Entrevista de Tiempo Argentino a Claudio Lozano. El líder de Unidad Popular cuestiona el derrotero de antiguos aliados y critica estructuras del PJ y la UCR.
Claudio Lozano sigue sosteniendo que la Argentina necesita una alternativa política que se construya por fuera de las estructuras partidarias de la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ). Esta posición, que en otros momentos compartió con viejos compañeros de ruta, como Fernando «Pino» Solanas, fue el motivo que lo llevó el año pasado a romper la alianza que, desde 2011, lo había reunido con Hermes Binner y Margarita Stolbizer, entre otros. También por esta postura, su partido, Unidad Popular (UP), no se incorporó al frente UNEN, en Capital, ni al Frente Progresista Cívico y Social, en la provincia de Buenos Aires.
«La experiencia de UNEN sirvió para encontrar un modo de dirimir candidaturas y ocupar un espacio electoral, nada más. No tiene nada que ver con la construcción de una alternativa de gobierno. Terminaron armando seis bloques distintos en la Legislatura porteña», dispara Lozano, sentado detrás de una mesa larga, en la que abundan las tacitas de café listas para ser usadas. El diputado, vestido de sport, recibe a Tiempo Argentino en la sede del bloque de UP, un edificio antiguo a dos cuadras del Congreso. La construcción es de estilo gótico. Sus rasgos arquitectónicos disparan la imaginación. En la torre cuadrada con persianas de hierro, en la cima, pareciera vivir un personaje de las novelas que escribió Víctor Hugo en el siglo XIX.
–¿Cómo evalúa el rumbo que tiene el Frente Amplio Progresista (FAP), (fuerza liderada por Binner), del que usted formó parte?
–Nosotros creemos que, tal como surgió, como una fuerza de centroizquierda por fuera de los partidos tradicionales, ya no existe. Lo que apareció en su lugar es el denominado Frente Progresista Cívico y Social, que se asemeja más a la Alianza (liderada por Fernando de la Rúa en 1999) que a la propuesta del FAP. De todos modos, está abierta la discusión. Algunos siguen creyendo que una propuesta de cambio en la Argentina necesita de un acuerdo con las estructuras tradicionales, del PJ o la UCR. Nosotros pensamos que ese es un camino que está muerto antes de empezar. Hay una historia que demuestra que, al final, esas experiencias diluyen el cambio y que las fuerzas tradicionales terminan deglutiendo a las otras.
–¿Por ejemplo?
–Es lo que pasó con el Frepaso, con el ARI y con el Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella y su alianza con el kirchnerismo. Hay que persistir en el intento de avanzar en una construcción por fuera de esas estructuras. La coyuntura electoral no amerita abandonar el camino. Es poco serio. Esa es la discusión. Nosotros creemos que hay una realidad en América Latina: el Frente Amplio en Uruguay, el PT en Brasil, (Rafael) Correa en Ecuador, Evo (Morales) en Bolivia, y el chavismo en Venezuela, que muestra lo que ocurre en la región. La Argentina parece tener un pacto con el pasado. Hay un sistema político que mira por el espejo retrovisor. Hoy tenemos una gran interna del PJ y una gran interna radical. Esa es la verdad.
–Binner, Solanas y otros dirigentes de ese potencial «frente progresista» han expresado su deseo de que ustedes se incorporen. ¿Hay alguna posibilidad?
–Debería cambiarse la forma de ver cómo se construye una experiencia política nueva…
–Excluir al radicalismo…
–No a los radicales, a las estructuras de la UCR y el PJ. Ellos (por el FAP y Proyecto Sur) plantean armar un frente con la estructura radical. ¿Por qué no la hacemos con la peronista? Si es por una cuestión de conveniencia electoral, sería más conveniente. La decisión de construir una fuerza distinta al bipartidismo tradicional se da de patadas con la estrategia de «Pino» y Hermes Binner. Es más, yo diría que lo de Pino es casi inentendible.
–¿Por qué?
–Porque él era uno de los que tenía siempre el discurso más duro sobre la posibilidad de hacer acuerdos con las fuerzas clásicas. De todos modos, nosotros creemos que el mapa político va a sufrir modificaciones. No veo dos años de tranquilidad y estamos dispuestos a conversar con los compañeros de las fuerzas afines, pero siempre manteniendo ese rumbo. No le cerramos la puerta a nadie, pero este es nuestro criterio sobre cómo hay que construir una alternativa.
–¿A qué se debe que le parezca más «entendible» la postura de Binner que la de Pino?
–El socialismo tiene una construcción con el radicalismo en Santa Fe, por eso lo veo más entendible. Binner proyecta esa construcción a nivel nacional, más allá de que yo no esté de acuerdo. Lo de «Pino» no es igual. La experiencia de UNEN dio como resultado seis bloques diferentes en la Legislatura porteña y cuatro en el Congreso. Fue una propuesta electoral. No tiene posibilidades de plantarse como alternativa de gobierno. El modelo UNEN fue para dirimir candidaturas y poder ocupar un espacio electoral. Construir una alternativa de poder es algo mucho más profundo.
–Cuando su fuerza se incorporó al FAP, el socialismo santafesino ya tenía consolidada su alianza con la UCR…
–El socialismo y Binner se habían consolidado políticamente antes de ir al acuerdo con el radicalismo. Habían ganado la ciudad de Rosario y Binner fue secretario de Salud. Luego ganó la intendencia con el socialismo y más tarde la elección a gobernador (en 2003), y la perdió por la Ley de Lemas. En ese marco apareció el acuerdo con los radicales. No somos reacios a esas alianzas sino a dinamitar lo que se había construido. El FAP debería haberse consolidado el año pasado. Margarita (Stolbizer) arregló con Ricardo Alfonsín y terminó sacando menos votos que cuando fuimos solos. Regalamos lo que había significado el 2011. Lo terminó capitalizando (Sergio) Massa y, por izquierda, el Frente de Izquierda (FIT).
–A la distancia, ¿cómo evalúa lo que pasó con Camino Popular (la alianza que armó Lozano en Capital Federal, que sacó el 2,5% el año pasado)?
–No teníamos perspectiva nacional y creo que eso nos generó dificultades. Fue una experiencia que le dio espacio a la juventud. Nos sentimos muy cómodos con esa apuesta. Fue una apuesta política y no electoral. Estamos conformes con esa batalla y tenemos la voluntad de mantener el camino.
–Antes dijo que imagina reacomodamientos políticos, ¿cómo serían?
–Puede haber desgajamientos de sectores que hoy están en la gran interna del PJ y en el Frente Progresista.
–¿De qué modo evalúa la discusión que surgió por el anteproyecto de modificación del Código Penal?
–Me parece que se está corriendo el debate central que debería tener hoy el país, que pasa por ver cómo, en este contexto en que el gobierno devaluó y está impulsando medidas de ajuste, no volvemos a ingresar en un proceso de más ajuste, más devaluación y endeudamiento. De todos modos, el Código debe ser armonizado porque es un mamarracho lleno de leyes especiales. Pero también en esta materia me parece que no se está poniendo sobre la mesa lo más importante: cómo luchamos contra el crimen organizado. Para eso es más trascendente modificar los estatutos de las policías provinciales que cambiar el Código.
Fuente: Tiempo Argentino