Por Julio Macera – Vicepresidente UP CABA
El pasado jueves 8, en la legislatura, la alianza PRO-K se apropió de la memoria popular y el acuerdo PRO-UNEN, entregó parte del espacio público de nuestras plazas al negocio privado.
La sesión del Jueves en la legislatura, más allá de lo lamentable de sus resultados y de la situaciones de violencia que se generaron cuando intentaban impedir el ingreso de integrantes de distintas organizaciones defensoras de los derechos humanos (Nora Cortiñas y Elia Espen de Línea Fundadora entre ellas), deja en claro una «institucionalidad» que sostiene un funcionamiento siempre en contra de los intereses populares.
Una institucionalidad que se sostiene en discusiones y debates públicos que se resuelven en prebendas y arreglos entre bambalinas. Una institucionalidad que permite que «coincidan» el PRO y el FPV en temas de derechos humanos y UNEN y el PRO en la entrega de los espacios verdes, o al revés, dejando en claro que para ella todo es cuestión de oportunidad e intereses.
Una institucionalidad que parece que todo lo puede pero, como Drácula, no resiste la luz del día y por eso se ve obligada a funcionar con un triple anillo de seguridad que no dudó en empujar y agredir a quienes pretendíamos ser testigos de lo que ocurría y hasta intentar cerrarles la puerta en la cara a Nora y a Elia.
Por supuesto que esta institucionalidad no nació el 8 de mayo, funciona desde hace mucho y es la misma que cambia puestos en los organismos de control, la Justicia de la Ciudad y/o los directorios de organismos públicos por apoyos al Presupuesto a fin de año, por nombrar solo un momento en que se hace visible.
Sin embargo, la bronca que estas actitudes nos producen, no debe impedirnos ver que es posible enfrentarla y fundamentalmente es necesario hacerlo.
El mismo 8 de mayo nos marca el camino: abrir la legislatura a la participación popular y ser capaces de construir una oposición que no sea auto-referencial ni se conforme solo con decir no y con vocación de mayorías, construya la herramienta que termine con esta institucionalidad y le dé forma a una donde los «ciudadanos de a pie» podamos decidir nuestro destino.