Lozano-Basteiro: «Cuando se carece de una estrategia metropolitana para abordar la problemática cada vez más peligrosa de las cuencas hídricas (Maldonado, Matanza y Riachuelo), Buenos Aires es más vulnerable. Cuando los muertos de hoy se agregan a los de ayer y cuando aun no se pagaron las reparaciones por las inundaciones anteriores, queda claro que la IMPREVISIÖN y el ABANDONO, se constituyen en la principal REGLA GUBERNAMENTAL, en la Ciudad de Buenos Aires».
Para Claudio Lozano y Fabio Basterio, diputado nacional y legislador de la Ciudad de Buenos Aires (Buenos Aires para Todos –UP), respectivamente, la muerte de 6 personas, a las que se agregan los daños materiales y la angustia de haberlo perdido todo sufrida por tantos vecinos, nos enfrenta con una realidad que exige compromisos mayores por parte de aquellos que asumimos responsabilidades políticas frente a la ciudadanía.
Por eso y antes de cualquier consideración sobre las causas y efectos de esta nueva tormenta, queremos expresar nuestro pesar por las víctimas fatales de esta nueva inundación y nuestra solidaridad con la familia del compañero fallecido en la línea B del subterráneo y con todos los trabajadores de Metrovías, ante un nuevo hecho que demuestra cómo la negligencia empresarial y la complicidad política ponen de manifiesto el desprecio por la vida humana.
Podrá decirse que una catástrofe natural es imprevisible. Lo que no es un dato nuevo (y por ende forma parte de lo previsible) es que la ciudad de Buenos Aires es absolutamente vulnerable frente a las catástrofes. Esta certeza debiera extremar la planificación y prevención gubernamental frente a eventuales desastres. Lo que impone la certeza de la vulnerabilidad es la tarea gubernamental de gestionar el riesgo y mitigar los daños. Sin embargo, el negocio y la búsqueda permanente del “efectismo” transforman las catástrofes en muerte y desolación para vecinos y ciudadanos que en cada uno de estos hechos constatan que el Gobierno de la ciudad (muchas veces en connivencia con el Gobierno nacional) no solo no previene nada sino que agrava el cuadro y jamás mitiga o repara los desastres que se producen.
– Cuando se lleva al extremo el negocio inmobiliario transfiriendo terrenos sin contemplar las demandas vecinales; cuando no se contempla estudio ambiental alguno alentando la densificación edilicia, Buenos Aires es más inundable.
– Cuando, como ocurrió a finales del año pasado, como resultado del acuerdo de negocios entre el PRO y el Gobierno K, se modifica una vez más el Código de Planeamiento Urbano a favor de los desarrolladores inmobiliarios, Buenos Aires es más inundable.
– Cuando se pierden espacios verdes, se reducen las superficies con capacidad de absorción de agua y se saturan los desagües cloacales, Buenos Aires se inunda más.
– Cuando el endeudamiento para obras imprescindibles se demora en su aplicación y ejecución, Buenos Aires es más inundable. Cuando se mantienen concesiones impresentables como las de Roggio en el subte, la muerte de trabajadores por causas evitables es mayor.
– Cuando se pone más empeño en transformar la ciudad en un autódromo que en limpiar los sumideros, Buenos Aires se inunda más, es más espectáculo y efectismo y menos vida y cuidado de nuestra gente.
– Cuando se carece de una estrategia metropolitana para abordar la problemática cada vez más peligros de las cuencas hídricas (Maldonado, Matanza y Riachuelo), Buenos Aires es más vulnerables.