El Frente Popular sorprendió a extraños y a sus propios candidatos, referentes y militantes. Aquí, un análisis del fenómeno salteño.
(Cuarto Poder) Conformado por dos partidos recientemente reconocidos por la Justicia electoral, pasaron las primarias. Sus expectativas eran lógicas pero también lograron buenos resultados en algunos municipios.
Pasaron las PASO; vencedores, vencidos, heridos, perdidos, extintos, renacidos y malnacidos y biennacidos. De todo como suele ser en este ejercicio permanente de acción democrática ininterrumpida desde 1983. No es poca cosa, generación tras generación de aprendizaje a prueba y error la sociedad salteña maduró en su conciencia cívica y más allá de argumentos siempre racistas y/o clasistas que tienden a despreciar el voto popular de las franjas periféricas de la ciudad y la provincia, el saber y la memoria popular tienden a seleccionar determinadas especies para su extinción. Proceso lento y discontinuo pero constante.
En ese andar nuevas fuerzas surgen, se proponen y se muestran. Lo de nuevo es siempre discutible en política: se es nuevo por reciente o por distinto, en la mayoría de los casos más por lo primero y sin demasiada imaginación a la hora de plegarse a la masa sistémica. Los segundos, distintos en su propuesta que no necesariamente pasa por ser exclusiva y novedosa, sino sincera en su identidad y sus emisores. Estos suelen ser los partidos del espacio conocido como centroizquierda, izquierda o progresismo. Aunque este último ha dejado una estela que señala su ineludible caída en el espacio de las fuerzas representantes del orden establecido.
El Frente Popular no deja de ser una sorpresa, aun para sus propios candidatos, referentes y militantes. No por el hecho de haber pasado las primarias, que era sus expectativas lógicas y esperables, sino por los resultados logrados en algunos municipios. Conformado por el Instrumento Electoral por la Unidad Popular que para las elecciones presidenciales postulará a Víctor de Gennaro y el Partido del Trabajo y del Pueblo (PTP), el partido de la CCC-PCR; ambos espacios debutaron con sus partidos recién habilitados por la Justicia Electoral, mérito reconocible.
Llevan como candidato gobernador a Edmundo Falú. Su apellido no es ajeno a la realidad salteña: sobrino del gran guitarrista y compositor Eduardo Falú e hijo de Ricardo Falú quien fuera diputado nacional peronista en 1973 como parte de la Lista Verde que lideró el gobernador Miguel Ragone.
La fórmula Falú – Monzón logró en las PASO el 2,4% en toda la provincia y fue un porcentaje holgado de frente a las generales de mayo. ¿Qué plantean en el FRENTE POPULAR de cara al 17? Mantener el piso. Para ellos dado su debut, los números son buenos entendiendo la consabida diferencia de recursos pero analizan que se logró una instalación interesante de sus referentes de lista: Falú, María Lapasset (diputada provincial), Arturo Botelli (Intendente, otro apellido ilustre: hijo de Juan José “Coco” Botelli) y Rodolfo Zacarías.
Paso, Paso
El planteo es sencillo el gobierno se consolidó como fuerza principal, se derrumbó la polarización y Romero – Olmedo se baten en retirada. Ante este escenario el “voto miedo” instalado por el oficialismo se rompe y votos de ambos quedan a disposición. No es un dato menor ni los 100.000 votantes en Capital y los 200.000 en el resto de la provincia que no votaron. El espacio de la oposición se está licuando con la pérdida ostensible de votos del Partido Obrero que rifó su alta performance de la elección en 2013 pasando con más pena que gloria por el Concejo Deliberante como primera minoría.
Como les suele pasar a la mayoría de las fuerzas de centroizquierda, etc. donde más votos cosechan es en el centro, Tres Cerritos o sea en las zonas de clase media, media alta. La estrategia parece apuntar a disputar los votos peronistas de los barrios populares que en su gran mayoría votaron a Urtubey o Romero.
Fuerza interior
Pero no todo pasa ni queda en Capital; porque justamente el motivo de festejo de la lista de Falú está en algunas localidades de la provincia: en Campo Quijano el Frente obtuvo el tercer lugar con el 12% de los votos de la mano de su candidato a Intendente Ernesto Eterovic. Un vecino ampliamente reconocido, sin experiencia ni participación política previa. Fue el batacazo del Portal de los Andes y sus perspectivas de sumar más votos están en las expectativas del Frente y en la preocupación de sus adversarios.
Casi igual resultado en Cafayate (9,2%) donde en las elecciones anteriores quienes hoy se sumaron al Frente Popular ya habían logrado ingresar al Concejo Deliberante cafayateño con la Coalición Cívica-ARI, disconformes con la alianza con la UCR se fueron. Por lo tanto esperan mantener esa banca y consolidar el Frente.
Oposición y algo más
El Frente y sus partidos lograron el reconocimiento legal en tiempo record y su instalación a nivel nacional sigue un ritmo sostenido. Las PASO en Salta que fueron la largada del calendario electoral nacional concitaron la mirada no solo de medios sino de los referentes nacionales, entre ellos Víctor de Gennaro que estuvo toda la semana previa acompañando por toda la provincia a Edmundo Falú y en Capital a Lapasset, Botelli y Zacarias. De Gennaro remarcó ese esfuerzo nacional y uno de sus puntos básicos y que toca muy especialmente a Salta: terminar con el hambre en seis meses. Falú presentó dicho proyecto como plan de trabajo integral en caso de ser gobierno: “terminar el hambre en seis meses. Hambre Nunca Más”.
Para Falú y Lapasset, ambos médicos con amplia y reconocida trayectoria profesional este objetivo lo expresan como un mandato ético. María Lapasset es ya una figura conocida quizás más en el campo de la lucha social que la partidaria, pero de un compromiso intachable. Para ellos, este inicio positivo es el primer paso hacia una consolidación y crecimiento en tanto la oposición se dispersa en fuerzas menores y desde allí proyectarse no solo como fuerza electoral sino en la articulación de lo que Lapasset recuerda fue la propuesta de un movimiento político social y cultural propuesto por de Gennaro cuando era el líder de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA).
Por Norberto Rojas