Claudio Lozano, presidente de Unidad Popular, se refirió a la decisión de implementar el programa de «Precios Justos«.
Para Lozano, este programa que pretende congelar 1400 productos por cuatro meses como estrategia de combate a la inflación vigente, obliga a hacerse algunas preguntas.
a) ¿Se obligará a las empresas a retrotraer los precios que han incrementado desde el mismo momento en que comenzó a hablarse de estos 1400 productos?
b) Si congelamos bienes de consumo final, ¿qué pasa con la evolución de los precios de los insumos de uso difundido? ¿Se van a controlar? ¿Quién?
c ) ¿En qué medida una canasta de precios sobre 1400 productos puede servir de ancla del proceso inflacionario general?
d ) ¿Qué nivel de facturación de las empresas está comprometido en estos 1400 productos?
e ) ¿No hemos probado ya esta estrategia con magros resultados?
Durante la gestión del Sec. de Comercio Roberto Feletti se partió de una canasta de 1700 productos y se llegó en Enero a establecer control sobre la evolución de 3000 productos y se involucraba el 20% de la facturación de las empresas. Sin embargo, los resultados fueron limitados y transitorios.
f) ¿Alcanza con el control de los consumidores?
Por más sofisticada que en lo tecnológico sea la aplicación que se utilice, ¿quién controla el abastecimiento de los productos?
¿Quién controla que no se modifiquen las cantidades contenidas en cada producto?
¿Quién controla que no se sustituyan productos sujetos a control por otros similares y no controlados?
Estas y miles de otras alternativas no pueden ser controladas por los consumidores individuales.
La necesidad de Mesas por cadena de producción con participación de todos los actores (trabajadores, empresarios de todos los tamaños, organizaciones de consumidores y el Estado), resulta indispensable para un ejercicio razonable de administración del sistema de precios.
Las preguntas y observaciones formuladas no deben entenderse como que el programa no pueda cumplirse por un par de meses. De hecho, el colchón acumulado por las principales firmas en todo este tiempo de remarcación salvaje, es una de las razones que puede posibilitar que esto funcione un par de meses.
Simplemente lo que se intenta con estas observaciones es acotar el significado y alcance de la propuesta de Precios Justos.
Se trata, una vez más, de una estrategia compensatoria, con escaso impacto esperable sobre el índice general de inflación y supone otra vez, seguir postergando la aplicación de un «Programa Popular Antiinflacionario» que aborde de manera integral este problema, que es el principal que tiene hoy la economía argentina.
Y hablo de Programa Popular porque de lo que se trata es de instrumentar un congelamiento de precios pero sobre la base de impulsar en el inicio un conjunto de medidas redistributivas que mejoren la situación de ingreso de la población trabajadora.
Preciso este punto para diferenciar lo que estoy proponiendo de la lógica clásica que suele caracterizar a los planes de estabilización.
En los últimos días se han rememorado los planes que en este sentido se aplicaron en la Argentina desde 1983 para acá. El Austral, el Primavera y la Convertibilidad han sido considerados.
Es indispensable señalar que todos ellos se asentaron sobre la caída del salario real tal cual lo señala Emanuel Álvarez Agis en el último estudio de su consultora.
Es indudable que sería sumamente difícil en la Argentina de hoy luego de 6 años de deterioro de las condiciones de vida, con casi 40% de pobres y casi 10% de indigencia, pensar en ir a una estabilización sobre la base de hacer más regresiva la distribución. En este sentido, esos planes no constituyen un sendero a transitar.
Quizás haya que mirar otra experiencia de congelamiento que también existió pero de la cual se habla poco. Es el caso del Plan Gelbard en el último gobierno de Perón.
En dicho plan, el congelamiento de precios se articuló con un incremento salarial en base a una suma fija tendiente a impactar en mayor medida sobre los salarios más postergados, un incremento del 40% en las asignaciones familiares, y otro de 28% en las jubilaciones.
En ese marco, salarios y precios se mantenían congelados hasta junio de 1975 con una actualización salarial a mediados del 74 en base al incremento de la productividad. En dicho período las Convenciones Colectivas se mantenían vigentes pero para la discusión de las condiciones laborales. Es más, hay algo relevante en el plan Gelbard que viene a cuento de la puesta en marcha del Programa Precios Justos.
En el marco del congelamiento con redistribución de ingresos planteado se seleccionaron un conjunto de productos relevantes en la canasta familiar y que afectaban el poder de compra de los asalariados como alimentos, productos farmacéuticos, artículos de indumentaria y calzado, sobre los que se implementó una reducción de sus precios. Se fijó también una reducción en el valor de la carne en el Mercado de Liniers y en las carnicerías y se fijó un precio máximo para el trigo con el objeto de asegurar precios razonables para la harina.
Seguramente se podrá decir que este Plan era la expresión de otra Argentina. Es posible pero tan otra como la del Austral, el Primavera o el comienzo de la Convertibilidad. La verdadera diferencia pasa por los diferentes objetivos políticos que diferencian al último Gobierno de Perón, respecto a los que sostenían ya Alfonsín con el Austral o Menem- Cavallo con la Convertibilidad.
En el caso de Alfonsín la prenda de cambio que Alfonsín pagó para tener apoyo externo (el FMI) e interno (poder económico local) fue abandonar las propuestas de redistribución de ingresos y de investigación de la deuda pública que promovía Bernardo Grinspun.
En el caso de la Convertibilidad, esta no hubiese existido sin el Plan Brady y el desguace estatal vía privatizaciones.
El Plan Gelbard en cambio se sostenía en la movilización popular y la expresión de esta en el retorno de Perón y su gobierno.
La experiencia del Frente de Todos solo puede pensar en una estabilización de los precios en el marco de la puesta en marcha de un proceso de redistribución de ingresos.
Cualquier otra alternativa corre el riesgo de buscar apoyos que desnaturalizarían la experiencia del Frente, y que seguramente exigirían a cambio del congelamiento de los precios, no solo el mantenimiento de la subordinación al FMI y al endeudamiento, sino también una apertura aun mayor de nuestros recursos naturales (Litio, Famatina, Vaca Muerta etc. )