En San Telmo y Montserrat se encuentran los ORÍGENES de NUESTRO PAÍS. El valor del PATRIMONIO tangible e intangible, la identidad del CASCO HISTÓRICO es invaluable y, quienes elegimos estos barrios para vivir, nos comprometimos con su preservación y defensa.
Ahora el GCBA pretende “transformar” el barrio ensanchando 72 veredas (para llenarlas de mesas de bares), nivelar la calzada con las veredas y colocar bolardos (balas de cañón) para impulsar una transformación de la calidad de vida y de las dinámicas sociales y económicas del Barrio (Gentrificación residencial y comercial). El GCBA no está cumpliendo con su rol de garantizar la compatibilidad entre los usos comerciales y los usos residenciales. El descontrol del uso del espacio público por parte de los comercios genera una invasión del ruido a las viviendas intolerable.
Este proyecto se está ejecutando de golpe y de forma avasallante, violando las normativas que protegen al Casco Histórico, sin participación ciudadana y sin que se haya realizado una Evaluación de Impacto Ambiental Acumulativa de todos los proyectos y obras que están en ejecución y proyectados.
Además, el GCBA ha desprotegido al barrio, quitándonos las Comisarías (2da y 14), como un nuevo intento de condenar a la ZONA SUR a la inseguridad y la percepción de “tierra de nadie”.
Claramente, con todo este accionar, el GCBA está generando las condiciones para la expulsión de los habitantes del barrio, al querer convertir a San Telmo en un CORREDOR gastronómico-turístico.
Siguiendo la lógica mercantilista decidió que el dinero obtenido de las excepciones inmobiliarias para construir torres sea destinado a revitalizar el casco histórico de la ciudad. En los sectores de oficinas impulsará su residencialización. Y en el sector residencial estimula el crecimiento de la oferta de comercios y servicios gastronómicos, liberando el uso del espacio público. Se pretenda pasar de un barrio histórico a un barrio turístico, un claro ejemplo de un proceso llamado de Turistificación (gentrificación por el turismo)
En esta línea está avanzando con obras en el espacio público necesarias para el mantenimiento del patrimonio como la recuperación de las fachadas o el adoquinamiento de calles asfaltadas en los últimos años.
El problema no es el fin sino cómo está llevando adelante este proceso.
Por una parte, el casco histórico no solamente son los edificios sino también sus habitantes. Por eso corresponde mejor hablar de Barrio Histórico. En pandemia sus habitantes están sufriendo la falta de control por los ruidos molestos del uso del espacio público por los bares y restaurantes. Las nuevas obras en el espacio público no evaluaron esta situación y van a estimular que el casco histórico se transforme en un polo gastronómico a cielo abierto convirtiendo el barrio en invivible para las familias.
Y, por otro lado, algunas de las obras van a violar la protección que establece el Código Urbanístico para el área. Por ejemplo, la nivelación de la calzada con las veredas va a destruir la morfología histórica del barrio. Los adoquines que se están instalando son de granitillo y no de granito, que es el adoquín que históricamente se colocó en el área de protección histórica N° 1 (APH1), con la cual se denomina al casco histórico.
Las ciudades son dinámicas, pero en ese dinamismo, la planificación y la protección del valor histórico requiere que de forma democrática se decida qué sectores son los que no se van a alterar para que las futuras generaciones puedan disfrutar de dicho patrimonio. El casco histórico se está transformando en un espacio para el turismo más en la ciudad, perdiendo su identidad y su arraigo barrial.
“Un barrio sin habitantes es un barrio muerto“. Arq. Peña
Por tal motivo, los invitamos al grupo AUTOCONVOCADXS de San Telmo | ¡¡POR UN BARRIO Y CASCO HISTÓRICO !!