Andrea Burucua, secretaria de Ambiente de UP, reflexionó sobre las causas de las catástrofes naturales que se repiten en Argentina.
Terrible incendio en Chubut, donde se quemaron más de 34.000 hectáreas de bosque nativo, se perdieron millones de árboles, y muerieron miles de animales.
Gravísimas inundaciones en el centro del país por las fuertes lluvias que cayeron sobre Córdoba, Santa Fe y Santiago del Estero y en menor medida San Luis, Catamarca, Tucumán.
Tristísimo panorama de absoluta pérdida de seres vivos y económica.
Sí, cayó mucha agua y alguien prendió el fuego. Hasta ahí parecería que el Estado y las formas de producción que impone el capitalismo no tendrían nada que ver.
Podemos y debemos hablar de cambio climático, claro. Y con ello de lo que el Estado hace o no hace al respecto. Pero debemos también hablar del modelo de desarrollo que ocasiona estas catástrofes. Sobre todo cuando se repiten, con diversas intensidades, año tras año en las últimas décadas.
Lo cierto es que estas tragedias nos ponen –una vez más- frente a la extrema vulnerabilidad de los ecosistemas que hemos degradado, que el extractivismo y los negocios inmobiliarios destruyen y modifican impidiendo que cumplan sus funciones naturales.
Las inundaciones en el centro del país, además de la inusual cantidad de agua caída, guardan estricta relación con el desmonte, la extensión de la frontera agrícola y la intervención de las cuencas hídricas.
La provincia de Córdoba, una de las más afectadas, con menos del 5% de bosque nativo, desmonta una hectárea por hora para abrirle paso a la soja o a distintos emprendimientos inmobiliarios. Los suelos pobres y degradados por la agricultura intensiva y por el uso de agroquímicos, sin cubierta vegetal natural ya no absorben el agua.
La destrucción de bosques parece ser necesaria para que este modelo «productivo» e inmobiliario siga creciendo, a costa de todo y todos.
Un Estado desprevenido
A estos hechos se le suma la ausencia o la complicidad del Estado, convirtiéndolos en catástrofes. El mismo Estado que con celeridad autoriza desmontes, promueve el agronegocio, entrega tierras fiscales, aprueba empredimientos inmobiliarios o represa ríos es lento e ineficiente para dar respuesta frente a este tipo de emergencias.
El Estado Nacional no cuenta con un sistema de atención de catástrofes naturales o antrópicas, con la capacidad de planificar, coordinar y ejecutar las medidas destinadas a prevenir o atender emergencias. Es imprescindible contar con un mecanismo de gestión que se dispare ante la alarma o el riesgo y utilizar el tiempo entre emergencias para diagnosticar y planificar. Esto hechos siempre sorprenden a las autoridades, siempre los encuentra desprevenidos.
Y desprovistos: los brigadistas en Chubut han denunciado que no cuentan con indumentaria ignífuga, movilidad y otros elementos básicos; hace dos años se había anunciado la compra de 26 aviones cisterna para el Plan de Manejo del Fuego y solo actuaron seis; el helipuerto de Cholila estaba inoperable (se construyó después de un gran incendio en 2004 para el Plan de Manejo del Fuego); los bomberos comenzaron a actuar 48 horas después de iniciado el incendio…
La Ley de Bosques no se cumple, en las provincias se autorizan desmontes y desde Nación no se envían los fondos que la norma asigna como compensación ambiental.
El cambio climático y sus consecuencias son objeto de estudio, debate y diversas políticas en otros países del mundo. Argentina nada hace para generar planes y programas de gestión dirigidos a la adaptación y mitigación de esos cambios.
Y la lista de errores y negligencias, para decirlo de alguna manera educada, continúa.
La necesidad de transitar otro camino
Muchos de los valores que sustentan el actual proceso de depredación de los bienes naturales están siendo seriamente cuestionados y la temática ambiental se ha instalado en nuestra sociedad. Sin embargo, no forma parte de la agenda política: los únicos que no hablan de la problemática ambiental son los gobernantes.
Las áreas ambientales dentro de los Estados nacional o provinciales son pequeñas secretarías o direcciones perdidas dentro de un organigrama institucional enorme que claramente prioriza otras cosas. Nuestro país ya debería contar con un Ministerio de Ambiente como tantos otros países del mundo y la región, lo que consideramos que permitiría implementar y aplicar políticas de Estado en forma más eficiente y con presupuesto propio (fundamentos que llevaron, por ejemplo, a la creación del Ministerio de Cultura). ¡Tenemos un Ministerio de Turismo y no uno de Ambiente!
Es necesario generar y fortalecer ámbitos de consenso federales que permitan actuar nacionalmente dado que los ecosistemas no reconocen fronteras políticas y generalmente los daños ambientales son interjurisdiccionales y en muchos casos exceden las posibilidades presupuestarias de las provincias. El Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA), organismo en el que se encuentran representadas todas las autoridades ambientales del país no cumple con los fines para los que fue creado, se reúne dos veces al año y ante semejante desastre ambiental no ha convocado aún a reunión.
También nos urge abordar seriamente el cambio climático y sus consecuencias, así como el funcionamiento de sistemas de prevención y actuación frente a emergencias y desastres naturales o antrópicos.
Y lógicamente, es imprescindible construir alternativas que nos permitan salir de este modelo de producción y de consumo y abordar las causas estructurales de la vulnerabilidad.
Desmonte, monocultivo, negocios inmobiliarios, vinculados al cambio global del clima nos dan como resultado esta gravísima crisis ambiental por la que atraviesa nuestro país que nos obliga a buscar e implementar soluciones y, a su vez, nos da la oportunidad única de desterrar viejos paradigmas y establecer un nuevo modelo de desarrollo basado en el respeto del hombre hacia la naturaleza.
Con mucha tristeza, queremos hacer llegar nuestra solidaridad con los afectados directos y un enorme gracias a los bomberos, brigadistas, Defensa Civil que arriesgan su vida para salvar a nuestros compatriotas y bosques y a todos aquellos que están colaborando en esta inmensa tarea.
* Secretaria de Ambiente y Bienes Comunes de Unidad Popular
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