Renovar el parlamento nacional y la legislatura de la ciudad
Resolución del 8° Congreso Ordinario de Unidad Popular
Presidido por Claudio Lozano y Fabio Basteiro
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Las elecciones del 2017 constituyen una oportunidad para aportar en la tarea de superar la contradicción que hoy gobierna el escenario político de la Argentina.
Contradicción que expresa, de un lado, el intento de cristalizar un orden conservador, que amplía desigualdades, destruye soberanía y que incluso comienza a evidenciar aristas represivas que tienden a cercenar la experiencia democrática. Del otro, un pseudo progresismo que dice lo que no hace, y que en nombre de lo que dice protagonizó experiencias lamentables de corrupción.
De un lado, un orden conservador sostenido por las distintas variantes del PRO, el PJ y la UCR (entre ellas el Frente Renovador). Del otro, un “vamos a volver impune”, incapaz de la más elemental de las autocríticas.
En este sentido, la oportunidad perdida por el Justicialismo Kirchnerista luego de la catástrofe política vivida por el neoliberalismo ante el derrumbe de la Convertibilidad, ha sido mayúscula. Máxime si se toma en cuenta que el escenario internacional que se abrió luego de la crisis del 2001, brindó opciones y recursos como nunca para transformar la matriz productiva del país.
No haber avanzado en esta dirección revela limitaciones precisas de la experiencia vivida, pero más lamentables resultan aún los hechos de corrupción, que constituyeron el instrumento privilegiado de un intento de asociar la intervención del Estado con la construcción de un capitalismo de amigos. Al servicio de ese intento se promovió la fractura de numerosas organizaciones del campo popular. El resultado está a la vista: le abrieron la puerta a la resurrección de las ideas pro mercado.
Es este tablero político-institucional, signado por la contradicción entre un orden conservador y un pseudo progresismo, el que ha permitido la construcción de mayorías en la Legislatura de la Ciudad y el Parlamento Nacional para que Macri pueda gobernar con consenso institucional. Desde el Acuerdo con los Fondos Buitres para endeudar la Argentina, hasta la reforma de la Ley de ART en contra de los trabajadores, pasando por el blanqueo concedido a los delitos de los fugadores seriales de la cúpula empresarial dominante o la desfinanciación del Sistema Previsional, todo fue sancionado no solo por la Alianza Cambiemos sino con la complicidad de las distintas expresiones legislativas del Partido Justicialista (Pichetto, Bossio, Urtubey, Massa).
En igual sentido, en la ciudad, la estratégica votación de la Agencia de Bienes para que Larreta pudiera convertir su gobierno en una inmobiliaria que transforma el espacio público al compás del desarrollo de los negocios, fue acompañada en la legislatura, no solo por los votos del Pro, sino por las abstenciones de integrantes del Frente para la Victoria, y el apoyo decidido de expresiones del peronismo capitalino y de los legisladores seguidores del pseudo progresismo de Lousteau.
Así las cosas, lo expuesto indica que la oposición, tal cual hoy se presenta, ha resultado ineficaz a la hora de frenar el avance conservador sobre los derechos del pueblo argentino y ha exhibido límites precisos para canalizar las demandas sociales. Es más, podríamos decir que el mantenimiento de esta contradicción (Neodesarrollismo Liberal-Conservador vs. Pseudo Progresismo) como eje articulador del tablero político institucional, ha sido funcional a los 10 años de predominio PRO en la Ciudad de Buenos Aires y a su acceso y vigencia en la Presidencia de la Nación en los últimos quince meses.
Por todo lo expuesto, creemos que si de renovar el Parlamento y la Legislatura se trata, parece imprescindible revisar en profundidad las estrategias que el Kirchnerismo, los distintos progresismos, la izquierda popular y social, así como la izquierda trotskista y autonomista, hemos venido practicando.
En este marco, desde Unidad Popular hemos puesto en debate la necesidad de modificar los términos de nuestra intervención institucional y hemos conversado con distintas expresiones políticas y sociales del campo popular planteando lo siguiente:
1) En el 2017 no se juega la Presidencia de la Nación, y por ende resulta prematuro discutir las estrategias electorales sobre la base de alineamientos políticos que llevan implícito el respaldo a determinadas candidaturas presidenciales. Operar de esa manera tiende a cristalizar el tablero político resultante del 2015, su orientación dominantemente conservadora, y la contradicción entre dicha orientación y un pseudo progresismo, incapaz de marcar distancia con el pasado de corrupción de la gestión anterior. Este planteamiento, que en nombre de la Unidad contra Macri pretende transformar el 2017 en el 2019, tiende a alinear a las experiencias más renovadoras y dinámicas de la política argentina como furgón de cola de las variantes del poder institucional establecido, y condena a quienes no acompañen estas variantes a presentarse con opciones testimoniales cuyo crecimiento, en caso de que se produjera, no modificaría de manera sustantiva la relación de fuerzas en el plano institucional.
2) La necesidad de la hora es renovar el Parlamento Nacional y la Legislatura de la Ciudad con expresiones que sean capaces de albergar un nuevo diálogo entre las culturas políticas populares (Peronismo, Radicalismo e Izquierdas) construido por fuera de las estructuras tradicionales del PJ y la UCR (incluyendo al Frente Renovador como una de sus variantes). En concreto, una experiencia frentista que sea capaz de frenar el intento de conculcar derechos del gobierno actual y establecer un piso de coincidencias sobre el futuro de la Ciudad y el País. A la alianza transversal conservadora que hoy pretende gobernar la Argentina, hay que plantarle en el 2017 la semilla de una propuesta transversal por la emancipación nacional y social. La disputa legítima por las candidaturas no debería obstruir la construcción de una nueva herramienta frentista que permita mejorar las relaciones de fuerza en el plano institucional. Las PASO son el ámbito natural para dirimir democráticamente estas cuestiones.
Desde Unidad Popular entendemos que, si hoy gobierna Macri, y lo hace logrando consenso institucional, es porque las distintas estrategias de las fuerzas populares hemos evidenciado problemas y limitaciones de todo tipo. Pero percibimos también, que el ascenso de la conflictividad social desde la restauración del Régimen Conservador indica que el pueblo argentino no ha sido derrotado y sigue peleando todos los días por sus condiciones de vida. Se trata de revisar nuestras estrategias para que las instituciones no sigan votando en contra de la movilización social, y estén a la altura de las necesidades de nuestro pueblo.
UNIDAD POPULAR