El diputado conmemora los 20 años de aquella epopeya que llegó a Buenos Aires el 6 de julio de 1994.
Por Víctor De Gennaro*
«Hace 20 años salíamos desde La Quiaca, bendecidos por el cura Olmedo y protegidos por la ceremonia de la Pachamama. Comenzábamos la Marcha Federal.
Nuestros hermanos nos llevaron para arrancar desde esa estación de trenes recientemente cerrada, y comenzaron, sin mediar palabra, a cantar “Cavallo no sabía/ La Quiaca es Argentina”. Al mismo tiempo, en la lejana Ushuaia, desde la plaza de los Héroes de Malvinas, la Marcha empezaba a transitar la Patagonia encontrándose después con los compañeros de Río Turbio o de Neuquén. Durante los días siguientes, confluirían las columnas que partieron desde Puerto Iguazú o Mendoza, todas con un objetivo: estallar en un solo grito “¡Queremos ser Nación!”, en la histórica Plaza de Mayo.
Nos estaban tupacamerizando, nos decían que había provincias inviables, y sugerían que el NEA aceptara como capital económica futura a esa San Pablo que crecía, o que el NOA sólo tenía que integrarse y “salvarse” con el narcotráfico de los países andinos. Hasta Cuyo estaba dispuesto a aceptar la entrega de los Hielos Continentales, con tal de lograr la facilidad de sacar sus productos desde Chile por el Pacífico hacia Estados Unidos. Era la época de la entrega de los recursos de la Patagonia, y hasta planteaban hacer un Estado Patagónico.
Marchábamos mientras en Santa Fe sesionaba la Constituyente del Pacto de Olivos de Menem y Alfonsín, que no sólo iba a lograr la reelección del presidente, sino entregar a los gobernadores el destino de los recursos naturales, convirtiéndolos en los nuevos emires de nuestra patria. Lejos estaba el artículo 40 aprobado en la Constitución del ‘49, donde se consagraba la propiedad inalienable de los recursos de nuestra tierra.
Sin embargo, desde cada rincón salían a andar y construir ese paro general que atronara convocado desde esa Plaza el 2 de agosto, convirtiendo a esa Asamblea en soberana y constituyente para enfrentar el saqueo y la entrega de los traidores a la Patria. Recogíamos el mandato de siglos de Resistencia desde nuestros hermanos originarios, las jornadas por la emancipación o la lucha de los Federales. Emergíamos de los mejor de las tradiciones obreras de más de un siglo de protagonismo y de las culturas yrigoyenistas o peronistas.
No estábamos solos, pues el ‘94 comenzaría con la rebelión zapatista, continuaría con el Marzo de los Paraguayos y tantos otros acontecimientos que dirían que no aceptábamos el Fin de la Historia ni el Pensamiento Único que glorificaban todos los neo liberales, destruyendo el trabajo e imponiendo el hambre en nuestros países.
La emoción me dura. Y el compromiso también, sobre lo que tuve el privilegio de decir en esa Plaza colmada: “Nuestro objetivo no es sólo cambiar la cara del que está en la Casa Rosada, sino también cambiar este sistema económico, político, social y cultural que nos hipoteca el futuro”.
Compañeros, tenemos historia de la cual enorgullecernos, y futuro por construir, transformándonos en un pueblo verdaderamente feliz».
*Presidente del Instrumento Electoral por la Unidad Popular y diputado nacional.
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