➡️Un primer aspecto a considerar, es que esta visita de un importante funcionario del Reino Unido a nuestras Islas Malvinas, como es el caso de su encargado de Relaciones Exteriores, David Cameron, constituye una flagrante violación a los marcos preexistentes en los que debe encuadrarse el tratamiento del conflicto sobre Malvinas y el Atlántico Sur, que es centralmente una disputa por la soberanía sobre las islas y espacios marítimos correspondientes. Ello implica que se desconocen Resoluciones clave de las Naciones Unidas como la 2065 que reconoce la existencia de un conflicto de matriz colonial y exhorta a las partes a sentarse en una mesa de negociaciones para darle un curso de solución definitiva por vía diplomática. En concreto, se violan además las declaraciones en el marco de las sesiones anuales del Comité de Descolonización que han sostenido en forma permanente la existencia de un conflicto, situación que Gran Bretaña omite en forma reiterada.
➡️Un segundo aspecto relevante, tiene que ver con el plano geoestratégico regional del Atlántico Sur. Gran Bretaña avanza en la consolidación económica, financiera y militar de un territorio marítimo que constituye en sí mismo una base militar de la OTAN en nuestro Atlántico Sur, que es, desde hace casi 40 años, una zona de paz y cooperación que rechaza los reiterados actos de fuerza que perpetra el Reino Unido. Además, la consolidación de la ocupación ilegal e ilegítima de nuestras Islas y territorio marítimo de nuestra plataforma, implican la garantía de protección de los intereses antárticos británicos. Para ello, en los últimos años, el Reino Unido ha consolidado un esquema de comunicaciones y logística por vía aérea y marítima, con el objeto de asentar su presencia en el Atlántico Sur de modo permanente. En tal sentido, resulta relevante tener en cuenta que hace rato funcionan auténticos puentes aéreos que facilitan la logística británica y que unen ciudades relevantes de la región sudamericana como Punta Arenas, en Chile, Montevideo, Uruguay y Río de Janeiro, Brasil. ¿Qué queremos decir con esta afirmación? Que, por desgracia, existe una facilitación de este accionar logístico británico que cuenta con soporte aeroportuario en regiones estratégicas de países hermanos como Chile, Uruguay o Brasil que, por omisión, terminan siendo parte de un esquema funcional a la proyección de poder británico en la región. Aquí resulta clave consolidar los acuerdos diplomáticos vigentes a través de los que nuestros hermanos en la región se han manifestado siempre en apoyo al reclamo soberano de nuestro país. En tal sentido, las posiciones de Chile y Uruguay, fundamentalmente, suelen incurrir en una política de doble estándar que es fundamental poner en cuestión, a los efectos de consolidar un frente sudamericano común contra el agresor británico.
➡️En tercer lugar, Gran Bretaña actúa con una estrategia clara. Asume la centralidad del principio de autodeterminación que es contrario al principio de integridad territorial que sustenta nuestra postura diplomática histórica, con el objetivo de vincularlo a una estrategia de poder blando en el marco de la Comunidad Británica de Naciones, basado en la promoción de una agenda «positiva» que reúne actores públicos y privados y la promoción de un lobby permanente en función de argumentar el «relato británico» legitimador de su presencia en el Atlántico Sur. Es decir, poder efectivo que se entiende como la suma de capacidades materiales concretas, protección de poder marítimo y penetración cultural vía políticas de prestigio.
➡️Otro aspecto central, es la consolidación de los intereses pesqueros ligados a la ocupación británica luego de 40 años de actividad depredadora en nuestros espacios marítimos soberanos. Allí también hay una política de doble estándar practicada por países como España, China, Taiwán, entre los principales, cuyas industrias pesqueras están asociadas hace años a las estrategias “ganar ganar” con las concesiones pesqueras kelpers. El otro interés central es el hidrocarburifero, y el avance explícito de los británicos a través de sus empresas asociadas a otras firmas internacionales en la posible futura explotación de la cuenca Malvinas Norte. Esto último debe complementarse con la presencia de grandes empresas británicas como British Petroleum o Tullow Oil, que detentan permisos de exploración otorgados en el último año de gestión de Mauricio Macri en la cuenca Malvinas Oeste. Si bien en esta área no se ha avanzado en forma concreta, el hecho que la Argentina no haya desconocido estos permisos durante la Administración de Alberto Fernández, implica que esos derechos obtenidos por empresas que forman parte del interés estratégico del ocupante, se han consolidado con claridad, y ganan margen de maniobra ante lo que parece ser una reedición infame y traidora al interés nacional de aquel esquema menemista macrista basado en la «remoción de obstáculos» para la normalización de las relaciones bilaterales entre Argentina y Gran Bretaña que el gobierno Milei reactualiza con claridad.
Ante la ilegítima e ilegal ocupación británica, la tarea principal es entender que no hay modo de ser fiel al reclamo histórico sobre Malvinas, de honrar a nuestros héroes y defender la soberanía, si no se asume una estrategia integral de recuperación de nuestra perspectiva como nación, perspectiva de la cual carece el actual gobierno de nuestro país.
Claudio Lozano
Presidente UP