Democracia, sistemas productivos y emergencia socioambiental
Argentina va a cumplir en este 2023, cuarenta años sin golpes de Estado.
En 1912, la Ley Sáenz Peña estableció el voto secreto y obligatorio para los hombres, en 1947 se extendió a las mujeres. Nuestro pueblo voto regularmente todos estos años. Sin embargo, a partir de 1930 y hasta 1983 ha habido una constante de golpes de Estado que han derrocado gobiernos constitucionales.
En ese lapso de cincuenta y tres años hubo 6 levantamientos cívico-militares que tomaron el poder por asalto imponiendo catorce facciosos como presidentes. Todas dictaduras, las cuatro primeras provisionales y las dos últimas (1966 y 1976) de carácter permanente. Siempre burocráticas y autoritarias. Particularmente la última, 1976 a 1983, fue Terrorismo de Estado. Violaron masiva y sistemáticamente los derechos humanos, produjeron miles de desapariciones forzadas, asesinatos, torturas, robos de bebés, violaciones, encarcelamientos ilegales, persecuciones ideológicas y exilios forzados. Violencia sin límites.
Por eso, cuatro décadas de continuidad institucional, de voto popular, han sido interpretadas como un paso en la dirección correcta, aunque no se hayan desarrollado plenamente las herramientas de una democratización que alcance a toda la sociedad y en especial a los sectores más vulnerables. Es cada vez más evidente que la democracia real ha sido vaciada: debilidad, complicidad y/o ineficiencia política van generando un escenario de escepticismo y aún abstencionismo ciudadano que señala la ausencia de representación y de respuestas políticas para resolver los problemas sociales, económicos y ambientales que se consolidan y agravan.
Varios factores confluyen a reforzar la ineficacia política que licúa la democracia: la abultada, ilegal e ilegítima deuda externa, las presiones de los Organismos de Crédito, la dependencia del mercado externo, el desmantelamiento de la industria nacional, la connivencia política con los grupos económicos dominantes, Noam Chomsky, el intelectual norteamericano más significativo de nuestra época, los denomina “Gobiernos de Facto Empresarios” por su capacidad de presionar e imponer las condiciones de producción, de trabajo, de comercialización para sus negocios, absolutamente reñidas con nuestros derechos y nuestra soberanía.
Como resultado se han venido implementando sistemas productivos y extractivos gravemente lesivos, repletos de venenos, explotando trabajadores, saqueando nuestros bienes naturales, aún los no renovables, con escasos y hasta nulos controles por parte de las autoridades responsables.
Depredación, contaminación, saqueo. El suelo, el aire, el agua, la diversidad biológica agredidos, contaminados químicamente, erosión, pérdida de fertilidad, expulsión de comunidades.
Los sistemas productivos impactan la salud, contaminan alimentos, aceleran el calentamiento global, destruyen ecosistemas, empujan el colapso anunciado por los Organismos científicos de todo el mundo.
El Ecocidio del Antropocentrismo ciego que cree poder subsistir destruyendo la base material del planeta.
Transformar los sistemas políticos en vida democrática, es democratizar ciertamente las relaciones, establecer la participación vinculante, favorecer el empoderamiento de nuestros pueblos, afrontar la realidad, construir certidumbres, articular compromisos, visibilizar las causas del desastre y comprenderlas y actuar sobre ellas para revertirlas.
Los sistemas productivos son la clave de este mal desarrollo y efectivamente deben y pueden ser modificados, eliminados o reemplazados por otros cuya eficacia y salubridad está reiteradamente demostrada.
En esto, literalmente, se nos va la vida
Por eso en nuestra próxima actividad desarrollaremos el vínculo democracia – sistemas productivos en el sus recíprocas influencias e impacto sobre la problemática socio ambiental.
Los esperamos!!!