Bajo un cielo azul sin nubes, mientras que el sol calentaba la tierra, miles de integrantes de organizaciones sociales, políticas y sindicales se fueron concentrando en las calles de tierra de Calilegua. Hombres, mujeres y niños se iban preparando para comenzar la marcha.
Al ritmo de tambores, bombos y platillos fueron llegando las Madres de Plaza de Mayo, de Libertador San Martín y de Calilegua. Durante la semana del apagón se secuestraron a 400 personas, 34 de las cuales siguen desaparecidas. Antes de encabezar la marcha, Adolfo Pérez Esquivel resaltó la cantidad de jóvenes que había en la concentración: “lo importante es haber sembrado la memoria en tierra fértil, hay una toma de conciencia de recuperar valores y espacios y de allí cambiar el país para que esto no vuelva a pasar nunca más”.
A las tres de la tarde, bajo un sol abrasador, se dio comienzo a la marcha que una vez más, como hace 29 años, volvió a demostrar la potencia del pueblo organizado: detrás de las Madres y los integrantes de organismos de Derechos Humanos de todo el país, miles y miles de niños, mujeres y hombres jóvenes caminaron 8 kilómetros de ruta para exigir cárcel a los responsables civiles y militares de la dictadura.
“Este año, la marcha se da en el marco del juicio a Blaquier y ése es un salto cualitativo en la lucha”, dijo Víctor de Gennaro, fundador de la CTA y diputado nacional por Unidad Popular. Lo segundo que resaltó quien siempre estuvo presente en las marchas fue que la afiliación del sindicato de los trabajadores azucareros de Ledesma a la Central es algo que los enorgullece. “Y lo tercero es que acá hay miles de jóvenes. Nosotros veníamos y no podíamos cortar la ruta porque éramos pocos y la gente nos miraba por el mirillo de las puertas y hoy están en la calle”, agregó De Gennaro mientras caminaba junto a sus compañeros de siempre como Hugo “Cachorro” Godoy (secretario general adjunto de ATE Nacional), Fernando «Nando» Acosta (Secretario general de ATE Jujuy y secretario de Interior de la CTA) y José del Frari (secretario general de la CTA jujeña).
60 MIL, SIN MIEDO
Entre los sembrados de caña de azúcar a ambos lados de la ruta y las montañas, la larguísima columna humana serpenteaba por el camino sinuoso. Adelante, siempre con el paso firme y la mirada tranquila, iban las Madres y los familiares de los detenidos desaparecidos. Con la foto de Olga Arédez, su hija Adriana, abrazada a una Madre de Tucumán recordó a ACTA cómo su padre Luis Arédez luchó por combatir las alergias que sufrían los chicos del pueblo por el bagazo de la caña de azúcar. En la actualidad, son miles los casos de enfermedades alérgicas y pulmonares que sufren los habitantes de Libertador y Calilegua por la contaminación que produce la empresa Ledesma. Por eso, los colectivos de arte presentes en la marcha, no dejaron de denunciarlo: “Ledesma Mata”, escribieron en la ruta que comunica a los dos pueblos.
Ya en la entrada de Libertador, la marcha se detuvo ante una placa que recuerda con sus nombres y apellidos a los desaparecidos de Libertador y de Calilegua: obreros, dirigentes, trabajadores que defendieron con su vida el derecho de habitar en un mundo sin explotadores ni explotados.
A pesar de que el día anterior la empresa Ledesma había amenazado a sus trabajadores con que si iban a la marcha ponían en peligro sus puestos de trabajo, más de 60 mil personas demostraron en la calle que no tenían miedo: el arma con la que siempre manejaron a la gente quedó sin efecto en la marcha más multitudinaria que tenga memoria Libertador San Martín.
Ya en la plaza, la misma que pisó Olga Arédez todos los jueves en soledad, empezó el acto en el que todos y todas las oradoras, desde Nora Cortiñas, Elia Espen, Mirta Baravalle hasta Milagros Sala, reivindicaron el poder de la lucha conjunta para poder lograr un país que merezca la pena ser vivido.