(Miradas al Sur) En diálogo con Miradas al Sur, el economista graduado en la Universidad del Salvador y actual candidato a senador por el partido Camino Popular, señaló que esta particular postura política se funda en la búsqueda por configurar una nueva experiencia partidaria, “que recupere las tradiciones populares del radicalismo, el peronismo, y la izquierda, pero sin formar parte no del PJ o de la reconstitución de la UCR”.
–¿Sentía que ése era también el objetivo del Frente Amplio Progresista (FAP), con el que recientemente rompió?
–El FAP era un frente en el que confluyeron sectores del socialismo, del radicalismo y algunos del peronismo, con un manejo distinto al de las estructuras tradicionales. Pero en el momento donde sus fuerzas sociales y políticas, en lugar de mantener los criterios fundacionales se sumaron a la comparsa de reconstruir el radicalismo, nosotros decidimos que no teníamos nada que ver. Esta reconstitución es de hecho lo que hace la experiencia de UNEN, donde queda involucrado no solo las fuerzas que integraban el FAP junto a nosotros, sino también (Fernando) Pino Solanas en Capital o Margarita Stolbizer en la provincia de Buenos Aires, donde sacó menos votos que cuando iba sola.
–Señala que UNEN es la reconstrucción del radicalismo, pero confluyen ahí varios representantes del liberalismo argentino, como Alfonso Prat Gay, Martín Lousteau o María Eugenia Estenssoro…
–Pero está claro que la estructura de la UCR capital, que viene conduciendo desde hace tiempo Enrique Coti Nosiglia, es la única fuerza estructuralmente sólida. Aunque es cierto que ahora viene acompañada por Prat Gay, que viene de los equipos de Macri y de estar en el Banco Central con Duhalde, o por Lousteau y (Javier) González Fraga, todos muy parecidos, piezas de cierto establishment de economistas articulados con el poder económico dominante. Pero además, este partido está estructurado sobre la lógica del “todos contra”, y esto de apilar y juntar a cualquiera tiene fecha de vencimiento, como sucedió con la Alianza y más recientemente con el Acuerdo Cívico y Social de 2009. UNEN es en realidad un engendro lleno de contradicciones, como conjugar la estrategia de revisión y auditoría de la deuda pública o las políticas de estatizaciones de Solanas con la estrategia de acuerdos con el FMI que pueden sostener Lousteau o Prat Gay y los planteos privatistas de (Rodolfo) Terragno.
–¿Y cuáles son sus principales críticas al oficialismo?
–El kirchnerismo nació en el marco de una importante movilización popular, pero en lugar de abrir la puerta a la sociedad para las decisiones, lo que hizo fue reconstruir el sistema político tradicional, lo cual se hace muy evidente luego de su derrota el 11 de agosto, donde aparece (Daniel) Scioli (Martín) Insaurralde y los intendentes como la continuidad, es decir que aparece ese PJ que obtura cualquier proceso de cambio para garantizar la gobernabilidad del sistema, con lo que se torna imposible percibir algún grado de progresismo o de compromiso nacional y popular.
–¿A qué obedece entonces la división del peronismo?
–Creo que el PJ es leal al consenso político dominante, y como ahora se debilita ese consenso, afloran las contradicciones y se busca reconstruir por otro lado. Sergio Massa se separó del gobierno, pero estuvo antes en el kirchnerismo, como las figuras que lo siguen José Ignacio de Mendiguren o Martín Redrado. Y finalmente se van a volver a juntar todos.
–¿No observa distintitos proyectos de país en esta fractura?
–En términos de discurso ideológico el kirchnerismo fue el resultado de las movilizaciones populares, y plantea un conjunto de cuestiones en su relato que no aparecen en el centro de la experiencia de José Manuel De la Sota o Massa. Pero en ningún momento el kirchnerismo los excluyó por un conjunto de definiciones de profundización de transformaciones del proceso.
–¿Coincide entonces con la oposición en calificar a la experiencia kirchnerista como de “un relato”?
–Reconocemos que hay cosas que se han hecho, y de hecho nosotros somos parte del proceso de cuestionamiento popular a la experiencia neoliberal y de las luchas populares históricas que en algunos casos el gobierno reconoció. Acompañamos las políticas de derechos humanos, la renovación de la Corte Suprema, la Asignación Universal por Hijo, o el control de YPF, entre otras cuestiones, pero no formamos parte de una gestión de esas medidas con la que no estamos de acuerdo. Y hay un nivel de relato evidente, como la intervención del Indec, que es como la demostración material de construir un relato, sobre la que ni siquiera se retrocedió.
–¿Qué reflexión le merece la definición de José Pablo Feinmann, que plantea que todos los que hacen oposición a este gobierno no se dan cuenta de que están llevando a la derecha peronista al poder?
–Se referirá a Scioli, Insaurralde, Insfrán o Gioja. Lo que quiero decir es que el Gobierno tiene un carozo de derecha y ése es el límite por el cual no ha podido avanzar. A diferencia del peronismo, el PJ para nosotros no es un instrumento de transformación, porque tiene un grado de vínculo con la estructura de poder real que es su límite concreto. De hecho, en todos los aspectos donde este gobierno avanzó es porque desbordó al PJ, con la idea de la transversabilidad. Me parece que Feinmann mira de forma sesgada el escenario político, porque la herencia del kirchnerismo es una parte del PJ y su interna.
–¿Cree que están dadas las condiciones para un gobierno con poder por fuera de algunas de estas fracciones del peronismo?
–No sé si hay condiciones en el corto plazo, pero se puede convocar a la sociedad y estructurar una propuesta política diferente. Eso es lo que hacemos desde Camino Popular, y aspiramos a que entre 2013 y 2015 podamos armar una fuerza política que no tenga que ver con ni con el PJ ni con la UCR.
La visión económica
Lozano también formula fuertes críticas a la situación económica de nuestro país. Según señala, el control sobre el proceso de inversión y acumulación del capital no ha cambiado de manos, lo cual explica que a partir de 2007 se experimente un proceso de estancamiento del crecimiento, fuga de capitales e inflación. “Desde la perspectiva económica, las grandes críticas al gobierno tienen que ver con la falta de políticas públicas para que el Estado pueda ubicarse en el centro del proceso de inversión y distribución del excedente económico, que sigue siendo ocupado por la cúpula empresarial concentrada y trasnacionalizada. El Gobierno tuvo un enfoque centrado en sostener la demanda, pero no puso en discusión cómo coordinar el proceso de inversión. Por eso no hubo ni la calidad ni la cantidad de inversión que hubiéramos necesitado para un cambio productivo, y una falta de posibilidades para promover la distribución del ingreso, que está directamente relacionada con la falta de la participación de los sectores populares y trabajadores.
–Sin embargo, las políticas de paritarias permitieron una importante restitución de los ingresos…
–Esa restitución no fue todo lo importante que podía haber sido, porque fue el resultado del derrame de las altas tasas de crecimiento y se estancó en 2007. Y las paritarias, en un contexto del mercado laboral fragmentado, con cerca del 50% de los trabajadores fuera del circuito formal entre desocupados y trabajadores informales, no permiten discutir en serio el reparto de ingresos. El Gobierno tuvo una visión casi desarrollista, creyendo que el crecimiento acelerado garantizaba el derrame, pero este innegable crecimiento industrial no significó que el país se haya reindustrializado y mejorado la posición de los trabajadores, porque de hecho la proporción de la industria sobre el PBI sigue siendo parecida a la de los noventa, y el crecimiento industrial fue sobre todo sobre la base más primaria –es decir la agroindustria, que genera menor trabajo–, y además no se han logrado sustituir importaciones para poder ahorrar divisas.
–Existe la tesis de que con ese crecimiento desordenado pero acelerado se buscó fortalecer a la golpeada clase trabajadora…
–Si al gobierno le hubiera interesado fortalecer a la clase trabajadora, nunca hubiera intervenido la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), fracturándola e intentando cooptarla, como a la CGT cuando Moyano quiso tomar distancia, o al movimiento piquetero. Eso muestra que fue al revés, que no promovió la organización de trabajadores, como tampoco políticas universales que garantizaran un piso de derecho e ingreso, como un acercamiento al 82% para los jubilados o un seguro de formación para desocupados. Sólo puedo citar la Asignación Universal por Hijo, y estuvo mal implementada. Y todo eso es porque el kirchnerismo es parte de la estructura burocrática-institucional del PJ, al que no le interesa fortalecer la organización de los sectores populares para ser el garante del sistema, algo muy diferente a lo que hizo Perón, que permitió la elección de delegados en todos los establecimientos, y gracias a una conflictividad laboral monumental se produjo una distribución del ingreso.
La cuestión de la deuda
Otro de los puntos críticos de Lozano es el relacionado al manejo de la deuda pública por parte del gobierno nacional. De acuerdo con el economista, “al no poner en revisión la legitimidad de la deuda, la misma para el 2014 será de 260.000 millones de dólares, a pesar de todo el discurso del desendeudamiento.
Sin embargo, en 2003 la deuda en relación al PBI era el triple de la presente, y además la actual fue tomada de organismos públicos y está mayormente expresada en moneda nacional. ¿No dio esto un mayor manejo de política económica?
Se sigue tratando de deuda, y la deuda intra Estado significa un esfuerzo fiscal monumental para pagarles a privados, todo lo cual produce efectos.
–¿Están en contra del pago de la deuda?
–Lo que decimos es que hay que cuestionar su legitimidad, realizar una auditoría y no reestructurarla con bonos que cedieron la jurisdicción argentina, junto a un cupón atado al crecimiento del PBI que terminará otorgando lo mismo que previamente se quitó.
De todas formas, ningún país latinoamericano rechazó su deuda, incluso Ecuador, más allá de lo publicitado, terminó reconociéndola pero con quita, como la Argentina…
El de Ecuador no fue sólo un tema de retórica, porque construyeron herramientas para defenderse. Las tesis de deuda odiosa, el cuestionamiento a intereses usurarios, o la denuncia a organismos internacionales que prestaron violando sus propios estatutos, permite un conjunto de argumentos jurídicos y económicos para sostener la posición de la quita. Ecuador, a diferencia de la Argentina, hoy ya no tiene problemas.
El diputado nacional de Unidad Populatr (UP), aunque se encuentra lejos del kirchnerismo, a diferencia del grueso de la oposición, desde su labor legislativa apoyó algunas de las leyes clave de este gobierno, como las nacionalizaciones de las AFJP, de Aerolíneas y de la mayoría accionaria de YPF, o la ley de medios y de impuestos a parte de la renta financiera, entre otras.
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