Por Daniel Escotorin*
Una derrota inesperada. No fue hasta casi el final del día que nos cayó la ficha de que algo no había salido bien en las elecciones en todo el país, los números no permitían tener una lectura positiva, excepto en que el resultado es una tendencia no definitiva para las generales de noviembre y que por lo tanto hay un tiempo para buscar revertir este escenario.
Los condicionantes están a la vista, podremos variar en el peso de cada uno pero la realidad es que tuvo más influencia las carencias y tibieza del gobierno que el consabido ataque de la reacción: inflación! pobreza consecuente, desocupación. En lo inmediato la estrategia de armado electoral también marcó deficiencias que se pagaron ayer.
Cada provincia tendrá un análisis particular sobre estas realidades que ya irreversibles obligan a un esfuerzo enorme para revertir o achicar brechas en noviembre.
JxC va a correr su discurso más a la derecha, sí se puede, porque los números de Milei fueron tremendos. Frente a esto no cabe una guerra discursiva sino un replanteo de políticas y decisiones que comience a mostrar que este gobierno de transición, transita hacia un modelo concreto y no solo administra la crisis y la postpandemia. Un pronunciamiento del Frente o de sectores en términos de líneas y propuestas podría servir para revitalizarlo.
En Salta de forma casi agónica, el frente se impuso por un par de miles de votos. Frente armado con el gobierno provincial y PJ contra una derecha dividida y obligada a pensar un esquema distinto: en JxC ganó el olmedismo, lo que puede darle un perfil más amplio o una fuga de votos hacia Unidos por Salta, de Durand Cornejo o viceversa, dependerá del tipo de campaña que planteen ambos. Lo que queda claro es que Estrada, candidato del Frente de Todos, lejos está de representar la necesidad del gobierno de pisar el acelerador y avanzar en medidas concretas de cambio.
El partido escindido del frente, Felicidad, superó el piso y se planta como una opción visible y expresa ese sector progresista y disconformes con el armado oficial. Puede crecer en votos pero estarán sujetos a una segura presión para desistir de su presencia, dado los más de treinta mil votos obtenidos. En ese esquema el frente ya debilitado por falta de dirección, y con la injerencia del oficialismo más los números de las elecciones provinciales estaría obligado a un rearmado para el 2023.
Algo que en otras provincias sucederá de hecho.
*Presidente de Unidad Popular Salta