Hoy, el pueblo, bajo banderas de diversas organizaciones sociales, partidarias o, bien como autoconvocados, se reunió, nuevamente, para protestar contra el proyecto de ley de reforma previsional. El clima, para los que estábamos a una cuadra del Congreso era pacífico, compañeros que decían presente para oponerse a tan nefasta Ley que destruirá el sistema jubilatorio.
Sin embargo, el mirar dentro de un bar lo que estaba transmitiendo la televisión mostraba un presagio de lo que iba a ocurrir. Se veía un grupo de individuos agrediendo con piedras y molotov a una policía pacífica, dichos agresores estaban enfocados de tal manera que parecían estar en una plaza vacía. De esa manera se invisibilizaba a los manifestantes pacíficos.
Al rato comenzó otra tarde de violencia en la ciudad, pero no sólo violencia física, también simbólica.
Así, desde las cámaras filmadoras de celulares y fotos, se registraron escenas donde un camión de policía embiste a una multitud pacífica golpeando a un anciano y luego huye corrido por la gente furiosa, un hombre apoyado en una pared y dos policías le tiran spray en la cara y otro se acerca, le pega en la espalda y se retira. Vemos fotos de compañeros con el brazo quebrado por golpes de cachiporras, y reporteros, como Fabián Piedras de Agencia CTA, heridos.
Las cámaras de los compañeros registraron, además, como se cazaba y golpeaba entre siete a los militantes que se alejaban del centro de violencia, con cierta alegría depredadora en su caras, tras los cascos. O como, en el departamento de policía, se bajaban del patrullero dos individuos con la pechera de ATE y, al quitárselas dejaban ver el chaleco antibala; o coches que, cerca de las columnas, dejaban personas de civil y luego se iban rápido. Es decir, un escenario de violencia institucional e infiltración.
Por otro lado, la televisión se regodeaba mostrando un relato donde el violento era el pueblo y la policía la pacífica que se defendía, una policía victimizada, con la intención de legitimar la represión, de ocultar que este modelo económico que quiere imponer el gobierno Macrista, sólo se podrá llevar adelante con mucha agresión. Una puesta en escena para inventar una movida destituyente y terminar de naturalizar lo que comenzó con la Ley antiterrorista, mostrando lo de la tv como la mirada única y hegemónica que no miente.
Lugo hubo una segunda oleada de violencia cuando las fuerzas policiales atacaron nuevamente a los compañeros que se estaban reordenando en 9 de Julio y Belgrano. Y, ni siquiera, cuando estos retrocedieron unas cuadras, dejaron los policías disparar balas de goma, en una movida que hasta la misma televisión de manera sutil le pareció excesiva. Y la caza comenzó por segunda vez con la policía en moto disparando a mansalva.
Por eso, los compañeros de Unidad Popular que participamos en distintas organizaciones sociales y sindicales repudiamos la violencia vertida durante estas últimas semanas y decimos que la injusticia, más que asustarnos, nos da más fuerzas para seguir ocupando, de manera pacífica las calles.