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Por Werner Pertot
Hermes Binner relanzó su campaña presidencial. Lo hizo con un encuentro nacional del Frente Amplio Progresista (FAP) en un salón coqueto de Palermo, en el que debatieron unos 400 militantes y buscaron disipar, de paso, la idea de que el espacio no continuará después de las elecciones. Ese fue el vaticinio que buscó instalar esta semana el radical Ricardo Alfonsín y que mereció un combo de respuestas por parte de Binner. Por supuesto, sin nombrarlo. «La novedad es el FAP. Lo otro es el pasado. Atrás encontramos el Pacto de Olivos, la Alianza, la Banelco», recordó el gobernador de Santa Fe.
Binner empezó su día con una reunión sobre salud, luego hizo una recorrida por la avenida Santa Fe con los candidatos porteños y finalmente se acercó al segundo piso del Palais Rouge, donde el encuentro nacional comenzó con una charla del filósofo Tomás Abraham. Después, los dirigentes del FAP se dividieron en unas 40 mesas (cada una con su número impreso sobre la estrellita roja) y debatieron sobre la estrategia electoral. Estaban divididas por distritos, mezclados los militantes del GEN, Buenos Aires para Todos, Libres del Sur, Instrumento Electoral para la Unidad Popular y el socialismo. Los referentes y candidatos del espacio se repartieron entre las distintas mesas, Binner incluido. En un clima distendido, hubo mucha discusión entre mates, medialunas y cafés. «En un rato empezamos el bingo», bromeaba el legislador Fabio Basteiro.
«Esto es la expresión de una nueva forma de gestión, como ocurrió en Rosario», decía una militante morocha, sentada al lado de Eduardo Macaluse, que tomaba nota de lo que se hablaba en su mesa. «Tenemos que terminar con la discrecionalidad en el manejo de los fondos públicos», remarcaba otra, de ojos azules, en la ronda en que se sentó Antonio Bonfatti, gobernador electo de Santa Fe. «Cuando te agarran con un faso o fumando, se sabe que muchas veces está arreglado con la policía para detenerte y armarte una causa», argumentaba un joven de pelo rapado, barbita y remera roja mientras Margarita Stolbizer lo escuchaba y le hacía preguntas. «La idea es que vamos por el gobierno. No vamos por menos. Si no somos una fuerza nacional, no podemos gobernar», advertía un hombre canoso en la mesa de Claudio Lozano.
«En cinco minutos tienen que entregar la hojita con el primer tema. Van a estar pasando las chicas para retirarlas», decía, como en un examen, una de las organizadoras por el micrófono. El socialista Roy Cortina repasaba las conclusiones de su grupo, mientras le hacían tachar y reescribir. «Yo no le diría jamás a un periodista: ‘Ya estamos en el ballottage’, pero todos los esfuerzos de campaña tienen que estar puestos en mostrar que somos una alternativa presidencial», les decía Cortina, mientras su vocero le hacía gestos para que viera que detrás suyo estaba Página/12.
Cuando terminó el debate, vino el cierre de Binner al que lo precedió un video sobre sí mismo: «Es médico y sabe que no hay mejor remedio que la solidaridad», afirmaba. El escenario replicaba al del Luna Park: dos banderas argentinas cruzando la pared de cielo raso a piso, dos pantallas gigantes con el rostro de Binner y la leyenda «Un presidente de todos los argentinos». Con el «todos» remarcado. De buzo gris y pantalón de vestir, Binner entró entre aplausos. «No vinimos a degustar un café ni a tener un diálogo estéril. No hay ninguna organización política que esté reunida un sábado para pensar la Argentina que queremos. Los otros están tironeándose, que me dijo, que no me dijo, a ver qué tajada saco. Nos diferenciamos de los partidos que tienen la competencia del cargo y del ver qué me toca a mí», les marcó la cancha al resto de los opositores.
Para Proyecto Sur pareció haber una mención: «Queremos cambiar la cultura política marcada por el divisionismo y por armar algo seguro para un grupo pequeño que piensa igual», dijo Binner. Lo observaban Víctor De Gennaro, Miguel Lifschitz, Mónica Fein y Victoria Donda.
Una parte de su discurso estuvo destinada a responderle a Alfonsín, quien había dicho que el Gobierno prefería al FAP como adversario porque se iba a desintegrar después de las elecciones. «El 24 de octubre nos seguiremos reuniendo. El FAP está liberado de viejas ataduras. No podemos lograr en quince días una historia en común, pero tenemos un destino común: la unidad de los argentinos», sostuvo Binner, quien anunció que el 22 de septiembre van a presentar su programa. «El programa es lo que nos une. El FAP es una cadena y tenemos que fortalecer los eslabones, porque si no la cadena se corta por el eslabón más fino», les advirtió.
Binner los arengó para la segunda etapa de la campaña, hasta el 23 de octubre. «A seguir juntando votos, a crecer, a hablar con los jóvenes, a contarles dónde está la esperanza, qué es lo nuevo. Esto se logra caminando la calle, tocando timbres. No alcanza con un lindo eslogan y una linda música», indicó el gobernador socialista, quien también afirmó que «hay que anotar a fiscales para defender los votos del FAP y que la gente lleve su voto en el bolsillo». No hubo denuncias de fraude.
Para el Gobierno, Binner también tuvo algún que otro párrafo: «Queremos cambiar el modelo K, donde valga la gente y no la pobreza para entregar una dádiva. Si algo demuestra la ideología es si usted se vale de la pobreza para llegar a un lugar o si llega a un lugar para derrotar la pobreza», lanzó. «No se puede comprar a la juventud con un sueldo», sostuvo Binner, entre aplausos. El encuentro cerró con el jingle de campaña: «Es tiempo de pasar al frente», coreaban sus músicos.