Estoy convencido que en nuestro país existe una izquierda social mucho más resistente, profunda y potente que la izquierda electoral que lo representó en distintos momentos desde el regreso del proceso democrático en 1983, y que es imprescindible expresar en toda su dimensión para construir una política integral de transformación hacia el gobierno de nuestro Patria.
Por eso ayer desbordaba de alegría por el comienzo de una nueva experiencia política electoral que se manifestaba en el lanzamiento de la candidatura de Hermes Binner a la Presidencia de la Nación, tantas veces desalentada y escamoteada por todos los analistas del poder.
Venimos intentando y trabajando desde hace tiempo la construcción de este frente electoral subestimado por muchos cuando no decretado imposible de concretar. No sólo es bueno, sino fundamental, reconocer que nadie nos lo regaló sino que ha sido la consecuencia y el triunfo de una línea política de unidad popular imprescindible para resolver los problemas de nuestro pueblo.
Todos venimos de historias y culturas diferentes dentro del campo popular. Algunos, como el propio Hermes, de la cultura de la izquierda, de la cultura radical como Margarita, yo mismo de la cultura peronista. Ojalá seamos capaces de portar lo mejor de esas historias y culturas desde donde se edificará la identidad popular progresista, democrática y transformadora en esta etapa.
Depende de nosotros -de cómo superemos nuestras limitaciones e incapacidades mientras crecemos en experiencia y en fortaleza- poder encontrar el camino adecuado para organizar esa esperanza y transformarla en poder.
Cómo no gozar si este espacio nace, además, sin los cepos de los aparatos autoritarios que hicieron naufragar todos los intentos de construir unidad popular, tratando de subordinar tras una hegemonía única la fuerza de lo diferente.
Era imprescindible que en este hecho fundante no haya ninguna presencia de aquellas historia autoritarias: ni la del PJ, ni la de UCR, que han devenido en maquinas electorales vaciadas de contenido, ni el autoritarismo stalinista de la izquierda partidaria.
Deberemos apostar a que se agrande aún más en esta emergencia de los tiempos electorales la participación democrática de nuestro pueblo, única garantía de alcanzar poder para cambiar esta cruel realidad a la que nos someten.
Alegrémonos que dependa de nosotros, sin delegar ni esperar el permiso para avanzar hacia nuestros sueños.
Ayer sentía que así como habíamos defendido la autonomía de la CTA el año pasado, o hace tres años atrás poníamos en marcha el camino hacia una Constituyente Social en la Argentina recuperando nuestros valores y la fe en el colectivo, ahora también aportábamos consciente y protagónicamente a esta experiencia colectiva electoral.
Por eso no estaba en los cálculos de nadie. Las elecciones de octubre ya estaban definidas. Nos tenían reservado elegir entre los gerentes de turno que compiten a ver quien es mejor para convencernos que no se puede hacer otra cosa que esto.
Pateamos el tablero, y esta experiencia marcará la construcción electoral de los próximos cinco años.
¿Seremos capaces de enfrentar al enemigo que tenemos en cada uno de nosotros?
Ese que en nuestra cabeza trata de encontrar excusas para resignarse y no soñar.
Ese que en nuestro corazón siembra mezquindad para no confiar en los otros compañeros.
O ese que en nuestras tripas instala el miedo, en lugar de dejar salir el coraje de ser mayoría y gobernarnos a nosotros mismos.
Al fin es nuestra decisión. Que las dificultades del camino no nos impidan gozar la alegría de la esperanza que nuestro pueblo hará amanecer con su voto el 23 de octubre.
Por Víctor De Gennaro, Presidente del Instrumento Electoral por la Unidad Popular (UP)