(La Nación) Pasó en plena campaña para las primarias. Un camión que llevaba tareferos -quienes trabajan en la cosecha de yerba mate- volcó en Misiones. Varios resultaron heridos e incluso hubo muertos. Pero cuando las autoridades intentaron dar con pacientes en el hospital de Posadas nadie sabía de ellos. Es que muchos, cuenta el histórico sindicalista Víctor De Gennaro, estaban internados en una clínica pediátrica.
“Varios de los heridos eran nenes. Hay 1,5 millones de pibes que trabajan en el país. En la Argentina sobra el trabajo, pero no quieren pagarlo”, denuncia uno de los fundadores de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).
El emblema de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) criticó además el actual uso político del empleo público. “Es un botín de guerra de los partidos”, asevera. Por otro lado dice que, gracias a varios fallos de la Corte Suprema en los últimos años, el actual modelo sindical está dinamitado.
– ¿Cómo ve usted la situación del empleo público en el país?
– Aumentó, pero también se precarizó. Inventaron hasta la más baja categoría del empleado público, el empleado municipal en las peores condiciones, que es el plan Argentina Trabaja, o sea, las cooperativas de trabajo. Laburan para el intendente y hacen el trabajo del trabajador municipal o sea, desde el Gobierno abaratan el sueldo de los municipales con trabajo estable. Es una categoría indignante. La explotación sin condiciones laborales es una clave del clientelismo, de la dependencia política. El empleo público es el botín de guerra de los partidos políticos. Cuanto más inestable es el trabajador más condicionado está. El Ministerio de Trabajo persigue el empleo en negro, pero los inspectores son contratados. Es una joda. Hay que recuperar la formación y jerarquización del trabajador del Estado, que era un orgullo. Hoy hay un desprestigio importante.
-¿Cuál es su opinión sobre la actual fractura de la CTA?
– La CTA acaba de cumplir 20 años. La afiliación directa, elección directa y autonomía es lo que hizo que la CTA se mantenga todo este tiempo. Acá hubo quien ganó la elección y quien la perdió. Pablo Micheli fue electo en el país, ganó en 17 provincias. Hay quienes no reconocen la derrota y eso llevó a un debilitamiento de la CTA, pero no está fracturada. Hay un interventor [por Hugo Yasky] nombrado por el Ministerio de Trabajo. La CTA se construye con el consenso de los trabajadores, no con lo que diga Tomada. Va a haber elecciones el año que viene y habrá un reconocimiento a quienes se pusieron al frente de los reclamos.
– ¿Cómo interpreta los fallos a favor de la libertad sindical?
– El modelo sindical está dinamitado desde la dictadura y los 90. La legalidad se empieza a acomodar a esto. El régimen de personería gremial, el dedo del ministro, es único. Sólo existe acá. En Uruguay te inscribís y sos un sindicato. Hay que retirar la ley de asociaciones profesionales y presentar una nueva.
– ¿No cree que habrá una fuerte resistencia de la CGT?
– De la CGT, pero también del Gobierno y de las empresas. Hoy hay sindicalistas empresarios. Por ejemplo, no importa si los bancarios tienen afiliados bancarios -tienen el 10% de los trabajadores en actividad- porque cobran como aporte de convenio de la patronal la totalidad de los 100.000 bancarios y no sólo por los 10.000 que representan. Esa es una coima institucionalizada. Su poder es la empresa. No hay democracia sindical. Allí donde se genera la riqueza, en la empresa, no entra la luz. Lo que no quieren es cambiar el modelo sindical y defienden a los patrones. El Ministerio de Trabajo es el jefe de personal de las empresas.
-Desde los sindicatos tradicionales dicen que eso es atomizar.
-En el 91 con Menem había una central única y nos entregaron a todos.
-¿Cómo ve el mercado laboral?
-El nivel de la economía se concentró y extranjerizó. El modelo de este gobierno y los anteriores concentra para los de afuera y los de arriba. En la Argentina crear trabajo es fácil. Hacer el ferrocarril, por ejemplo, demandaría miles de trabajos. Pero prefirieron comprar chatarra en España y enriquecer a algunos funcionarios..
Por Francisco Jueguen