Es mendocina, profesora universitaria de letras y estudiante de derecho. Es madre de una niña de tres años, feminista, militante de mucho tiempo y muchas causas, y también Secretaria de Género de la Unidad Popular. Celeste Avogadro, de 38 años, asegura que debemos decolonizarnos, repensar nuestras relaciones con otrxs y con el capital y que dos movimientos van en esos caminos y marcarán a la humanidad: el ambientalismo y el feminismo.
Con la excusa del 25 de Mayo, arranca la charla con contundencia: “Es todo a lugar pensar hoy en la revolución. Estamos en la UP porque creemos que todavía estamos luchando por la segunda y definitiva independencia. En la Revolución de Mayo se gestó gran parte del pensar al pueblo como soberano de las decisiones políticas y sigue siendo la gran deuda que tenemos, en términos de nuestra democracia y nuestro sistema político y de nuestros movimientos también, tanto para adentro como para afuera: cómo democratizamos nuestras estructuras y cómo construimos una alternativa política donde el pueblo sea realmente soberano”, explica.
Consultada sobre cuáles serían los ejes centrales de esa revolución que necesitamos hoy, la joven no duda en responder que el primero “es la construcción de una democracia realmente participativa”. Aclara que se refiere a “una democracia que permita que el pueblo no solamente delibere sino que tome decisiones y que éstas se vean plasmadas en los destinos del país. Y pone como ejemplo una de las luchas más cercanas y de la que fue parte, aquella que protagonizó el pueblo mendocino en defensa del agua, para que no rematen la cordillera, por los bienes comunes. “Uno de los planteos que hacíamos es qué pasaría si el pueblo no solamente se movilizara en las calles y resistiera lo que los supuestos representantes que votamos deberían representar, sino que también tuviera instancias de participación directa, como iniciativas o consultas populares vinculantes, donde el pueblo diga lo que quiere y lo que no. En Mendoza el tema de la falta de instancias de participación democrática reales se notó mucho”, concluye.
Otro de aquellos ejes, expresa, “tiene que ver con decolonizarnos en todos los sentidos, decolonizar el pensamiento, la manera de relacionarnos e incluso pensar alternativas políticas que nos permitan discutir la relación con el capital”. Para Avogadro, la subsistencia del mundo depende de “discutir el lugar que el capitalismo construye en el pensamiento y en las ideas de cada unx de nosotrxs”.
Feminismo y ambientalismo
En ese sentido, la Secretaria de Género de la UP analiza que “hay dos grandes movimientos políticos, sociales y económicos que son los que van a atravesar la historia de la humanidad y que han avanzado en estos dos puntos. Uno es el feminismo, como una construcción y como un movimiento realmente revolucionario, que plantea entre otras cosas que lo personal es político, reconocernos como personas, como mujeres, como oprimidas en un proceso y en un sistema. Si nosotros queremos cambiar la política y el sistema tenemos que cambiar la forma en cómo nos vinculamos entre nosotrxs. El otro, sin lugar a dudas, es el ambientalismo. No el que te dice que todos somos culpables o que todos somos responsables. En esto hay que hacer énfasis porque se ha construido un discurso sobre que es tan responsable el que derrocha agua como la megaminera que te revienta la cordillera y contamina el agua o las sojeras que te llenan de agrotóxicos lo que comemos. Y no somos igual de responsables. Creo que el ambientalismo, el que de verdad identifica a los responsables, ha venido a plantear un antes y un después en las luchas de nuestros pueblos, de América Latina y del mundo. Ha venido a plantear que tenemos una tarea fundamental que es garantizar la subsistencia pero hacerlo a partir de la subsistencia de la tierra, del ambiente y del ecosistema en el que vivimos, que no podemos vivir si no vive la planta, la tierra, porque sino no podemos comer”.
De la mano de estos dos movimientos, se enlaza lo económico. “En línea con Boaventura de Sousa Santos, creo que nos han educado en la ética no sólo del consumo sino del control. Entonces como humanidad creemos que somos poderosos porque podemos controlar la naturaleza o la manera de vincularnos con lxs otrxs. Desde ahí él plantea algo, que creo que es el tercer eje, que es una ética de humanidad distinta a la que tenemos, que viene de la mano de la forma de relacionarnos con lxs otrxs y con la naturaleza, de cómo construimos nuestras familias. Creo que una ética transformadora de la política es fundamental”, afirma. Y aclara, para reforzar su posicionamiento: “Ni el ambientalismo ni el feminismo son perfectos y no están exentos de estas cosas, pero nos estamos haciendo otras preguntas y tenemos el deseo de cuestionarnos”.
La UP y el trabajo en géneros
Celeste manifiesta un profundo sentido de la responsabilidad por la tarea que le han encomendado a cargo de la Secretaría de Género de la UP. Y antes de hablar de los proyectos y los planes, destaca la importancia de contar con una carta fundamental: “tenemos en UP a la compañera Nina Brugo, tenemos a una de las brujas históricas de la lucha del feminismo cuando era la lucha de unas pocas. Tenerla como compañera y que nos guíe y sea un faro, para mí es muy importante”, asegura.
Luego, puntualiza que en la charla con las compañeras la primera intención que surge es la de encontrarse. “Parece algo menor pero no lo es. Tenemos un partido con base sindical, un espacio con un perfil muy patriarcal. Por ende, tenemos que encontrarnos, escucharnos, intercambiar, construir consensos, formarnos. Y empezar a plantear cosas objetivas y concretas, como que se discutan de manera democrática los lugares para las compañeras y que tengamos una representación mínima de 50-50, pero yendo hacia un 70-30 de representación al interior del partido. Porque acá tenemos que lograr que esos espacios se abran, y eso también es una decisión de nuestros compañeros varones”, enfatiza.
Otro de los objetivos que tienen en mente es “construir un espacio en el que las compañeras sepan que pueden pedir ayuda si la necesitan, para saber que una pertenece a una estructura donde hay un equipo de compañeras que te van a sostener, abrazar y ayudarte para salir adelante, tanto de la violencia que pueda surgir hacia el interior de nuestras estructuras, como de la violencia que se vive en las familias, en el laburo o en cualquier espacio”, explica.
También plantea la necesidad de “discutir qué es ser mujer en nuestra estructura, en nuestro espacio, en nuestro movimiento. No sólo hablamos de UP sino de toda una corriente de pensamiento, de militancia, de perspectiva política común. Tenemos herramientas que suelen ser muy corporativas y se quedan solamente en su reivindicación. Yo podría proponer un esquema de trabajo con el objetivo de formarnos en feminismo, que hay que hacerlo, pero si no entendemos que el feminismo tiene que estar en la lucha ambiental, en la lucha electoral, territorial, de los trabajadores y de las trabajadoras y atravesar eso, nos vamos a seguir formando con una mirada muy sesgada”. Por ello apunta que la intención, “quizás un poco ambiciosa”, va por ahí: “pensar nuestro rol como mujeres en la corriente político ideológica a la que pertenecemos”.