El presidente de Unidad Popular, Víctor De Gennaro, junto a Carlos Custer y Hugo «Cachorro» Godoy, asistieron ayer al velatorio de los restos del dirigente sindical Raimundo Ongaro fallecido el lunes a los 92 años de edad.
Los restos de Ongaro, quien murió el lunes a la noche en su casa de Los Polvorines, en el municipio bonaerense de Malvinas Argentinas, fueron velados el martes entre las 10.00 y las 14.00 horas en la histórica sede de la Federación Gráfica Bonaerense «La Gráfica»), cuyos destinos condujo durante casi medio medio siglo.
Entre quienes despidieron al dirigente sindical, muerto a las 92 años, se encontraba el ex titular de la CTA, Víctor De Gennaro, quien destacó a Ongaro como «la referencia ineludible y la conducta viva del sindicalismo de liberación». «Raimundo fue la expresión de un sindicalista pleno, no sólo de una conducta personal intachable sino que, además, demostró que se puede vivir como un trabajador y tener orgullo de ser trabajador».
De Gennaro indicó además que aunque no lo conocía aún, «me llegó una frase de Ongaro que fue muy clara: ‘Es preferible honra sin sindicatos, que sindicatos sin honra’. Eso nos marcó como militantes de los trabajadores».
El velatorio finalizó pasadas las 14.00 horas y sus restos fueron trasladados para ser sepultados en el Cementerio de San Miguel.
En 1968, durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía, Ongaro creó la CGT de los Argentinos, como consecuencia de la ruptura de la central obrera que impulsó el metalúrgico Augusto Timoteo Vandor, ante la posibilidad cierta de perder la conducción.
Ongaro respaldó, en 1969, desde su posición en la CGTA el alzamiento obrero de El Cordobazo, una protesta obrera que devino en un estallido social que puso en jaque al gobierno de Onganía.
Tras esa gesta obrera fue detenido junto a dirigentes como Agustín Tosco, Elpidio Torres, y al recuperar su libertad daría su respaldo al movimiento Peronismo de Base.
En septiembre de 1974, impulsó desde Tucumán la creación de una Coordinadora de Gremios en Lucha que apoya la lucha de los trabajadores de los ingenios azucareros en esa provincia.
Su oposición al gobierno de María Estela Martínez de Perón determinaría que en 1975 fuera detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en el marco del Estado de Sitio.
En prisión recibió la noticia del asesinato de uno de sus hijos, Alfredo Máximo, a manos de la Triple A, y un intento de secuestro de otro de ellos.
Pese a su negativa, y tras gestiones de sus familiares pudo dejar el país e iniciar un exilio que concluiría con la llegada de la democracia.
Fuente: Agencia Télam