Por Hugo Godoy (presidente de Unidad Popular de la provincia de Buenos Aires)
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, se mostró absolutamente alineado con el gobierno nacional durante su reciente discurso de apertura de un nuevo período de sesiones ordinarias en la Legislatura bonaerense.
Sabiéndose finalmente destinatario de los votos duros del kirchnerismo cuando sea la hora de garantizar la continuidad del poder en manos del Partido Justicialista (frente a la embestida de otros modelos para que nada cambie, expresados por Macri, Massa o Cobos), el mandatario decidió continuar la línea de falseamiento de la realidad, expresado hasta el hartazgo el último domingo por Cristina Fernandez de Kirchner en el Congreso de la Nación.
Como si los números –incluso los oficiales- pudieran ser objeto de una eterna manipulación que lleve a cambiar el fondo de la realidad, ambos mandatarios transitaron sin muecas en sus rostros la mentirosa idea del desendeudamiento, como una prueba de excelencia en su gestión.
Mientras la Presidente ocultó su condición poco progresista de ‘pagadora serial’, con la idea de que deja un país libre de deudas –hecho que, por otra parte, se caerá sobre su propio peso en cada vencimiento de pago de los próximos meses-, el mandatario bonaerense fue más allá al hablar de ‘provincia desendeudada’, pero a la que también dotó verbalmente de atributos como “equilibrio fiscal, pujante en lo productivo e inclusiva en lo social”.
En suma, se vanaglorió el titular del Ejecutivo provincial, “he demostrado que la Provincia es viable”. Construyendo así un castillo de naipes, que cualquier brisa leve reuniría condiciones como para derribarlo.
En esa dirección, nosotros podemos asegurar que, no solo no son veraces tales afirmaciones, sino que se encuentran en las antípodas de una realidad fácilmente verificable.
Es decir, en la provincia de Buenos Aires no solo se observa con claridad un aumento de su endeudamiento, -a la vez que una extranjerización cada vez mayor a la hora de repasar sus acreedores-, sino que, para empeorar la triste imagen de quien se postula para presidir a la Argentina, vemos sin mucho esfuerzo que el peso de pagar esos servicios que la creciente deuda genera, restan a los recursos destinados a las políticas públicas.
Basta repasar para eso algunos datos:
El stock de deuda acumulada de la Provincia a setiembre de 2014 asciende alrededor de 87.400 millones de pesos, mientras que en el inicio de 2007 (cierre 2006) la deuda acumulada era de 33.384 millones de nuestros billetes.
Otro dato interesante para verificar cuán viable es la provincia comandada por Scioli es que del total de la deuda, tiene contraída con el Gobierno Nacional el 36,7% mientras en el 2006 estaba en torno al 60%, mientras ahora cerca del 50 % de la deuda total es con acreedores tenedores de bonos internacionales. Cabe agregar por otra parte que del total de la deuda, el 60% está contraído en moneda extranjera.
Es decir una rápida lectura nos permite aseverar que el gobierno no solo aumento exponencialmente la deuda provincial sino que la extranjerizó. Esto inclusive hasta el propio INDEC lo indicó a fines del 2014, en un informe donde muestra el aumento de la “deuda externa” del sector público.
El análisis también nos lleva a observar que ante la política del gobierno nacional de concentrar fondos, y de no girar los que le correspondía a la provincia de Buenos Aires, Scioli decidió transitar la búsqueda de esos fondos a través del mecanismo de contraer más deuda, sin importarle además que estas sean con organismos internacionales y acreedores domésticos a través de bonos atados al dólar.
Tal vez el gobernador, cuando habla de “círculo virtuoso” en sus discursos se refiera a esta calesita ya conocida de contraer deuda nueva para pagar deuda vieja.
Pero además, podemos volver a denunciar que esa supuesta viabilidad de la Provincia de la que se ufana el gobernador Scioli, se levanta sobre las espaldas de los bonaerenses. Pues no solo nos deja una pesada carga que pagar si no que en estos años no ha hecho otra cosa que reducir el dinero destinado a las áreas más sensibles de la sociedad y, en especial, a los dirigidos para los sectores más vulnerables de ella.
Basta con repasar su propio proyecto de presupuesto para el 2015, aprobado a fines del año anterior, que deja en claro cuáles son las prioridades del gobierno de Scioli, ya que Desarrollo Social bajó su peso en el presupuesto total del 3,16% al 3,04%; Niñez y Adolescencia del 0,55% al 0,54%; Salud del 7,70% al 7,20%, y Educación del 33,69 al 31,60.
Pero lo más notorio es el dato oficial en el que Scioli se desmiente a sí mismo: el actual presupuesto reconoce que para el pago de la deuda se saltó del 8 % al 10 % del total calculado.
Es decir que nos dice el propio Scioli con su presupuesto, adonde va a parar el dinero que NO destina a las políticas públicas, ya que mientras estas siguen bajando, el principal aumento está para el pago de ese mayor endeudamiento provincial.
Resulta inadmisible por ello, que el gobernador replique la misma línea de falseamiento de la realidad escuchado horas antes en el Congreso Nacional.
El modelo, que poco tiene de nacional, y menos de popular, ha ingresado en las turbulencias de una mentira que ya no se sostiene con meros discursos.
En este año electoral, la población tiene en sus manos las herramientas para hacerles ver a los de ahora, y también a los de antes, que nunca alcanzó con palabras, cuando la realidad, que ya no puede ser ocultada, explota a diario frente a nuestros ojos.
Esta es la provincia y el país que nos dejan y nos ofrecen, por más que ni siquiera se pongan colorados cuando nos cuentan que el mundo de Disneylandia vive a la vuelta de nuestras casas.