El dilema de un organismo público multifuncional quehace de todo… un poco
Se adjunta informe “Anses en disputa. El dilema de un organismo público multifuncional que hace de todo… un poco”, elaborado por Claudio Lozano y equipo en el contexto del anuncio que hiciera el Gobierno nacional acerca del incremento de los haberes jubilatorios en un 17,62%.
En el presente informe, elaborado junto a Tomás Raffo, Ana Rameri, Agustina Haimovich y Mora Straschnoy, Lozano analiza la fórmula de movilidad y da cuenta que la recomposición del haber con respecto a la canasta desde que opera la fórmula de movilidad ha mejorado a razón de 1,1 puntos porcentuales por año. De mantenerse dicho ritmo en el tiempo un jubilado “tipo” que actualmente gana el haber mínimo, necesitará esperar 50 años para cubrir la totalidad de la canasta, momento en el cual tendría 121 años de edad. Con lo cual, dichos incrementos apenas logran compensar los efectos de la inflación sin proponer ningún tipo de recomposición de los haberes jubilatorios. En otras palabras, el contexto deteriorado de haberes genera que el 17,62% que se aplicará desde marzo a los haberes vigentes significa para la mayoría de los jubilados y pensionados de la argentina sólo $8,40 más por día.
Además el informe (Ver Adjunto) contiene como ejes centrales, los límites a la fórmula de movilidad, la postergación general de los haberes jubilatorios y la controversia de un ANSES excedentario en un contexto socio-laboral y previsional deprimido. Según el informe, para el ANSES se suceden los resultados financieros positivos, se estiman para 2012 alrededor de $14.832,6 millones es decir que la fórmula de movilidad, lejos de generar el reparto genera excedentes que en lugar de atribuirlos al fin previsional los vuelca a otros fines como el pago deuda pública, infraestructura y el sostenimiento de negocios del sector privado.
Leer informe «Anses en disputa»
Elementos extraídos del Informe Adjunto:
La fórmula de movilidad volvió a arrojar un nuevo incremento para la actualización de
los haberes jubilatorios que regirá a partir de marzo del presente año. Las jubilaciones
y pensiones crecerán en un 17, 62% y de esta manera la jubilación mínima pasará a ser
de $1.687 y el haber medio estará en torno a los $2.100. Sin embargo, hay cuestiones
que precisan ser destacadas para lograr una lectura acertada respecto de la fórmula y su
contexto:
1) El nivel actual de haberes jubilatorios está muy por debajo de sustituir el poder
de compra del salario por lo que no basta sólo con sostenerlo sino que es preciso
recomponerlo. Si bien el último porcentaje de incremento de los haberes superó
los aumentos previos, termina por diluirse ante una realidad que combina una
estructura de haberes pobres y un persistente contexto inflacionario.
A Marzo del presente año con una canasta estimada para la Tercera Edad en
torno a los $3.255,7, el haber mínimo cubrirá apenas la mitad de la canasta
(exactamente 51,8%) y el haber medio representará sólo el 67% de ese valor.
La recomposición del haber con respecto a la canasta desde que opera la fórmula
de movilidad ha mejorado a razón de 1,1 puntos porcentuales por año. De
mantenerse dicho ritmo en el tiempo un jubilado “tipo” que actualmente gana el
haber mínimo, necesitará esperar 50 años para cubrir la totalidad de la canasta,
momento en el cual tendría 121 años de edad.
Mientras en el 2001 el 16,1% de los jubilados cobraban el haber mínimo, en el
2012 el 74,8% de los jubilados están en esta situación. Es decir, la mayor parte
de los jubilados y pensionados percibe la mitad de los ingresos necesarios para
satisfacer sus necesidades.
El contexto deteriorado de haberes genera que el 17,62% que se aplicará
desde marzo a los haberes vigentes significa para la mayoría de los jubilados y
pensionados de la argentina sólo $8,40 más por día.
El aumento nominal del 17,62% implica un aumento real de apenas el 8,4%
al considerar la evolución de precios del período. Asimismo si se compara en
términos reales el aumento entre septiembre 2011 y agosto 2012, el mismo habrá
prácticamente desaparecido al pasar a ser de apenas el 0,4%.
En concreto, se puede concluir que los incrementos otorgados por la fórmula de
movilidad apenas logran compensar los efectos de la inflación sin proponer ningún tipo
de recomposición de los haberes jubilatorios
2) A pesar de que la fórmula de movilidad venga arrojando incrementos para
las jubilaciones similares o superiores a los salarios, la misma no garantiza la
continuidad de este comportamiento ya que su diseño tiene como fin último
garantizar excedente luego de pagada la movilidad. La forma de realizar este
excedente es mediante la elección del menor resultado que arroje dos fórmulas
posibles de ser pagadas que, según el contexto, fija un techo por encima o por
debajo a la evolución de los haberes jubilatorios con respecto a los salarios. En
términos concretos, si los recursos que recauda el sistema de seguridad social
por beneficio crecen por debajo de la evolución salarial entonces el aumento de
haberes jubilatorios será inferior que el verificado para los salarios. Escenario
éste que resulta más acorde con el contexto actual siendo que la perspectiva de
recaudación récord no es eterna y la informalidad laboral pone límites presentes y
futuros en cuanto al financiamiento del sistema y sugiere la necesidad de futuras
moratorias para ampliar la cobertura a adultos mayores que, en esquema previsional
vigente, no tienen posibilidad de acceso. Lo que aquí en apariencia se presenta
como un principio de sustentabilidad del sistema, por supeditar los resultados
de la movilidad a los recursos, puede ser también leído como un mecanismo que
permite reproducir en el nivel de los haberes la necesidad de generar excedente en
la ANSES con el fin de sortear la actual crisis fiscal del Estado Nacional.
La fórmula de movilidad no está sólo en función de las remuneraciones sino que
incorpora a la recaudación como elemento central: en la medida en que la tasa de
crecimiento de los recursos medios totales (en función de la cantidad de recursos
por jubilación puesta al pago) del régimen previsional supere a la resultante de
los salarios (aunque también combinada con los recursos tributarios medios),
continuará la movilidad acorde a los ingresos de los trabajadores; de otro modo,
no lo hará y quedará supeditada a las limitaciones fiscales.
El diseño de la fórmula no sólo toma en cuenta los recursos sino también la
evolución de la cantidad de jubilaciones y pensiones puestas al pago generando
caídas abruptas en los resultados de la fórmula si se realizan medidas inclusivas
al sistema previsional.
Para la ANSES se suceden los resultados financieros positivos: para el año 2011
se verificó un superávit por $22.699 millones y para el año 2012, previendo un
nuevo aumento de la movilidad en septiembre y un aumento en las asignaciones
familiares estimamos un superávit de nada menos que $14.832,6 millones.
Es decir que la fórmula de movilidad lejos de generar el reparto genera
excedentes que en lugar de atribuirlos al fin previsional los vuelca a otros
fines como el pago deuda pública, infraestructura pública y el sostenimiento de
negocios del sector privado –ej. Automotrices entre otros-.
Sin embargo, la presencia de tales excedentes fiscales convive con restricciones
económicas que limitan la capacidad de recaudación del sistema público de
reparto:
1) El sostenimiento de la reducción de las contribuciones patronales realizado
en los ´90: Esta medida generaría recursos anuales de no menos de $60 mil
millones, prácticamente cuatro veces más que el superávit fiscal.
2) El persistente y elevado nivel de informalidad laboral: La tasa de informalidad
laboral promedio para el período iniciado en el 2003 hasta el año 2010 fue de
nada menos que del 41,2% y al 2011 continúa en un nivel alto, en torno al 34%.
A través de esta restricción no sólo se puede aprehender los límites fiscales del
sistema previsional vigente sino que también se lee claramente el problema
futuro del sistema previsional argentino. En nuestro país hay nada menos que
8,6 millones de argentinos que no podrán jubilarse en el marco de la ley vigente.
3) El bajo nivel del salario de la economía: El esquema productivo actual en el
marco de relaciones sociales vigente sostiene un sistema económico de baja
productividad que se expresa directamente en una media salarial deprimida que
reproduce sus efectos, no sólo en la vida activa sino también, en la vida pasiva
de la población.
Sin embargo, la agenda oficial pareciera postergar la necesidad de efectuar un
replanteo integral y sortea el impacto del deterioro laboral sobre el régimen de
previsional a través de:
La búsqueda de financiamiento a partir de los recursos tributarios: actualmente
superan en más del 40% el total de los recursos recaudados por ANSES.
Sin embargo, al contrastar la necesidad de financiamiento producto de las
nuevas prestaciones o finalidades que asumió ANSES en los últimos años
($107 mil millones) con el volumen de ingresos tributarios ($98.270 millones)
se verifica que le restaría $8.699 millones para cubrir los gastos por las
nuevas prestaciones y destinos que tiene actualmente ANSES verificándose
entonces que la asistencia termina siendo desde ANSES a la caja del Tesoro
Nacional y no al revés, como suele decirse. Por lo tanto, la asistencia real
del tesoro a las jubilaciones es menor que la comúnmente se expresa ya que
sostiene un organismo que ha diversificado ampliamente sus objetivos y
que como consecuencia precisa incluso de más recursos para evitar que tal
multifuncionalidad no derive en postergar uno de los principales fines, la
atención a la población adulta mayor.
Mediante la aplicación de una fórmula de movilidad que sostiene una estructura
de haberes deprimida al tiempo que garantiza excedente para financiar la
política económica del gobierno nacional:
– Postergando la recomposición de los haberes jubilatorios mediante el
incumplimiento los fallos judiciales de las Corte Suprema de Justicia de la
Nación, como los casos Sanchez y Badaro.
3) Por último, los anuncios de los incrementos, hasta el momento, no están siendo
acompañados de una justificación concreta sobre el comportamiento de cada una
de las distintas variables que compone la fórmula de movilidad con el fin de cotejar
los resultados alcanzados. Por lo tanto, más allá de los resultados obtenidos el
pobre nivel de transparencia de la misma abre interrogantes respecto a los futuros
aumentos y acerca de la veracidad de los anunciados.
El diseño de la fórmula puesta en marcha en el 2009 desengancha la evolución de
las jubilaciones de los salarios escindiendo la relación sustitutiva que debiera
ser sostenida y la supedita a la dinámica de los recursos y a la cantidad de
jubilaciones puestas al pago cuestión que, según la coyuntura por la que se
atraviesa, puede tener mejores o peores resultados.
A comienzos del presente año la fórmula de movilidad volvió a arrojar un nuevo
incremento para la actualización de los haberes jubilatorios. A partir de marzo las
jubilaciones y pensiones crecerán en un 17, 62%, de esta manera la jubilación mínima
pasará a ser de $1.687 y el haber medio estará en torno a los $2.100.
Desde marzo del año 2009 hasta ahora los incrementos por la fórmula de movilidad
llevan acumulado un aumento del 144,48% de los haberes como resultado de una
dinámica interanual ascendente: el año 2009 culminó con un incremento total de
19,89%, el 2010 con un 26,5% y el año 2011 ubicó un nuevo récord con un incremento
del 37%.
(Ver Cuadro en Archivo adjunto)
Del cuadro siguiente se puede comprobar que en general los aumentos que resultan de
la aplicación oficial de la fórmula presentada en la Ley de Movilidad tienen relación
con la evolución de los índices salariales con excepción del año 2011 durante el cual
el incremento de las jubilaciones estuvo muy por encima de las variantes que miden la
evolución de las remuneraciones (incluso al considerar duplicadas las estimaciones que
llegan a junio 2011).
Como primera consideración podríamos suponer que el objetivo de sostener la tasa de
sustitución del haber jubilatorio sobre el nivel general de los salarios se cumple con
estos resultados. Sin embargo, hay cuestiones que introducen reparos a esta conclusión:
1) El nivel actual de haberes jubilatorios está muy por debajo de sustituir el poder
de compra del salario por lo que no basta con sostenerlo sino que es preciso
recomponerlo. Si bien el último porcentaje de incremento de los haberes superó
los aumentos previos, termina por diluirse ante una realidad que combina una
estructura de haberes pobres y un persistente contexto inflacionario.
2) A pesar de que la fórmula de movilidad venga arrojando incrementos para
las jubilaciones similares o superiores a los salarios, la misma no garantiza la
continuidad de este comportamiento ya que su diseño tiene como fin último
garantizar excedente luego de pagada la movilidad. La forma de realizarlo es
mediante la elección del menor resultado que arroje dos fórmulas posibles de
ser pagadas que, según el contexto, fija un techo por encima o por debajo a la
evolución de los haberes jubilatorios con respecto a los salarios. En términos
concretos, si los recursos que recauda el sistema de seguridad social por
beneficio crecen por debajo de la evolución salarial entonces el aumento de
haberes jubilatorios que arroje la fórmula, otorgará un aumento inferior que
el verificado para los salarios. Escenario éste que resulta más acorde con el
contexto actual siendo que la perspectiva de recaudación no es eterna y el
problema de la informalidad laboral pone límites presentes y futuros en cuanto
al financiamiento del sistema y a la necesidad de futuras moratorias para ampliar
la cobertura a adultos mayores que, en esquema previsional vigente, no tienen
posibilidad de acceso. Lo que aquí en apariencia se presenta como un principio
de sustentabilidad del sistema, por supeditar los resultados de la movilidad a los
recursos, puede ser también leído como un mecanismo que permite reproducir
en el nivel de los haberes la necesidad de generar excedente en la ANSES con el
fin de sortear la actual crisis fiscal del Estado Nacional.
3) Por último, los anuncios de los incrementos, hasta el momento, no están siendo
acompañados de una justificación concreta sobre el comportamiento de cada
una de las distintas variables que compone la fórmula de movilidad con el fin
de cotejar los resultados alcanzados. Por lo tanto, más allá de los resultados
obtenidos el pobre nivel de transparencia de la misma abre interrogantes
respecto a los futuros aumentos y acerca de la veracidad de los anunciados.