En el presente material realizamos una caracterización de algunos de los actores centrales que conforman el Poder Económico de la CABA. Entre los grupos empresarios más importantes se encuentran: IRSA, el grupo ODS, Caputo, el grupo Roggio que lideran una lógica de acumulación mayormente centrada en la captura de recursos públicos y se constituyen en los principales contratistas del gobierno local así como también el gobierno nacional.
Estas firmas de enorme magnitud forman parte de la tradicional “Patria Contratista” que como tal logra la captación del aparato del Estado que normalmente a través de sobreprecios y subsidios llevan a un esquema de valorización de capital que le permite la realización de ganancias extraordinarias. Por otro lado, queda constatado que, este segmento de la elite, mantiene vínculos familiares y/o forman parte de las redes sociales de algunos funcionarios públicos del gobierno local, cercanía que permite engrosar los recursos de la fuerza política hegemónica particularmente en los períodos de campaña electoral y a los grupos, ser adjudicatarios de la mayor parte de las licitaciones públicas.
En la CABA también se concentra buena parte de la actividad de los laboratorios como Bayer, Roemmers, Gador y Bagó y las sedes de los bancos más grandes Santander Río, Banco Galicia, Banco Macro, entre otros. Por otra parte, gracias a la política de distritos macrista otras grandes firmas como Telefónica, Despegar S.A., el grupo Clarín y el grupo Indalo pueden hacer uso de la exoneración en el pago de un conjunto de impuestos de recaudación local.
Del material surge que estos actores son centrales en el entramado de relaciones económicas que conforman una comunidad de negocios que trasciende los liderazgos políticos de turno y que por lo tanto, son los principales ejecutores de los proyectos de inversión pública tanto del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como del Gobierno Nacional. Por otro lado, predomina un criterio fuertemente mercantilista frente a cualquier otro objetivo de índole productiva, socio-territorial por lo que la especialización productiva de la CABA está determinada por el libre accionar del negocio empresario y reforzada por incentivos fiscales que le aseguran tasas de rentabilidad extraordinarias como lo es la política de distritos macrista que no contiene otro objetivo que alentar la valorización del suelo y así promover nuevas oportunidades para el mercado inmobiliario.
La valorización inmobiliaria y por lo tanto el planteo de una organización urbana al servicio del poder económico y en connivencia con el poder político tiene costos ambientales, productivos y, por sobre todo, socio-territoriales. No es posible la inclusión de cada vez mayores áreas y espacios territoriales a la lógica especulativa dominante sin la continua expulsión de población de bajos recursos. Por ende, la Ciudad de Buenos Aires lejos de conformarse como un espacio de buena convivencia, se ordena bajo la coexistencia de dos procesos, por un lado el que tiene lugar debido a la expulsión social por el encarecimiento de la vivienda o directamente el desalojo violento, y por el otro, vía el proceso ampliado de reproducción del capital inmobiliario. Ambos dos, caras de la misma moneda: la polarización social.