Se adjunta el informe elaborado por Claudio Lozano, junto a Tomás Raffo, Ana Rameri y los integrantes del equipo de trabajo del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas sobre el real impacto del aumento recientemente anunciado por la Presidenta. Estos resultados surgen del mapa de situación del sector, que contiene el material adjunto. (Ver informe)
SINTESIS Y CONCLUSIONES
En el presente material se demuestra que:
Ø El aumento del 16,82% que se dará en septiembre y que sumado al aumento de marzo del 17,33% arroja un incremento anual del 37,06% es en realidad un aumento real de apenas el 9,3%.
Ø Para finales del 2011 el aumento se reduce a solo el 3,21% real.
Ø Para el momento previo al próximo aumento, marzo 2012, el aumento se transformó en una reducción de 0,61%.
Ø Para el 72,5% de los jubilados, que están cobrando la mínima, el aumento es de solo $6,88 por día. Es decir apenas poco más que medio kilo de pan.
Ø Para el haber medio, el aumento es de $8,90 por día, que permite comprar ¾ kg de pan adicionales por día.
Ø Con el aumento, el haber mínimo no alcanza a cubrir la mitad de la canasta que necesita un jubilado.
Ø El haber medio solo cubre el 62% del valor de dicha canasta
Ø Luego del aumento, al ANSES le queda sobrando un total de $22.297 millones de superávit, que permitiría otorgar un aumento adicional del 17,37% a todas las prestaciones duplicando el aumento otorgado.
Ø Comparado con el 2001 se observa una caída del haber medio del 2,5% en términos reales, mientras que el haber mínimo creció un 79,6% y la cobertura un 63,1%. Es decir, el ajuste en el haber medio financió el aumento del haber mínimo y la ampliación de la cobertura.
Ø El porcentaje de jubilados que cobran la mínima pasó de 16,1% en el 2001 al 72,5% en el 2010.
Ø El aumento de la proporción de jubilados que cobran la mínima y el bajo valor de la misma configuran un sistema previsional para pobres que desalienta el aporte.
Ø El 49% de la PEA no aporta al sistema previsional.
Ø El bajo nivel salarial del conjunto de la economía ($2.300) define el bajo nivel de las prestaciones previsionales.
Ø Por ende, sin un cambio productivo, que otorgue mayor importancia a la demanda asalariada y popular, no se podrán construir las condiciones de un régimen previsional de dignidad.