Por Juan Carlos Giuliani*
Hubo voto bronca. El ajuste hizo derrapar al Gobierno y perder las PASO. No alcanzó ni siquiera la inmensa Campaña de Vacunación llevada adelante para combatir la pandemia. Esta derrota estrepitosa nos interpela a ganar las calles para exigir que el Gobierno modifique sus políticas conciliadoras con los dueños de la Argentina y cumpla su compromiso de devolver la dignidad a los humildes. No se puede mejorar la situación de los pobres sin tocar la riqueza. Sólo se pueden sostener las políticas sociales combatiendo los privilegios con la movilización popular. Pero la movilización parece ser uno de los mayores temores del “progresismo”.
El Ministro de Economía, Martín Guzmán, se ufana de mantener el Déficit Cero y achicar el Gasto Público, o, lo que es lo mismo, podar las partidas destinadas a la ayuda social. Con un 50 por ciento de pobres y un 50 por ciento de inflación, el país no se puede dar el lujo de tener un Ministro de Economía que sólo se dedica a negociar con el FMI una Deuda ilegítima, ilegal, inmoral. El posibilismo es un cáncer que corroe las experiencias construidas de arriba hacia abajo, a puro aparato, con sectarismo, sin abrir las compuertas a la participación popular.
Ahora se podrán ensayar mil excusas, argumentos de todo tipo para culpar a terceros del fracaso, seguir esquivando la autocrítica a fondo, señalar con el dedo a los mariscales de la derrota y explicar lo que pasó como si fuese una fatalidad histórica. A los abanderados del posibilismo les cuesta admitir que se está a punto de dilapidar una oportunidad histórica para devolver un cacho de felicidad a nuestro pueblo y resembrar la Justicia Social en nuestra Patria.
Existe la tentación de parte de la militancia de responsabilizar al electorado de votar a sus verdugos. Una suerte de “Síndrome de Estocolmo” con los depredadores de los derechos sociales. Se niegan a ver que la gente votó lo que votó porque hoy se siente peor que cuando el Frente de Todos llegó al Gobierno. Porque hay hambre, bronca y decepción en las barriadas populares. Por la pauperización de los sectores medios y la desesperanza colectiva. Así de simple. Y si no se da un golpe de timón a las políticas pusilámines en marcha que no le hacen ni cosquillas al poder y se atienden en serio las demandas populares, volverá a cumplirse la profecía: El “progresismo trucho” terminará asfaltando el regreso de la restauración oligárquica.
Después de este mal PASO -en el marco de esta democracia formal recuperada hace casi cuatro décadas en donde sigue vacante el protagonismo popular- sólo queda una certeza entre tanta incertidumbre: Como lo ha sido siempre, los derechos y conquistas ganados por los trabajadores con sus luchas a lo largo de la historia, serán defendidos por la propia clase. Nadie nos ha regalado nada. Nadie, que no seamos nosotros mismos, defenderá lo que no seamos capaces de mantener y restaurar.
El Gobierno quedó encerrado -una vez más- en una trampa dialéctica: Preso de un discurso “progresista” en lo histórico y cultural, y marcadamente ortodoxo en materia económica, manteniendo invictos los privilegios de los ganadores del modelo extractivista que sigue vivito y coleando en estos parajes del fin del mundo.
Frente al avance de las fuerzas oligárquicas y fascistas es urgente y necesario convocar a la movilización popular en reclamo de una justa distribución de la riqueza; soberanía sobre nuestros bienes naturales; democracia participativa; Reforma Impositiva para que paguen más los que más tienen; Salario Universal; gravamen a las rentas extraordinarias; nueva Ley de Entidades Financieras; no pago de la Deuda Externa; Comercio Exterior soberano con control popular; Impuesto a la Riqueza; defensa y promoción de la Educación y Salud públicas.
No será sencillo dar vuelta la taba de acá a noviembre. Pero hay que intentarlo en defensa propia. Haciendo lío. Pateando el tablero. Confrontando con los mensajeros de la resignación y apostando a la vocación transformadora de los trabajadores y el pueblo.
Para propiciar el debate de otro modelo productivo que interpele a este régimen extractivista, expoliador, colonial y no sustentable que conspira contra el bienestar de nuestro pueblo y la Soberanía de la Nación.
*Presidente de Unidad Popular de Río Cuarto, Córdoba