Cuando alguna “gente” sale a movilizarse y sobre todo si lo hace de a miles y en distintas partes de nuestro país, lo primero que debe inspirarnos es respeto. Si ellos han superado su propio miedo a protagonizar, salir a decir lo que piensan, cortar calles, ocupar los espacios públicos y construir un colectivo saliendo de su faz defensiva o individual, nos desafía a no temerles. Nos interpela, además, el ver tantos compatriotas movilizados en forma autoconvocada.
Por Víctor De Gennaro*
Las expresiones de esas “gentes”, son tan valiosas, como las de las otras “gentes”.
Tan valiosas como la “gente” reprimida ese mismo día en El Chaco cuando manifestaban contra el ajuste, o la “gente” de la Cooperativa La Estrella del Norte sufriendo unos días atrás la violencia policial en Salta, o el pueblo peleando con el sindicato frente al Ingenio El Tabacal, otrora propiedad de Patrón Costa y hoy de la multinacional norteamericana Seaboard Corporation.
La “gente” en Córdoba movilizada y reprimida por defender la jubilación a pesar de que no eran mostrados en la dimensión que corresponde por la comunicación hegemónica.
Por supuesto, también es “gente”, la que se moviliza o se puede movilizar por miles en apoyo a las medidas gubernamentales, que expresan sus deseos transformadores.
Hay quienes salen apresurados a definir todo entre “oficialismo u oposición” alentando la confrontación entre las distintas “gentes”, y no se animan a entrever la crisis de representación que todavía vive y que fuera explicitada aquel 2001 heroico.
O lo que es peor, asumiendo la existencia de una sola “gente”, y negando el derecho a la existencia de las otras.
Siempre pienso que cuando en un partido de fútbol una hinchada canta al rival clásico “No existís”, no se está dando por enterada que si fuera cierto carecería de sentido su propia existencia.
Por eso me rebela que desde un “protegido” estudio de televisión, personajes como De Narváez por el PJ, o Cobos por la UCR, nos expliquen lo que eso representa, no siendo quienes lo generan.
Quizás sea hora no de discutir “54” contra “46”, y ver quien le quiebra la muñeca a quien, sino comenzar a entrever que más que distintas “gentes” alentadas a confrontarse y quizás hasta enfrentarse violentamente, sea necesario y esperanzador construir un PUEBLO.
Quizás haya que recuperar el dato que en la localidad de Loncophué, en Neuquén, al realizarse una consulta popular vinculante sobre si permitir o no la instalación de la megaminería a cielo abierto, esas distintas “gentes” superaron los 54 o 46, y llegaron al 80% para decir que eligen la vida y no el negocio.
Posiblemente si preguntáramos a todas esas “gentes” y se pudieran expresar en consultas populares vinculantes si hay derecho de los jubilados al 82%, o al matrimonio igualitario, nos daríamos cuenta que seriamos el 80% contra el 20% que reaccionariamente se está quedando con nuestras riquezas y el futuro de nuestros pibes.
No tengamos miedo al debate democrático de las ideas, y en vez de refugiarnos en nuestras verdades absolutas, salgamos a preguntar con la menor cantidad de prejuicios posibles a nuestro pueblo que está para más que la mayoría de las dirigencias partidarias, sindicales, religiosas, deportivas culturales, etc.
Quizás para enfrentar lo que viene, sea necesario atrevernos, aún defendiendo lo individual –y no el individualismo- a construir el pueblo que pueda ser protagonista en la construcción no sólo de una Nación soberana, sino, también, de su propia felicidad.
*Diputado Nacional por Unidad Popular (UP)