En el presente trabajo “El empleo en el período 2003-2011. Un recorrido por la post-Convertibilidad”, elaborado por el diputado Claudio Lozano y equipo, se evidencian dos etapas diferenciadas. La primera (2002-2006) registra un volumen del empleo promedio de 747.053 puestos de trabajo anuales, pero el 85,3% fue trabajo no registrado. La segunda etapa (2007-2012) da cuenta de un estancamiento que se expresa en una la precarización del 53,6% de la fuerza laboral argentina, es decir 8,8 millones de personas.
Síntesis del Trabajo adjunto
La salida devaluatoria del régimen convertible aseguró las condiciones que propiciaron la etapa siguiente de expansión económica iniciada a hacia mediados del año 2002 a través de la brutal reducción del costo laboral en términos internacionales al tiempo que permitió el surgimiento de una nueva estructura de precios relativos favorables a la producción local de bienes transables. De esta manera, se experimentó un rápido crecimiento de actividades exportadoras y sustitutivas de importaciones con un impacto positivo en la generación de empleo. Sin embargo, la dinámica en materia de empleo no ha sido constante durante todo el período post-convertibilidad. Se pueden identificar dos etapas diferenciadas:
1) Etapa “de recomposición” desde finales del año 2002 al año 2006: Con eje en la recuperación del empleo a partir del mes de octubre del año 2002 que continuó hasta el 2006 aunque con menor intensidad. El volumen de empleo generado durante esta etapa promedió los 747.053 puestos de trabajos anuales. Sin embargo, el 85,3% de los puestos de trabajo creados en el año de mayor crecimiento del volumen de empleo, el 2003, fue trabajo asalariado no registrado.
2) Etapa “de estancamiento” desde el 2007 hasta la actualidad: mientras la tasa de empleo creció un 19,3% durante el período 2003-2006, lo hizo en un 2,1% para los cuatro años posteriores hasta llegar al año 2011. La tasa de desocupación descendió un 51,2% en la etapa de recuperación y tan sólo un 22,5% a partir de 2007. Durante esta etapa, el volumen de empleo anual promedio generado fue también menor a la anterior (de 239.408 puestos de trabajos). La capacidad de tracción de la economía sobre la generación de empleo también fue cada vez menor: resulta que al año 2003 la elasticidad empleo-producto era de 1,22, hasta llegar a la presente etapa a un valor prácticamente nulo o con niveles llamativamente bajos. En este contexto, la precarización laboral continúa elevada y sin resolverse, el 53,6% de la fuerza laboral argentina, es decir 8,8 millones de personas. La caída del empleo no registrado que empieza a evidenciarse a partir del año 2005 osciló los 300.000 puestos de trabajo menos durante períodos bianuales pero como contrapartida se evidenció una menor creación de empleo. Es decir, que en esta etapa el “costo” del proceso de formalización se traduce en cada vez menos oportunidades de empleo
Sobre Argentina Trabaja: Desde octubre 2009 el monto de transferencia del programa ha permanecido en $1.200. Dado el contexto inflacionario la no actualización del monto significó para los receptores de Argentina Trabaja una pérdida del poder adquisitivo del 40%. Es decir que los $1.200 del 2009 equivalen a mayo 2012 a apenas $698. A su vez, el programa transfiere poco más de la mitad del valor del Salario Mínimo Vital y Móvil. Es decir que se les paga el 50% de lo que se establece como lo mínimo que necesita un trabajador para reproducir su fuerza de trabajo.
Queda entonces en evidencia que el propio Estado a través de este programa construye una jerarquía de trabajadores de tercera clase, desprotegiendo a quienes necesitan en mayor medida el amparo de un Estado que vele por sus derechos.
De lo anterior surge con claridad dos cuestiones:
1) Que el régimen de crecimiento del período 2002-2006 fue una etapa de crecimiento sin cambio estructural en la cual la política económica no tuvo la capacidad de orientar el proceso de inversión dejando intacta la estructura productiva de los ´90. Es decir, que el avance de la producción sobre el uso de la capacidad instalada (junto con el colapso de la matriz energética así como las limitaciones en materia de infraestructura del transporte) puso límites a la capacidad de expansión de la oferta en relación a la demanda de bienes y servicios en el marco de la persistencia de un déficit de inversión asociado a la capacidad del capital concentrado de mantener rentabilidades extraordinarias.
2) Los efectos de lo planteado en el primer punto convierten al año 2007 en una bisagra en el presente régimen de acumulación producto del agotamiento de las condiciones iniciales de crecimiento que se traducen, entre otras cosas, en un cuello de botella para la dinámica del cuadro laboral argentino.
En resumen, el patrón productivo vigente condiciona un tipo determinado de distribución del ingreso que ante un proceso de recomposición por parte de los ingresos correspondientes a los sectores populares genera como resultado la vigente coyuntura inflacionaria. Nuevamente surge como necesidad dar respuesta a las limitaciones estructurales de la Argentina y generar una agenda de política pública que intervenga activamente en estas cuestiones en pos de reformar el vigente patrón de producción y distribución de la Argentina.