Hugo Amor reflexiona sobre una semana de masivas movilizaciones en el mes de febrero.
Las movilizaciones del 15 y 21 de febrero siguieron erosionando al gobierno de los saqueadores de la nación y del Pueblo. En la base de legitimización de ambas esta la resistencia de los trabajadores a los despidos en el ámbito público y privado, el intento de poner topes ridículos a la negociación paritaria, a los tarifazos y la inflación, a la criminalización de la protesta social.
Al margen de la caracterización de los convocantes esta base es la que atraviesa a todos los conflictos sociales. Desde la gran movilización de diciembre del año pasado a la plaza congreso contra las “reformas” laboral, previsional y tributaria las condiciones reales de existencia de la enorme mayoría de la población entraron en otro nivel de confrontación con las políticas del gobierno y comenzaron a erosionar su credibilidad.
Se trata no solo de frenar el ajuste sino de construir una salida política que priorice los intereses del país y del pueblo. En este sentido, y a pesar de su menor masividad, el arco político y social que convocó a la jornada del 15 expreso más claramente esta perspectiva. Habrá que perseverar en el marco de la unidad de acción más amplia posible.