Esta nueva jornada histórica de lucha, tendrá por eje terminar con las diversas formas de violencia patriarcal hacia las mujeres y disidencias. En la Argentina hay un femicidio cada menos de 24 horas. La pandemia ha profundizado la precariedad de los sectores femenizados y esto impacta en la realidad de los hogares monomarentales. Específicamente en la CABA, una ciudad con presupuesto per cápita equivalente a importantes ciudades de Europa, la brecha de desigualdad por género medida en términos de ingreso, supera el 22%. Y esta brecha no va a reducirse si no resolvemos las 13 mil vacantes que nos faltan en el nivel inicial o si no reconocemos con plenos derechos laborales a las más de 4500 trabajadoras comunitarias (cocineras, promotoras de salud, promotoras de género, promotoras del espacio público, promotoras sanitarias, educadoras populares) que sin salario sostienen las políticas públicas en los barrios humildes de la ciudad y se encuentran en la primera línea gestionando la pandemia.
La desigualdad en el acceso a los servicios básicos, sobre quienes más impacta es sobre quienes realizamos tareas de cuidado. Aquí en el distrito más rico del país, 1 de cada 7 porteñas y porteños no acceden formalmente al agua potable. En las villas, asentamientos y barrios humildes de la ciudad son las mujeres las que destinan buena parte del día para aprovisionarse de agua potable o quienes cuidan a nuestra infancia que se ve expuesta a mayores enfermedades por no acceder formalmente a este bien esencial. La falta de acceso a la conectividad no sólo ha interrumpido la continuidad pedagógica de las niñas y niños durante la pandemia, sino que además ha sobrecargado a las mujeres de tareas. La falta de políticas habitacionales con perspectiva de género tiene como consecuencia que la mayoría de los hogares inquilinos que hoy enfrentan deudas impagables sean hogares a cargo de mujeres. Y que la crisis habitacional en la Ciudad sobre quienes más impacte sea sobre las mujeres y las disidencias. El modelo urbano que se consolida en la Ciudad de Buenos Aires, es un modelo patriarcal, en tanto reproduce las lógicas del patriarcado de concentración y reproducción del poder. Concentración del suelo urbano por parte de las grandes desarrolladoras inmobiliarias con la complicidad del poder político de la Ciudad, un modelo de despojo y extractivo de nuestro patrimonio común, que tiene como consecuencia la precarización de todas las dimensiones de la vida urbana.
Por eso, este 8M en la Ciudad queremos exigirle al jefe de gobierno políticas urbanas con perspectivas de género para terminar con las múltiples formas de violencia patriarcal hacia las mujeres y disidencias.
- Democratizar el espacio público para transitarlo en igualdad de condiciones. Para eso necesitamos mejorar la calidad e incrementar los espacios verdes, incorporar luminarias para garantizar el derecho a la nocturnidad e implementar senderos seguros.
- Acceso formal a los servicios públicos de agua potable, conectividad y tendidos eléctricos.
- Políticas para quienes realizamos tareas de cuidado y de esta manera terminar con la doble o triple jornada laboral.
- Políticas habitacionales con perspectiva de género.
- Reconocimiento salarial y con plenos derechos de las trabajadoras comunitarias.
Nina Brugo y María Eva Koutsovitis