayo neoliberal, surgieron nuevos problemas. Las caídas de la inversión, de la extracción, de las reservas y del autoabastecimiento negaron el éxito prometido. Este modelo se realizó a través de la desregulación del sector, de la desnacionalización del dominio (vía provincialización y otorgamiento de concesiones a las multinacionales, habiendo resignado el Estado la decisión de invertir, incluso de las privadas) y de la desinformación de reservas.
1. Desde 1994, o desde la «ley corta», el dominio provincial no aseguró que la renta, la inversión, y la gestión quedaran en el país. De allí, que el bloque de Proyecto Sur presentara tres proyectos de ley destinados a crear una empresa pública, PetroArg, producir la retrocesión de concesiones y permisos en el Mar Argentino, derogar los tres proyectos desreguladores de fines de 1989 y, por último, realizar un auditoría integral de todo el proceso petrolero desde ese año.
2. En la línea de la nacionalización, Argentina debe actualizarse. Bolivia y Rusia tuvieron procesos intensos de privatización, como el argentino, pero revisaron sus políticas, y hoy Rusia desde la nacionalización da pasos favorables a la participación minoritaria del capital privado.
3. Por último, en nuestro país se debe hacer una auditoría petrolera y jurídica de estas privatizaciones, ya que en el juego de las urgencias y los intereses, hubo descuidos normativos que provocaron inseguridad jurídica a muchos de los procesos desreguladores y desnacionalizadores.