Por Laura García Tuñón– Ex Legisladora de la Ciudad
En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora la participación de la mujer en el mundo de la política y el trabajo ha avanzado enormemente. Hoy tenemos una presidenta, juezas de la corte suprema, defensora general, ministras nacionales y provinciales, 2 gobernadoras, intendentas, diputadas y legisladoras en alto número.
En la Legislatura porteña hay una mayor representación de mujeres legisladoras, e inclusive contamos con una presidenta, la vicejefa de la Ciudad, con 12 mujeres presidiendo alguna de las 24 comisiones existentes y legisladoras presidiendo bloques. Esto es un dato novedoso para la legislatura. De los 14 bloques legislativos, 7 están presididos por mujeres.
Hoy hay en la vida política argentina, muchas exponentes mujeres que a diario dan sus opiniones y puntos de vista (todo esto sin poner valoración a sus posiciones políticas o ideológicas) y que son representantes de fuerzas partidiarias nacionales.
En el mundo laboral también la mujer se ha abierto camino a las distintas profesiones o trabajos. Como muestra de ello, la triste noticia de la muerte de la joven bombero Anahí Garnica en el incendio de Barracas, hizo visible que hay muchas mujeres en trabajos tradicionalmente masculinos que se desempeñan en la actualidad con gran naturalidad.
Toda esta enumeración de avances positivos, no esconden las dificultades que siguen padeciendo las mujeres, en especial en el las condiciones de trabajo. Son innumerables los informes que dan cuenta de que las mujeres siguen cobrando salarios menores a los varones. Que las oportunidades de acceso, permanencia y ascenso siguen siendo en inferioridad de condiciones. Que las mujeres y en especial las más jóvenes, son las que tienen los trabajos más precarizados. Que la falta de jardines infantiles en todo el país, pero sobre todo en los grandes conglomerados, hace que las mujeres tengan que buscar trabajos temporarios, con horarios discontinuos y con salarios muy por debajo que los hombres.
Cuando me presento, siempre digo que soy maestra, mi profesión y pasión; ex legisladora y militante política y sindical; esposa, madre y abuela.
Este primero de marzo, en la inauguración de las sesiones legislativas, la presidenta volvió a hablar de los trabajadores de la educación, pero en especial a las mujeres trabajadoras de la educación. Nos habló de la necesidad de imponer el presentismo para mejorar la calidad educativa y la “presencia pedagógica”. Y nos dijo también que cada año el inicio de clases es “un parto” por la discusión de las paritarias docentes. Parece que la Sra. Presidenta, se olvida que quien hace los controles de las faltas para ver si un docente se enferma “en serio” o si queda embarazada (situación que por la condición etaria y de género de la gran parte de los docentes, es muy frecuente), son los propios estados provinciales. Y que en la mayoría de las provincias, han tercerizado estos controles. Se ha comprobado en las distintas provincias, que la inclusión del presentismo no disminuye el ausentismo docente. Que si hay más de 1 maestro por cargo, muchas veces es porque el titular está en un cargo de secretaria o directora, pero como no hay concursos todos los años, los cargos se sostienen así. Que son los propios trabajadores de la educación los que vienen reclamando en las discusiones paritarias las condiciones de enseñar y aprender.
Pero este 8 de marzo, quiero contarle a la Sra. Presidenta sobre María. María sufrió hace 3 días un ACV y tiene muerte cerebral. Ella es maestra de plástica de una escuela porteña, es esposa desde hace 30 años, madre de 3 jóvenes que estudian. Sus compañeras, llorando me contaron que María era excelente maestra. Que se preocupaba por los chicos, que trabajaba en equipo con los compañeros de la escuela. Que había hecho para el inicio de clases un gran cartel de Bienvenida para los chicos y chicas. Que en las vacaciones había ido a distintos museo para ver cómo organizaba proyectos para sus clases. Que siempre les hacía regalitos hechos con sus manos a todos en la escuela. Que sus alumnos la querían. Que a pesar de eso, María iba a hacer el paro del 5 y 6. Que lo habían discutido entre todos. Y que el viernes, el primer día de clases, no sabían cómo le iban a explicar a los chicos que María no iba a ir más.
Que en las escuelas de todo el país, existen muchas María. Que tuvieron sus hijos y pidieron licencia para parirlos o para cuidarlos. Pero que también les enseñan a los chicos de los otros todos los días. Que no necesitan de la extorsión del presentismo para seguir enseñando y aprendiendo y poder conseguir el hecho pedagógico de la educación. Que la mayoría de sus alumnos las recuerdan, pero que ellas también casi siempre recuerdan a cada uno de ellos.
Este 8 de marzo, mi homenaje a María y a todas las Marías, mujeres, maestras trabajadoras y luchadoras.