En esta nota de opinión, la diputada de Unidad Popular y vicepresidenta de la Comisión de Transporte narra el derrotero del transporte público en los últimos diez años, la gestión estatal y el accionar de la Justicia.
Por Liliana Parada*
(Clarín) Si había algo que el juez Bonadio no podía hacer en la causa de la tragedia de Once, que en febrero se cobró 51 vidas, para no llevarse puesta a la poca justicia posible, era procesar al motorman. De haberlo hecho, los restantes imputados, sagaces y poderosos, iban a apuntar toda su artillería sobre el trabajador, para exculparse ellos, lo cual sin dudas seguirán intentando en la apelación.
Es vergonzoso que el ministro Randazzo se siga apoyando en los años noventa , olvidándose que de estos últimos veinte años su gobierno lleva casi diez de gestión, durante los cuales refrendó las concesiones y otorgó nuevos premios de la misma clase a sus amigos. Además, sus funcionarios están siendo procesados y las cosas en materia de transporte están peor que hace diez años y sin miras de mejorar en el mediano plazo .
El juez habló también de “la cadena de la felicidad”. Esa cadena, en apariencia fuerte, sostiene sus eslabones sobre la debilidad de quienes son diezmados en sus derechos: los trabajadores y usuarios que todos los días arriesgan su vida en un perverso sistema de transporte.
Estas “cadenas de la felicidad” están a disposición de quien las quiera investigar en todas las concesiones de transporte público, para determinar, en cada caso, cómo crecen esos holdings (los Roggio, los Cirigliano) al amparo del Estado .
No es cuestión de aprovechar un fallo judicial para sacar la tierra afuera. La gente sigue viajando mal y poniendo en riesgo su vida todos los días, sin acceso a las condiciones mínimas para hacer efectivo su derecho a la movilidad, el que tendría que garantizar este Gobierno en lugar de ver a quién le echan la culpa de lo que no hacen o cómo tapan lo que hacen sus funcionarios.
De todos modos, cada vez hay menos posibilidades de perseverar en este engaño, porque los que utilizan el transporte público padecen cotidianamente sus efectos, y ya no queda margen para no cambiar el estado degradado y degradante en el que se encuentra».
*Diputada nacional por Buenos Aires para Todos en Unidad Popular (UP).
Por Liliana Parada*
(Clarín) Si había algo que el juez Bonadio no podía hacer en la causa de la tragedia de Once, que en febrero se cobró 51 vidas, para no llevarse puesta a la poca justicia posible, era procesar al motorman. De haberlo hecho, los restantes imputados, sagaces y poderosos, iban a apuntar toda su artillería sobre el trabajador, para exculparse ellos, lo cual sin dudas seguirán intentando en la apelación.
Es vergonzoso que el ministro Randazzo se siga apoyando en los años noventa , olvidándose que de estos últimos veinte años su gobierno lleva casi diez de gestión, durante los cuales refrendó las concesiones y otorgó nuevos premios de la misma clase a sus amigos. Además, sus funcionarios están siendo procesados y las cosas en materia de transporte están peor que hace diez años y sin miras de mejorar en el mediano plazo .
El juez habló también de “la cadena de la felicidad”. Esa cadena, en apariencia fuerte, sostiene sus eslabones sobre la debilidad de quienes son diezmados en sus derechos: los trabajadores y usuarios que todos los días arriesgan su vida en un perverso sistema de transporte.
Estas “cadenas de la felicidad” están a disposición de quien las quiera investigar en todas las concesiones de transporte público, para determinar, en cada caso, cómo crecen esos holdings (los Roggio, los Cirigliano) al amparo del Estado .
No es cuestión de aprovechar un fallo judicial para sacar la tierra afuera. La gente sigue viajando mal y poniendo en riesgo su vida todos los días, sin acceso a las condiciones mínimas para hacer efectivo su derecho a la movilidad, el que tendría que garantizar este Gobierno en lugar de ver a quién le echan la culpa de lo que no hacen o cómo tapan lo que hacen sus funcionarios.
De todos modos, cada vez hay menos posibilidades de perseverar en este engaño, porque los que utilizan el transporte público padecen cotidianamente sus efectos, y ya no queda margen para no cambiar el estado degradado y degradante en el que se encuentra».
*Diputada nacional por Buenos Aires para Todos en Unidad Popular (UP).