El malestar social es constante, porque objetivamente la situación económica se hace sentir, los datos publicados esta semana por el INDEC dan cuenta del crecimiento de la pobreza, la desocupación y una desmejora en la distribución del ingreso que se produjo en un período de 12 meses en que la inflación fue del 42,8 %, el Índice de salarios aumentó 36,4% y la actividad económica cayó 19,1%.
En medio de una crisis económica y sanitara sin precedentes, atravesando el séptimo mes de pandemia, donde el imaginario y la sensibilidad colectiva está impregnado de angustia, miedo e incertidumbre, la oposición de Juntos por el Cambio (ex Cambiemos) viene trabajando sistemáticamente para dinamitar todos los consensos políticos y democráticos alcanzados desde la vuelta de la democracia en 1983, con el fin de imponer una lógica de depredación y revancha conservadora muy a tono con las expresiones que se vienen manifestando de igual manera en los países hermanos de Latinoamérica. Hay un decisión política por parte de la oposición de impulsar el caos institucional, que no responde a ningún esquema de disputa política conocido hasta ahora y que cuyos efectos no podemos dimensionar a corto plazo.
En esta situación, no sólo por la actitud de estos personajes que dicen defender “la república”, sino y sobre todo por una necesidad de dar respuesta a la ciudadanía, es necesario darle lugar a la política, una política que en principio arroje un poco de luz sobre la realidad inmediata, alejando las falsedades que entorpecen el análisis objetivo de la realidad, pero que genere los consensos necesario para abarcar las posibles soluciones a una situación social y económica que cada día se acerca más al abismo.
En ese sentido, creo que es fundamental que la gestión de la coalición del Frente de Todos, hoy más que nunca debe apelar a una amplia participación de los sectores sociales, políticos y gremiales. Con una lógica abierta, de protagonismo popular, porque en este contexto no basta con la política clásica, ortodoxa y rígida de partidos, tradiciones y slogan, se requiere de gestos y acciones que vayan más allá.
Además, en esta semana la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados comenzó a discutir el proyecto de ley de Aporte Solidario y Extraordinario de las Grandes Fortunas, impuesto excepcional por única vez, que sólo alcanzará a menos de 10 mil personas.
Con la medida, el gobierno nacional intenta recaudar 272 mil millones de pesos, con un porcentaje del 2%, para aquellos que tienen un patrimonio de 200 millones de pesos, e iría ascendiendo a un máximo de 3,5% para quienes declararon una riqueza personal de 3 mil millones de pesos o más. El esquema de distribución de lo que se recaude se orientará en un 20% para equipos e insumos médicos, 20% en la construcción de barrios populares, un 20% para becas progresar, 20% en créditos y subsidios para pymes, 25% a inversiones en gas.
El proyecto presentado por el gobierno con la necesidad de generar recursos extraordinarios para atender los gastos que surgieron a partir de la crisis sanitaria, debe ser el mejor contexto y antecedente para abrir una discusión urgente sobre nuestro sistema fiscal y tributario, que sabemos es restrictivo y recesivo, un sistema que recae sobre los hombros de los que menos tienen, porque el 35% de la recaudación impositiva está asentada en el impuesto al valor agregado IVA, que es un impuesto al consumo. El sistema de recaudación siempre recae sobre el trabajo y la producción, y es fundamental crear las herramientas fiscales necesarias que reduzcan el descontento que dicho sistema genera.
No obstante, así como el debate que se abrió sobre la ampliación de los foros federales con el pomposo nombre de “reforma judicial”, estas medidas son de forma y no de fondo, pero deben ser la puerta a la construcción de un camino que la política debe atreverse a dar y que debemos transitar con la debida relación de fuerza, con una voluntad de disputa, con el acompañamiento de las grandes mayorías contra la desigualdad.
En nuestra provincia, transcurre el despertar de la primavera con temperaturas altas y comienzan a ponerse en tensión no sólo los ánimos de temperamento sino también los sistemas básicos del servicio de energía y agua. Se registraron los primeros cortes energéticos y las primeras faltantes de agua, sin control medido del uso y sin planificación de obras o inversión que nos haga pensar que nuestro sistema será cada vez más sólido y sin eventualidades.
Dentro del escenario político, el gobierno pretende dar la sensación que ha logrado sosegar con éxito la furia en las calles, conteniendo con recursos y concesiones los diferentes conflictos. Está claro que cuando hablamos del tema recurso, siempre en La Rioja se trata de una sábana corta, si a ello le sumamos la falta de criterio con la que se definen las prioridades. Sin embargo, esta semana se movilizaron los trabajadores municipales con una fuerte impronta, y entiendo que fue la acción organizada más importante de lo que va de la pandemia, en un momento que pareciera haberse aplanado un poco la curva de contagios.
Estos temas nos dan lugar a la pregunta que motiva la editorial de hoy, ¿la precarización laboral, es producto de malas gestiones o el resultado del neoliberalismo?
La Rioja cuenta con una alta tasa de trabajadores precarizados, que inclusive resulta difícil de medir de manera homogénea porque en su mayoría están disfrazados de distintos programas que pasan por ayudas económicas, pasantías, programas laborales, juveniles, de inclusión, etc.
Este esquema no es un fenómeno particular de nuestra provincia o del sector estatal solamente, sino que es parte estructural de la descomposición del sistema capitalista y de la necesidad de darle una respuesta paliativa a una continua expropiación de los recursos productivos. Con el avance tecnológico, el “recurso humano” comienza a sobrar en la tasa de ganancias y por lo tanto se han ido flexibilizando las conquistas laborales de todo el siglo XX. Hoy somos testigos de la precarización laboral como norma y no como excepción, este es un tema apasionante para desarrollar pero lo que vamos a tratar de identificar y poner en cuestionamiento es el punto en el que nos encontramos y cuáles son los grados de responsabilidad en los distintos procesos de gestión.
Para nuestra forma de ver se trata de una combinación de elementos, en un marco de expropiación de las subjetividades legitimando la precarización por el modelo neoliberal, y este no sólo es ilustrativamente un señor defensor de la propiedad privada, sino que existen las correas y eslabones que permiten un profundo nivel de agresión y dominio sobre los pueblos.
En nuestra provincia existe un porcentaje muy alto de trabajo precarizado donde el Estado provincial y municipal son el principal empleador. El 50% de la planta estatal de empleo público se encuentra altamente precarizado, y en áreas muy sensibles como son salud, educación, seguridad y servicios básicos como son aquellos relacionados a los municipios.
Está claro que ninguna de las gestiones, ni siquiera en los programas de campaña, tienen o por lo menos se plantean una repuesta posible y materialmente realizable. Una de las principales razones a este conflicto (rayando casi una tragedia) es que no se quiere romper el círculo del sistema feudal que le ha permitido a las consecutivas gestiones anclarse en el poder y manejar la caja de los fondos públicos.
¿Por qué en las distintas gestiones de gobierno nunca se planteó un esquema de desarrollo productivo superador o siquiera una matriz productiva, que no sólo dinamice la economía sino que genere empleo genuino como resorte de la soberanía provincial? Este no es un problema de ideas o iniciativas sino que es una decisión política dominante de preservar el status quo que hasta aquí le ha brindado privilegios e impunidad para constituirse inclusive en una nueva clase social. Y en esto me quiero detener un minuto, no voy a explicarles a los lectores cómo se fue configurando este proceso a partir de los cargos políticos que en las distintas gestiones se fueron acumulando y que hoy cuentan con determinadas prácticas, formas, vínculos, incluso zonas residenciales, con un sistema de locales comerciales o fincas productivas, dando movilidad a los recursos “públicos”. Lo delicado es que todo este entramado es vox populi, y el que se atreva a denunciarlo es perseguido por otro bastión del poder como es la justicia, y también lo decíamos en la editorial anterior, la justicia injusta que hace la vista gorda muchas veces en referencia a las conductas de algunas figuras políticas.
Pero así como se da esta configuración de las distintas gestiones de gobierno, se da también una creciente conciencia que busca sobreponerse. Entendemos que en la etapa de excepcionalidad que nos encontramos transitando es una oportunidad especial para romper este círculo perverso y premeditado.
En esta semana que pasó, tomó protagonismo también la celebrada conquista de la Ley Provincial de Cupo Femenino para cargos electivos, está claro que celebramos el avance y saludamos también que la ampliación de derechos en la búsqueda de la igualdad de género haya interpelado a las nuevas gestiones, pero hay que atrevernos a cuestionar todas las prácticas de la vieja política y lo decimos en relación a determinadas intervenciones en la cámara que dejaban a las claras que la votación era más una necesidad electoral que un proceso de maduración y de un salto cualitativo en la ampliación de derechos.
Es en relación al sistema electoral que todavía existe una deuda pendiente y fue una de las resistencias por parte de los diputados de la oposición. Estamos hablando de la Ley Electoral Provincial 5.139, un manual de operaciones de cómo garantizar la permanencia del poder del partido que gobierna hace 37 años ininterrumpidamente. Necesitamos una reforma en el marco de esta ley que permita reglas de juego más equitativas en un panorama de mucha gravedad económica, política y social. La profundización de la democracia es el camino para dejar atrás los elementos más conservadores del régimen dominante.
Es una tarea necesaria e imprescindible, agudizar el ingenio y la organización desde las condiciones planteadas por este contexto pandémico, contenerse con el que está al lado, preservarnos entre los comunes y apelando a lo colectivo, enriqueciendo o reocupando el sentido de la comunidad, hoy por hoy es fundamental.
A cuidarse mucho porque cada uno de nosotros, nosotras y nosotres somos esenciales para los constantes desafíos que la realidad nos impone.
*Por Fernando Gómez, Presidente del FERCOA, Dirigente del Frente Riojano de Organización Popular