Es uno de los desafíos que se propone Víctor De Gennaro, quien habló sobre sus expectativas y promesas de campaña.
(Semanario Parlamentario) Lo primero en lo que uno repara al entrar a una de las oficinas del local porteño de Unidad Popular es un gran y colorido mapa de la Argentina plagado de tachuelas, flechas e indicaciones. Son las proyecciones del Frente Popular, el espacio que propone como presidente a Víctor De Gennaro y que aspira a presentarse en 20 provincias.
Anclado en un modelo “democratizador”, el diputado nacional asegura que “en seis meses se puede terminar con el hambre” y coloca ese desafío como prioridad, a diferencia de otros candidatos. Además, promete generar “tres millones de puestos de trabajo genuino” en los primeros dos años y sostiene que “hay que hacer un modelo económico para los de adentro distribuyendo la riqueza”.
Por otra parte, el representante de una de las fuerzas fundadoras del FAP analiza la experiencia de ese espacio y asevera que “no hay que arreglar con el bipartidismo ni con Macri”. Por último, se jacta de haber presentado “la única ley de libertad y democracia sindical construida en debate democrático y abierto” y reconoce que “subestimó al Congreso” antes de asumir como legislador, luego de su pasado en la CTA y en ATE.
– Se postula como candidato a presidente sabiendo que primero debe superar el piso de las PASO, ¿qué expectativas tiene?
– Una gran expectativa de superar ese piso y no solamente eso, sino de plantear una nueva experiencia política que permita disputar el Gobierno la década que viene. Esta nueva perspectiva política nació como Frente Popular el 27 de diciembre último en La Matanza y es la confluencia de dos partidos nuevos que en la elección anterior no existían como tales a nivel nacional: el Instrumento Electoral por la Unidad Popular y el PTP (Partido del Trabajo y del Pueblo) de Juan Carlos Alderete, que proviene de la Corriente Clasista y Combativa y la lucha de los ’90, lo mismo que nosotros, que construimos desde los sectores sociales y sindicales. Somos dos partidos nacionales que construimos el frente, donde se han adherido la Corriente Emancipación Sur de Jorge Cardelli, Camino de los Libres, el Frente Riojano de Organizaciones Populares, que son organizaciones juveniles nacidas al calor de la lucha de 2001. Asimismo participan partidos provinciales como el Polo Social en Chubut, Cruzada Renovadora de San Juan, Polo Unido de Tucumán, La Pampa, Santa Fe. Estamos en un proceso de construcción muy interesante y hoy podemos decir que nos vamos a presentar en 17 provincias, y nuestra aspiración es tratar de llegar a 20.
– También jugarán en la Ciudad de Buenos Aires…
– El candidato a jefe de Gobierno por el Frente Popular es Claudio Lozano y también participa Patria Grande, de Itaí Hagman. En las cinco elecciones del mes de abril, estamos en cuatro, con candidatos a gobernador y a jefe de Gobierno porteño. Hemos hecho un salto cualitativo importante, y esperamos que también sea cuantitativo. Nuestra aspiración es ser una opción política que supere esto que nos venden (Daniel) Scioli, (Sergio) Massa y (Mauricio) Macri. Es todo más de lo mismo: el tema de la sobrevivencia, no hay cambios, y nosotros no queremos seguir este modelo que lo único que hace es fortalecer a los de arriba y a los de afuera. Planteamos una política totalmente diferente que tiene que ver con la construcción social. Después de 30 años de transitar las organizaciones sociales y de derechos humanos puedo decirlo con toda claridad: en la Argentina sobra plata y riqueza, lo que falta es vergüenza en los que mandan. Nosotros no votamos más millonarios, que después terminan haciéndose más millonarios que cuando entraron.
– Si tuviera que nombrarme dos o tres propuestas del Frente Popular para la Argentina que viene, ¿cuáles son?
– La primera: en seis meses se puede terminar con el hambre. El hambre es una inmoralidad. En Argentina sobra plata, sobran alimentos. Se trata de la voluntad política. Fabricamos y producimos muchos alimentos. Terminar con el hambre es organizar la llegada de ese alimento a la boca del hambriento. Eso se puede hacer en no más de seis meses. Es más, el candidato a intendente, gobernador o presidente que asuma, si en seis meses no lo hace, debería renunciar por incapaz y además por inmoral. Esto no se puede permitir en la Argentina. Transformar el hambre en un trabajo digno sí nos lleva más tiempo. Terminar con la pobreza es un proceso diferente. La base de eso es el trabajo digno. Nosotros en los primeros dos años pensamos generar tres millones de puestos de trabajo genuino, no precario. Hoy ocho de cada diez jóvenes menores de 30 años no saben lo que es un trabajo estable, no pueden planificar ni soñar porque no tienen autonomía. Hay que transformar esa realidad, y para eso sobra trabajo: lo que no quieren es pagarlo dignamente…
– ¿Mantendría los planes sociales, por ejemplo?
– El plan social es una sobrevivencia. Nosotros queremos que los jóvenes vivan, y para eso hay que trabajar. El trabajo digno significa un cambio cualitativo; con el trabajo en negro no hay capacidad de sobrevivir. También hay que invertir en educación para el nombramiento de maestros, profesores, gabinetes psicopedagógicos y auxiliares, para garantizar lo que ya está aprobado por ley, que es la doble escolaridad. Esto significaría sacar a los pibes de la calle a merced de la droga, el gatillo fácil o la precariedad en los peores términos, porque la mayoría no terminó el secundario. La realidad nos dice que hay que revertir eso. Hemos presentado propuestas para recuperar el Fondo de la Marina Mercante, que significaría 135 mil puestos de trabajo. ¿Por qué no se puede hacer eso? Muy sencillo: porque hay que respetar que la tasa de ganancia de la renta petrolera, minera, sojera, ictícola y financiera sea la que se lleva la gran tajada. Hay que tocar esa renta. Es fundamental que las rentas estén al servicio de la Nación y no de los vivos que concentran la riqueza y la exportan. Hoy el cinco por ciento de la Población Económicamente Activa consume el 50 por ciento. El 95 por ciento restante lo consumimos los que vivimos de un sueldo. Basta de verso. Hay que hacer un modelo económico para los de adentro distribuyendo la riqueza, y eso significa la recuperación del mercado interno, de la pequeña y mediana empresa, de la educación, la salud y la seguridad en una perspectiva distinta. Para eso, necesitamos profundizar la democracia. Esto significa consultas populares, discutir el presupuesto participativo, democracia sindical, e integrarnos en una Latinoamérica que nos permita discutir con el mundo; no como ahora, que estamos peleados con el Mercosur, con los que están alrededor nuestro. En vez de recibirnos y unificarnos para ir juntos a pelear en el mundo, hoy estamos peleando a ver cómo favorecemos los intereses de las trasnacionales. Hay que avanzar en un modelo económico, político, social y cultural que la Argentina conoció. Yo tengo el orgullo de haber presentado el proyecto de ley de Seguridad Social, que ya llegó a más de 60 mil firmas, junto a los jubilados que reclaman todos los miércoles. Ellos saben que la Argentina fue distinta.
– ¿Cuándo?
– Del ’45 al ’55 se vivieron diez años de felicidad, y durante 20 años, hasta 1976, la pobreza era casi inexistente y uno se podía dar el lujo de tener un tango como “Chiquilín de Bachín” que no ofendía a nadie. Después del ’76 Martínez de Hoz inventó el hambre en la Argentina y en cinco años pasamos del seis por ciento de pobreza al 24 por ciento. Y desde ese momento, no nos abandonó más. Necesitan empobrecernos, necesitan el hambre, necesitan la precariedad laboral porque se llevan los recursos naturales que en nuestro país sobran y que podrían estar al servicio del pueblo.
– Ustedes fueron de los fundadores del FAP, que finalmente desapareció, y luego se formó el FAUnen, que ya casi podemos dar por fracasado, ¿cómo evalúa todo este proceso?
– Nosotros fuimos fundadores del FAP hasta que estalló en 2013. Nosotros no discutimos cosas abstractas. Ellos están en un lado y nosotros estamos construyendo un Frente Popular. Nosotros sí creemos que no hay que arreglar con el bipartidismo ni con Macri. No estamos de acuerdo. Creemos que el pacto de gobernabilidad que existe es muy fuerte. No es solamente el PJ. Yo provengo del peronismo, renuncié en la época de (Carlos) Menem y dije “basta para mí”. Una cosa es el PJ y otra cosa es la cultura peronista. Una cosa es la UCR y otra cosa es la cultura radical. Una cosa es el Partido Comunista y otra cosa es la cultura comunista. Una cosa es el Partido Socialista y otra es la cultura socialista. Yo soy muy respetuoso de las culturas, no de los partidos. Nosotros nos llamamos “Instrumento Electoral por la Unidad Popular”: es más importante la unidad popular que el partido.
– ¿Cómo ve a Scioli, Massa y Macri y cómo se diferencia de ellos?
– Demostraron que son lo mismo, porque todos quieren pagarle al Club de París, todos plantean que es necesario recuperar el crédito internacional, volver a endeudarse… el gerenciamiento puede ser distinto, pero esto no es una discusión de gerentes sino de patrón, y nosotros queremos que el patrón sea el pueblo argentino. Esa es la gran diferencia. Para ellos, la seguridad es el primer punto de muchos de sus acciones, y para nosotros es terminar el hambre, generar trabajo, tocar las rentas. Los países más seguros del mundo con Islandia, Noruega, Bélgica, Suecia, Dinamarca. ¿Qué tienen de diferente esos países? Trabajo para todos, salud para todos, educación para todos. La inseguridad es una preocupación y hay que resolverla. El problema no es metiendo en cana o castigando solamente a los pibes, sino ir a ver quiénes son los que blanquean capitales de los grandes negociados. Hay algunos que plantean bajar la edad de imputabilidad, pero no dicen nada de todo lo que significa los que se enriquecen con la venta de droga en Argentina. El delito hay que enfrentarlo, pero se lo enfrenta con una sociedad organizada y movilizada. ¿Cuántos intendentes han convocado a su gabinete a las Madres Contra el Paco? Ninguno. Hay que ir con una democratización a fondo: democratización de las fuerzas de seguridad, consultas populares…
– Democratización sindical…
– Por supuesto. Yo tengo el orgullo de haber propuesto la única ley de libertad y democracia sindical construida en debate democrático y abierto. La Corte Suprema de Justicia ya decretó cuatro inconstitucionalidades de la ley actual. De las cinco centrales, una sola apoya el cambio. Las otras cuatro defienden este modelo. El 83 por ciento de las empresas privadas no eligen delegados, ¿cómo puede ocurrir esto en 30 años de democracia? Las fuerzas de seguridad no están democratizadas, y donde se genera la riqueza tampoco. Esos son los dos núcleos fundamentales que han tenido el genocidio en la Argentina.
– ¿Qué balance hace de su período como diputado, ahora que no volverá al Congreso?
– Para mi fue una experiencia espectacular. Yo subestimé al Congreso, pero hay mucho más poder del que pensaba. Se pueden hacer grandes cosas, aunque reconozco que hay más negocios que debate. Para la ley de ART nosotros generamos un proceso de consultas a las organizaciones, hicimos audiencias públicas, debatimos durante varios meses y hasta presentamos un proyecto con movilización popular que resolvía el problema de la prevención de los accidentes y enfermedades laborales. El kirchnerismo presentó un proyecto que eran las ART de Menem, empeorado, y el Pro lo votó. Por otra parte, todos los bloques votaron una ley para el registro de trabajadores no registrados (sic) que volvió a hacer lo que hicieron (Domingo) Cavallo y luego Néstor Kirchner en 2007. Nosotros presentamos una propuesta diferente. Hay mucho poder y negocios, y eso se supera democratizándolo. Las audiencias públicas son fundamentales. Yo viví la experiencia de presentar proyectos con debate público.
Por Carolina Ramos
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