Realizar una aproximación a la situación de los niños/as y adolescentes en la Ciudad de Buenos Aires fue el punto de partida. Sabemos cómo viven y qué les pasa a nuestros pibes y pibas porque trabajamos cotidianamente con ellos/as, sus familias y sus referentes pero necesitamos profundizar los diagnósticos aportando saberes técnicos a la organización y lucha que venimos desplegando en la Ciudad. Queremos denunciar la situación y proponer políticas públicas que permitan sacar de la vulneración de derechos a nuestros pibes/as. Queremos reclamar los recursos necesarios y también construir nuestras propias herramientas y experiencias recuperando el horizonte de una vida digna.
Así fue que comenzamos a encontrarnos organizaciones barriales y trabajadores/as del Estado para, entre todas esas voces, armar un diagnóstico de la situación de los pibes/as. Nos encontramos, también, para volver a palpitar, en el encuentro, la certeza de que la organización y la militancia son las mejores respuestas al desamparo. Por eso el ciclo de charlas, NI UN PIBE MENOS, recorrió la situación actual de nuestros pibes y la historia como organización que ha tenido siempre a los niños/as como prioridad y ha desarrollado propuestas para cambiar las condiciones de vida en que se encuentran.
El camino hacia la búsqueda de datos sobre las condiciones de vida de nuestro pueblo no resultó nada fácil. Para aproximarnos a la situación social de los niños/as y adolescentes tuvimos que recurrir a diversas fuentes de relevamiento y construcción de datos, en muchos casos estudios sólidos metodológicamente pero sin capacidad para reemplazar, por la magnitud, a las estadísticas públicas. Datos invisibles significa personas que no están representadas correctamente, lo que implica que no están contempladas por ninguna política pública y revela la intención de construir un relato recortado de la realidad. Los territorios en los que desempeñamos nuestro trabajo están marcados por la exclusión, donde los pibes y pibas que los habitan deambulan entre regulaciones que establecen múltiples dispositivos de control social que “los contienen”. La precarización de la vida se ha hecho parte del paisaje en calles con fuerzas de seguridad y paco, en barrios con cercados perimetrales, con escuelas para pobres y centros de salud para pobres. Barrios donde no entran colectivos y tampoco ambulancias, donde faltan plazas con juegos y faltan expectativas de mañana para adolescentes que casi siempre tienen algún amigo muerto por el paco o por la cana. Barrios de personas atravesadas por violencias de todo tipo a las que se les ofrece una ventanilla social para gestionar planes o subsidios y un puñado de políticas públicas focalizadas con pocos recursos y propuestas fragmentadas.
El Sistema de Protección Integral de Derechos de Niñas/os y Adolescentes no es integral, no cuenta con los recursos necesarios y, dado que el desarrollo es tan desigual, difícilmente podamos hablar de sistema. Si agregamos la alta dependencia de las voluntades políticas que lo debilita y condiciona, lo que tenemos es un sistema que no protege y así lo expresan los datos de la Ciudad.
La desigualdad en la Ciudad de Buenos Aires se expresa claramente en cómo los niños/as acceden a sus derechos según la pertenencia social de sus familias. Para algunos será vía el mercado asimilando derechos a mercancías, mientras que los más empobrecidos deberán resolver su necesidades básicas a partir de la oferta de políticas públicas de baja calidad y deficitarias. Otro porcentaje de niños/as encuentra también como respuestas del Estado, políticas punitivas (en general cuando resultan peligrosos).
En este contexto, la Ciudad que supo ser pionera en cuanto a sanción de normativas de protección y promoción de derechos de niños/as y adolescentes está sufriendo un grave retroceso en la efectivización de los mismos.
Este trabajo pretende mostrar aquello que algunos esconden y otros prefieren no ver. Sabiendo que, según desde dónde miramos el mundo, nuestra construcción será diferente. No es igual mirar, pretendiendo una sociedad de iguales, que mirar habiendo naturalizado la condición de desigualdad.
Decidimos decir, una vez más, NI UN PIBE MENOS porque nos ancla en la historia que tenemos como organización pero desde la necesidad de encontrar salidas colectivas. Estamos reencontrándonos porque sabemos que la lucha no puede ser en soledad, fragmentada o corporativa. Queremos construir iniciativas colectivas para defender los derechos de los pibes/as porque ellos son el presente y el futuro de nuestro pueblo. Creemos que es necesario reinstalar los debates que nos permitan repolitizar los derechos de los chicos/as. Cada niño/a encierra la esperanza de un mundo nuevo y no hay proyecto emancipador con niñas/os con presentes de desprotección y sufrimiento, porque nada construye más sometimiento que el desamparo.
Colectivo de trabajadores/as de Niñez en CTA Capital
Documento realizado por el Colectivo de Trabajadores/as de Niñez de CTA Capital en el marco del ciclo de charlas NI UN PIBE MENOS, organizadas por la Secretaría de Formación de ATE Capital y por la Secretaría de Formación de CTA Capital. Natalia Cillis, Clarisa Gambera y Gilda Manco.