Por Julio Fuentes – Secretario de Relaciones Internacionales UP
La guerra del Pacifico hace más de un siglo, que no fue otra cosa que la guerra por los intereses de los grandes capitalistas, enfrentó a estos dos pueblos.
Hoy se juega su destino, en el mes de octubre del 2020, el pueblo boliviano en un grandísimo esfuerzo por recuperar la democracia, y no cualquier democracia, sino la popular, plurinacional. Esa que con tanto esfuerzo y sacrificio venía construyendo hasta que la prepotencia de los EEUU y la complicidad de los cipayos locales, siempre dispuestos a dejarse untar o a defender sus privilegios, dieron un golpe de estado promovido y amparado por la OEA y su vergonzante presidente Luis Almagro.
Y Chile, que nos duele siempre, que el imperio norteamericano le hace pagar desde hace ya más de cuarenta años el valor de haberse planteado construir su socialismo, esta vez no de la mano de un pueblo en armas sino a través del voto popular.
Ambos, Chile y Bolivia, librarán en los próximos días una batalla desigual contra los poderosos, contra las ambiciones de dominación del imperio del norte y también contra la imposibilidad del libre pensamiento de nuestro pueblo.
El MAS en Bolivia representa las aspiraciones de emancipación del pueblo, la construcción de una nueva sociedad, de una Bolivia que quiere pararse autónoma e independiente frente a las demás naciones, una Bolivia que quiere dejar de ser la proveedora de materias primas, destino maldito desde hace 500 años, y quiere justicia para su pueblo y por sobre todo quiere ser pluricultural, diversa.
Los tratados universales han sido pisoteados en Bolivia: 37 muertes desde el quiebre democrático, más de 800 heridos y más de mil detenidos, el exilio de dirigentes del MAS, entre ellos Evo Morales, quien recibió el asilo de la república Argentina.
Llegar al día de las elecciones ha costado vidas humanas, represión, cárcel, exilio, no es un regalo del juego democrático. Es el esfuerzo de militantes, hombres y mujeres que han puesto el cuerpo para ir ganando palmo a palmo la posibilidad de que la voluntad popular pueda expresarse.
Un número muy importante de los compañeros y las compañeras bolivianas en el extranjero están en nuestro país, necesitamos que la militancia de nuestra fuerza política se comprometa en los próximos días para ayudar en todo lo que se pueda y más para que puedan emitir su voto, hay tarea concreta para apoyar a Evo y al pueblo boliviano.
En Chile, la explosión de octubre de 2019 no nació de la nada, sino que fue un proceso de lenta maduración en la bronca e indignación de un pueblo sometido por el terror a perder la vida primero y por el terror a perder el trabajo después.
Ese pueblo fue ganando paso a paso la batalla a la dictadura militar de Pinochet, la más larga y sangrienta de nuestro continente. Le arrebató al gobierno de Sebastián Piñera y a la impotencia de otras fuerzas políticas frente a un pueblo movilizado, la convocatoria a un mecanismo para reformar la constitución chilena vigente, hija de la dictadura y del neoliberalismo.
Ese paso del plebiscito será un gran trabajo, las organizaciones políticas y sociales se están poniendo al hombro la campaña por la aprobación de la reforma con asamblea constituyente. Este proceso permite que los chilenos y las chilenas comiencen a soñar una nueva constitución que satisfaga las ansias de justicia, libertad y soberanía del pueblo.
Esta tarea no será sencilla, ya que el proceso constituyente a partir de su ley de convocatoria tiene varias trampas, como mayorías especiales, para lograr que nada cambie. Mucho tendrá que ver el resultado del plebiscito y que las movilizaciones vayan tomando formas permanentes y asuman poder político, dando a la convención constituyente poder popular.
En Bolivia y en Chile se juega el sueño emancipador, la posibilidad de construir una nueva sociedad. Se juegan también los desafíos políticos de nuestras centenarias organizaciones sociales y políticas: cómo organizarnos, cómo interpretar a las personas de hoy, cómo construir las herramientas acordes a estos tiempos. Expresar la plurinacionalidad en Bolivia y en nuestra región, expresar al movimiento de la Plaza de la Dignidad que arrebató a las viejas estructuras la convocatoria a un plebiscito para refundar la patria, serán esfuerzos tremendos. Como escribió don Alfredo Zitarrosa “ no hay nada más sin apuro que un pueblo haciendo su historia”.