Claudio Lozano, precandidato a presidente de Unidad Popular, sostuvo que: “Los datos de inflación de febrero no sólo transforman en una quimera la pauta anual del 60 % prevista por Massa (el IPC debería medir un 3,5 % de acá a fin de año), sino que vienen acompañados de dos informaciones sumamente preocupantes.
Por un lado, la evolución del rubro Alimentos y Bebidas (9,8%) basado en el impacto de la carne, los derivados de la leche y los huevos no hacen más que pegar duramente en la canasta alimentaria y por tanto aumentan los porcentajes de pobreza e indigencia. Vale agregar que en el GBA incluso los alimentos superaron el promedio nacional. Se ubicaron en el 10,2%.
Como suele ocurrir el Poder Judicial hace su aporte al índice de precios.
El freno puesto al decreto del Ejecutivo declarando servicio público las telecomunicaciones e Internet explican una vez más que este ítem supere el promedio (7,8%).
Pero el otro dato grave que exhibe el mes de febrero es el comportamiento de la inflación núcleo que escaló al 7,7% tiñendo de negro la perspectiva de marzo. Si en febrero donde los precios regulados y los estacionales bajaron el promedio del 7,7% al 6,6%, no es esperable la misma situación en marzo. El resultado obtenido plantea un escenario de absoluta resignación frente a lo que puede ocurrir en el futuro. Las conclusiones evidentes que surgen son tres:
a) Una vez más los formadores de precios se ríen del gobierno y de sus estrategias de control. La necesidad de establecer mecanismos de control social antes que los productos lleguen a la góndola o a los almacenes sigue siendo una prioridad, así como la capacidad estatal para intervenir sobre las empresas. Se ríen del gobierno.
b) El programa del FMI es inflacionario y recesivo. Lo es desde un comienzo y lo sigue siendo con las limitadas flexibilizaciones que se han negociado y que no sabemos aún si se han aprobado. Los datos son elocuentes. En marzo del 2022 la inflación anual era del 50%, hoy ya está en 102%.
c) En el tercer trimestre del 2022 (último dato público disponible) la pobreza, descontando el efecto estacional del aguinaldo, involucraba ya al 41,1% de la población. Es obvio que hoy ese porcentaje es un piso ya viejo para pensar en la magnitud del empobrecimiento de nuestro pueblo. No hay expectativas positivas respecto al nivel de ingresos y del empleo. Por ende, las condiciones de vida continúan su curso de deterioro y la pobreza sigue creciendo”.