Discurso del diputado Víctor De Gennaro en el Plenario Provincial de Unidad Popular, La Plata, 21 de marzo de 2014.
(…) No es solamente que uno adquiere la fuerza porque uno desea –y en el deseo, en verdad, no me pongo límites-; además de desear, también se construye un deseo y un poder colectivo que posibilita que eso se sustente y desarrolle.
Quizá parezca raro que hable de esto hoy, pero es porque siento que estoy en un tobogán: en un tobogán en donde me tocó el privilegio varias veces de vivir en circunstancias de la vida; en un tobogán en donde uno sabe que cuando se tira, no puede volver para atrás, y donde tardaremos no sé cuánto tiempo, pero estoy seguro que vamos a caer. Y del tobogán se cae parado, o parado. [Sube el énfasis] Por eso hoy estoy seguro que de ese tobogán en que nos subimos y nos tiramos vamos a terminar gobernando la Argentina desde una experiencia plena de participación y protagonismo popular… [inaudible] –aplausos.
Y lo que digo tiene como muchas cosas que vienen atragantadas y pensadas, meditadas y compartidas con muchos compañeros que hoy no están, pero que sin lugar a duda son la base de nuestra fuerza, que es esa cultura que fuimos pudiendo construir. Yo puedo estar empezando a transitar un tiempo que se consolida a nivel nacional porque hace unos cuantos años en la provincia de Buenos Aires nos pusimos a construir una herramienta electoral… [inaudible]. Hasta delegamos sin ningún tipo de mezquindad en quienes decían que podían representarnos mejor porque tenían la personería en la provincia de Buenos Aires. Sí pudimos colar a Graciela como diputada, pero nos tragamos una representación que, al primer día en que llegamos a la representación parlamentaria, cambió por lo cual fue votado y terminó integrándose a las fuerzas del oficialismo. Fuimos creadores y protagonistas del frente Nuevo Encuentro. A nosotros nos significó aprender, no pudimos hacer el partido. Empezamos a entender lo difícil que era construir una herramienta electoral. Pudimos, al tiempo después, decir: “basta, vamos por lo nuestro”. Y construimos una herramienta electoral, que es el cosechar la construcción colectiva de más de dos décadas. Porque ese enero que tuvimos que ir a hacer fichas de afiliación en miles y que nos desafiaba el juez diciendo “vamos a darle la posibilidad de que consigan cuatro mil fichas antes del 1 de febrero”, pensando que era imposible, [sube el énfasis] nosotros el 27 de enero ya estábamos con más de seis mil fichas en la provincia de Buenos Aires y lográbamos emerger como fuerza popular… [Inaudible] –aplausos.
Y fuimos ahí. Y también delegamos. Delegamos con mucha generosidad. Y además porque con cuanto menos le cueste a nuestro pueblo construir, hay que hacerlo. No es un problema personal lo que se juega. Y por eso no tuvimos ningún problema en alentar y ser parte de lo que fue Proyecto Sur. Ahí alentábamos esas verdades que se gritaban, pensando que las expresaba en determinado momento un compañero como Pino que había sido una referencia fundamental con sus proyectos. Y lo proclamamos candidato a presidente. Y, sin embargo, sin discutir en el colectivo, terminó decidiendo otra cosa. Y tuvimos que salir a construir sabiendo que éramos capaces de volver a poner una bandera con una perspectiva distinta, o alguna instancia para algo más grande.
Y lo logramos hacer. Y no tuvimos ningún inconveniente en abrir un espacio para lo que fue el FAP. Fue muy importante el Frente Amplio Progresista en la provincia de Buenos Aires y en el país. Amanecía una posibilidad. A tal punto fue importante como esperanza de construcción, que ese FAP, (que tuvimos, en mi caso personal, la posibilidad de encabezar la lista de diputados nacionales, por lo cual hoy, después de Graciela, pasaba a ser el segundo diputado de Unidad Popular ya construida), sacaba 1.400.000 votos a nivel de presidente, 1.200.000 a nivel de la provincia de Buenos Aires en diputados, 1.000.000 para gobernador. ¡Estábamos instalando más de 1.000.000 de votos en la provincia de Buenos Aires! Nos bendecía la gente y por suerte hoy –se lo decía a los periodistas-, puedo decir lo que voy a decir porque lo decía en aquel momento de auge. Recordarán los compañeros, que nos votaron de la primera a la segunda vuelta y nos transformaron en segunda fuerza electoral en la provincia de Buenos Aires. ¡Senador del FAP! No tanto porque éramos buenos sino porque los demás eran peores. Y lo decía en aquel momento. Porque la decisión era reelección de Cristina, y frente a la decisión tomada en las PASO, optaron por alentar algo nuevo. Y de cuarta fuerza nos transformaron en segunda. Alentaron. Jugaron y nos dijeron “bueno, muchachos, anímense”. A ver si creen que es posible construir una experiencia política con la cultura peronista de la cual venimos algunos, con la cultura radical que traen otros, con la cultura socialista, comunista, independiente, culturas que tienen que coagular en un proyecto popular diferente. Nos dieron el changüí, nos alentaron.
Y en la primera de cambio, en eso que parecía una perspectiva distinta, se asustaron algunos de nuestros compañeros de ruta, y volvieron a retomar rápidamente los acuerdos con uno de los dos partidos del Pacto de Gobernabilidad. Y se volvieron a reintegrar a la UCR, lastimosamente. La verdad que para mí fue un dolor. Hicimos todos los esfuerzos. No nos quedamos con las ganas. Porque hay que ir a fondo en todas las experiencias para después poderse parar en cualquier lugar a decir con toda legitimidad lo que pensamos, lo que hicimos y lo que vamos a hacer. Se construye credibilidad.
En Mar del Plata se fundó el GEN. Tuve la oportunidad de estar ese día. Y les decía que sabía lo que significa para alguien que pertenece a un movimiento popular tener que dejar las raíces, desgarradamente, y construir algo nuevo. A mí me pasó. Y lo compartí ese día. La CGT, el peronismo. Así que valoraba eso. Pero casi es lo mismo el volver al radicalismo del GEN como si nosotros hubiéramos vuelto de nuevo al PJ. En la mesa nacional lo decía con toda claridad: “pero si vamos a arreglar con Alfonsín, arreglemos con Massa. Si es un problema de candidaturas. Pero para nosotros es un problema de proyectos. Abrirnos a construir una perspectiva de resolver otro proyecto de país”. Y la verdad que aprendimos. Fue doloroso, pero importante, que mantuviéramos la posibilidad de definir una definición política estratégica, fuerte, concreta y masiva en nuestro partido, aunque tuvimos una sola defección, muy importante, y que nos demostraba hasta qué punto estaba la jugada, porque, por si nos quedara alguna duda, el único que sigue siendo concejal fue el que optó por el otro camino. Los compañeros que están acá optaron por definir, por tomar una definición política que electoralmente no iba a ser exitosa. Porque nos dejaba medio desvencijados. Pero políticamente era fuerte y fundamental. ¿Por qué era fuerte y fundamental? Porque había que demostrar también en esa cancha lo que éramos. Una cosa es lo que se dice y otra cosa es lo que se hace. En muchos de nosotros que venimos de experiencias de años de peleas y de resistencias, puedo decir que –me puedo equivocar-, en los mayores de cuarenta, todos saben quiénes somos. En los mayores de cuarenta, saben, nos conocen, nos escucharon, nos vieron marchar, nos vieron gritar, nos vieron no vendernos. Saben quiénes somos. Ahora, para los menores de treinta y cinco, casi ni existimos. Estos hijos del 2001, que algunos están acá hoy y a los que hay que ir a buscar, necesitaban también saber de la conducta y coherencia de los dirigentes que eran capaces de dejar de lado los cargos partidarios electorales por defender las ideas políticas. Entonces por los pibes, realmente, [sube el énfasis] tuvimos certeza en optar por pagar el precio electoral pero mantener las banderas políticas irrenunciables de que no vamos a arreglar jamás por cargos las banderas históricas de liberación… [Inaudible] –aplausos.
Ahora sí. Los de cuarenta ya nos aguantaron (risas). Ahora tenemos que empezar a contar y a escuchar a los de treinta y cinco para abajo. Porque hemos logrado un grado de legitimidad para hablar con ellos. No sé si para convencerlos. Mucho menos para decidir conducciones. Porque me parece que la mano viene para compartir conducciones. La mano viene para abrir espacios diferentes. Y en la elección de 2013 empezamos a encontrarnos con experiencias juveniles. Algunas sociales, como el Frente Darío Santillán, o como Marea, o como Giros, en distintos lugares del país, que son parte de esa experiencia que nació en los hijos del 2001 que empezaron a buscar desde esa perspectiva que fue la década kirchnerista, que les dio la posibilidad de hacer política, y que, hay que entenderlo, la posibilidad de discutir desde una perspectiva distinta. Algunos no tienen ningún tipo de duda y se meten, reconocen a los trabajadores y conocen mucho más, aún con todas las dudas. Con eso permítanme decir que para mí es una alegría que los compañeros de “Jóvenes al Frente” se hayan incorporado a la Unidad Popular [aplausos]. Sí, no toda eh, desconfían de tantos. La verdad es que tienen tanta razón, pero bueno. Es toda una decisión. Nosotros cuando éramos jóvenes no creíamos en casi ninguno, y había de los mejores, te imaginas ahora (risas). Ahora hay que ir a buscarlos. Hay que ir a buscar esos jóvenes con legitimidad por lo que hicimos, y con la potencialidad de haber realizado un proyecto colectivo que llegó hasta acá.
Y que sí digo: en ese tobogán, que siento que hoy se pone en marcha y, desde las elecciones, lo único que me daba bronca o dificultad cuando tomábamos la decisión de saber lo que estábamos haciendo con PODEMOS, era no ser candidato. Y no ser candidato era no poder compartir y poner la cara y el cuerpo como lo estaban poniendo los compañeros. Como lo puso nuestra compañera Marta Maffei (aplausos). Sin lugar a dudas [inaudible]. Ya no era que iban a ser concejales, iban a poner una bandera. Ahí está Sergio (Val), Mario (Barrios), mira vos a Ángel (Torres)… ¡concejal de Ituzaingo! (Risas). Es así, se jugaban muchas cosas, había posibilidades. Y sin embargo, se decidió por una política. Esa es nuestra fortaleza. Nuestra fortaleza es pararnos desde ahí para ir a buscar lo que tenemos que ir a buscar. En eso, decía que sentía que estábamos en un tobogán. Me costó entenderlo eso. Siento, olfateo. Estoy con ustedes que me siento como entrecasa, y entre compañeros. Porque no tendría hoy la posibilidad de ser presidente de la Unidad Popular –por ahora- (aplausos)… si no hubiera encontrado un montón de compañeros como ustedes, que se pusieron al hombro la construcción del Instrumento Electoral en la provincia de Buenos Aires. Yo pude ser eso porque construimos en conjunto. Porque ustedes fueron la cara visible en cada territorio de que es posible construir con el prestigio, no de “alguien”, sino con el prestigio personal de cada uno en cada lugar. Desde lo más simple. A veces me la quieren inventar rara, y yo digo “la verdad que las fichas se consiguen, y las firmas”, a los compañeros que le están pidiendo las fichas. No se la firman a una ideología, o a un partido, o a un dirigente. Se la firman al que la pide. La construcción de la confianza de este Instrumento Electoral es el compartir la confianza que cada uno de ustedes se ganó en cada lugar.
Por eso me permito hacer esta reflexión personal. Y compartir que estoy ahí, sintiendo que vamos a demostrar si se puede o no se puede. Sintiendo que estamos en un momento, por lo menos en lo personal, y espero que en lo colectivo, con un para compartir. La primera asamblea que hablé, en Talleres, allá en Minería, había un largo comedor, y me paré –se imaginan un mocoso como era-, y le empecé a decir a todos los compañeros de Minería un montón de cosas porque estábamos por tomar Minería, en el 72. Y había que armar quilombo, y tomar Minería y arrancar todos los compañeros, saliendo en los micros, a la semana siguiente. Dije un montón de cosas, siempre cuento que ahí, en ese comedor se comía con plato de loza. Ese día, si los compañeros normalmente hacían ruido al comer, ese día era una orquesta sinfónica de loza. No se escuchaba un carajo lo que yo decía. Gritaba y los compañeros seguían en lo suyo…
Había un sordo ahí. El sordo González, que era tornero, viejo de la resistencia, son como los Alberto Castillo de hoy (risas), esos tipos que son maestros de la vida y de la militancia, que tienen esa intuición de clase y que hay que aprender, que cuando dicen algunas cosas, hay que parar la oreja y abrir el corazón. Yo no lo conocía. Se había quedado sordo hacia un par de años. Se había dedicado a escribir poemas. Y entonces el tipo me vio ahí la primera vez. Al otro día teníamos que cruzar un campito, para llegar al trabajo… al puerto… ahora es Puerto Madero, todo eso, antes, era el puerto de la Isla Demarchi. Y tenía que cruzar todo un campito, y el tipo me estaba esperando. Y me dice “escúchame, yo soy González, no me viste, pero te escuché –Sordo: ‘te escuché’ me dijo (risas)–, pero yo veo cosas que vos no ves, por esto”, me dice. “Y te escribí un poema”. Y me lo dio. “Enmendé a los que están acá. ¿Sabes a cuántos vieron y escucharon como vos que se pararon un día para cambiar las cosas y a los tres o cuatro años terminaron siendo jefes o enriqueciéndose y se fueron? Para que te crean, ¡ah! vas a tener que hacer ¡eh! Ahora, el día que te crean, no te abandonan más. Porque esa es la diferencia entre la clase trabajadora y los oportunistas que mandan”. Y me regaló un poema que siempre me acuerdo. Una cosa hermosa. ¡El primer día! No esperó, para ganarme. Ese dijo: “no, a este la clase le tira”. “Son los libros, revistas y diarios que enturbian tus débiles pensamientos. Te falta el calor de la lucha de tu pueblo. Hay un abismo que cruzar. Inténtalo y verás que no es lo mismo”.
Seguía. Me peleó para que me quede ahí. Ese no dudó. Y la verdad que yo aprendí que había un abismo que había que cruzar y no es lo mismo. Y tuve el privilegio. Tuve los privilegios de sentir cuando nuestro pueblo produce cosas que son maravillosas. Porque cuando uno evoca la marcha federal, no la convoca un dirigente, la produce un pueblo que está dispuesto a pelear por la nación, por su patria. Por eso vinimos de todos los lugares del país y nos plantamos en Plaza de Mayo en el peor momento del ‘94 y dijimos que vamos por una Nación diferente. O el 2001, o lo que hicimos en tantas, tantas y tantas luchas que nos demuestran que estamos para más si asumimos la responsabilidad de nuestro pueblo. Yo siento que estamos ahí. Estamos en esa discusión: ¡Se puede gobernar de una manera distinta! O: ¿van a soportar el Pacto de Gobernabilidad que nos están vendiendo? Es una decisión, está en nosotros. Ellos demuestran el pacto de gobernabilidad; decía “Cachorro” que Rita no vota ese Pacto de Gobernabilidad, lo votó el GEN, lo votaron los radicales, lo votaron el Partido Socialista, acá en la provincia de Buenos Aires. Lo votó la UCR, lo votó el PRO. Tendrían que haberla visto a Laura Alonso del PRO aplaudiendo cuando la Presidenta decía que la protesta social hay que ponerla en un corralito como lo hacen en Estados Unidos. ¡Corralito las pelotas! Los maestros, como le demostraron a Scioli acá, o como le demostró la ATE, cuando el gobernador inauguraba las sesiones con nosotros en la vereda de enfrente, en la plaza, diciéndole todas las verdades, como lo hicimos ese 5 de marzo, que abrió una instancia de una pelea que no sabemos cómo termina. Pero que evidentemente demuestra que la gente está para más. Ese Pacto de Gobernabilidad que todos dicen que están de acuerdo con lo que está haciendo, aunque se quieran diferenciar, pero que no se animan a ponerle el broche de oro de sentarse todos juntos y decir: “sí, estamos de acuerdo con pagarle la deuda externa al Club de París. Sí, estamos de acuerdo con la devaluación. Sí, estamos de acuerdo con que no haya aumento salarial”. Todos piensan lo mismo. Ahora no se animan a ponerle la chueca porque saben que la gente los denostaría. Y siguen inventando las peleas por internas secundarias, por Cristina sí o no. ¡Cristina ya perdió! Ya no hay más candidata a presidenta.
Es el PJ y sus internas, es la UCR y sus internas, la perspectiva de gobernar que nos quieren dar. Ese es el Pacto de Gobernabilidad. Ese es su poder, eh. Para ser justos la gente llegó a la elección del 27 de octubre y votó a los partidos del pacto. Esa es nuestra debilidad. La fortaleza de ellos es que los votaron, su debilidad es que no pueden hacer explícito ese acuerdo.
La debilidad nuestra es que no nos votaron. Pero que contamos con la voluntad del pueblo para rechazarlos, esa es nuestra fortaleza. Cuando empecemos a juntar fortaleza del pueblo para resistir, y unidad del pueblo para votar el cambio, empezaremos a transitar un
Y eso es lo que vamos a buscar. En este tobogán nos estamos tirando, estamos tirándonos del tobogán para tratar de hacer posible que los que resistimos todos los días a este neoliberalismo seamos capaces de construir la fuerza colectiva para gobernarnos a nosotros mismos. Ese es el tobogán de la esperanza de lo que viene.
Y es un desafío. Porque primero tenemos que estar convencidos nosotros mismos. Para ir a convencer que se puede cambiar, hay que estar convencidos nosotros que se puede cambiar. Para ir a convencer de que se puede gobernar de otra manera, tenemos que convencernos nosotros.
La mayoría de los militantes de nuestra Argentina no cree que se pueda gobernar de una manera distinta. Tiene miedo. Miedo a la unidad. Miedo a la fortaleza. Miedo a que el poder nos termine reventando de nuevo. Entonces es preferible sobrevivir antes que vivir. Y la verdad, compañeras y compañeros, cada vez con sobrevivir vivimos menos, y sobrevivimos menos, y nos están aniquilando el futuro. Y lo que nosotros tenemos es derecho a vivir de una manera diferente.
Recién les decía a los periodistas que estaban enfrente con nosotros, que evidentemente muchos no creen, no son sólo los periodistas, y no son todos los entregados, dirigentes partidarios, sindicales, religiosos, periodistas, no solamente son los entregados negociantes. Hay muchos que dudan. Y la verdad que si dudan los que son militantes, ¿cómo no va a dudar la gente?
Les recordaba a los compañeros periodistas que, en la placita esa que está enfrente del Astilleros, tuvimos una charla en una asamblea pública un sábado a la mañana. Estaban los Albatros adentro del Astillero. Y tuvimos una charla pública. Y los compañeros cuando estábamos decidiendo qué hacemos, qué hacemos, uno planteó: “bueno, Víctor, ¿y vos qué pensás que hay que hacer?” Claro, era el secretario general. ¿Qué pensás que hay que hacer? Y dije “lo que hay que hacer es juntar fuerza para que a las seis de la mañana con todo el pueblo de Ensenada, con el pueblo de Berisso, con todos los sectores populares, con todos los laburantes, entremos por la puerta y saquemos a los Albatros”. Habían cerrado Astilleros y teníamos una sola posibilidad que era que Duhalde lo provincializara, y Duhalde no nos daba ni pelota. Y estábamos enfrentando a Cavallo y a Menem. Estaban reclamando orientación a mí a los dirigentes. Era mi responsabilidad. Hubo otros dirigentes del SUPE que dijeron que mejores eran los retiros voluntarios, mejor eran las cooperativas para salvarse. Ahí cerquita nuestro, en la petroquímica, optaron por otra cosa. Los trabajadores están deambulando hoy. No sólo en la entrega de la soberanía de nuestro petróleo sino también en la de los compañeros que no le han ni siquiera reconocido el derecho de tantos años de sacrificio. Nosotros los dirigentes tomamos dos caminos distintos. La gente cuando olfateó y vio, ¡ah, que lío! Sábado y domingo carpeada frente al Astilleros, movilización por todos lados, y Duhalde que no nos atendía, ni la hora nos daba. Pero a las seis menos cuarto de la mañana, a una hora de entrar, llamó por teléfono, y dijo: “Víctor, decile a la gente que vamos a provincializar el Astilleros”. “Bueno –le digo y no hay problema pero sacá a los Albatros”. Y los Albatros se retiraron y entramos en el Astilleros. [Sube el énfasis] La diferencia fundamental es que cuando los dirigentes no tenemos temor, cuando decís que se puede, la gente es capaz de producir el hecho fundamental de llevarnos a la victoria… [inaudible] –aplausos–.
Hoy vamos a discutir esto. No vamos a gobernar en el 2015. Casi con seguridad. Aunque, no vamos a decir que no (risas). No, no es joda, uno me dijo una vez: “es muy difícil llegar, porque, si llegás, ¿cómo hacés para durar?” Le dije: “Querido… si llegamos, no nos sacan más” (risas, y luego aplausos). Y no es teórico. No es teórico. Los dos primeros decretos ya los tengo, el tercero no se los voy a compartir (risas). Pero ¿vos te imaginás la Plaza de Mayo llena diciendo: a partir de mañana está prohibido morirse de hambre? ¡Es homicidio culposo morirse de hambre en el país! Hay alguien que tiene la culpa si alguno de los pibes se nos muere de hambre. ¡Está prohibido morirse de hambre en la Argentina! Es una cuestión de días terminar con el hambre. Si se quiere. O decir que, al otro día se citen en todos los municipios para que se anoten todos los que quieran laburar. Porque si los gobernantes de los municipios, el gobierno provincial o nacional no somos capaces de darle laburo a los que quieren, en la Argentina que está todo por hacerse y donde sobra plata, es que somos unos inútiles como gobernantes. Y el tercer decreto mejor no lo digo porque ese sí va a ser un quilombo (risas). Pero es así. Es fácil. Si uno cree y prioriza las condiciones de la gente. Porque después la gente se encarga que duremos, no nosotros. La gente es la que está en capacidad de sentir la transformación. Así lo hicieron las culturas populares. Así fue el radicalismo en su época, cuando se abrieron las compuertas de lo que fue el yrigoyenismo, o el peronismo, estos quieren ser todos Perón sin dar nada, el 17 de octubre fue producto de todo lo que se dio antes y de los que significó la lucha de los primeros años del gobierno peronista de los trabajadores. Me alegro de que se reivindique en la revista Malas Palabras, a ver si se acuerdan todos esto, que no ganamos con el Partido Peronista, ni con el Partido Justicialista, ganaron con el Partido Laborista, que es producto de la clase trabajadora organizada, ya que salió a la calle a disputar el gobierno y el poder, a los que hay que eliminar de la historia, por supuesto, porque a veces nosotros tomamos contacto y empezamos a tener algunas ideas extrañas, que son nuestras y las que empezamos a reivindicar. A eso nos tiramos del tobogán: a discutir con nuestra gente, decir que se puede. Esa es nuestra perspectiva: de tirarnos al tobogán sabiendo que estamos por cruzar un abismo, y que no hay que tener miedo.
–Compañero: sin red.
–Víctor: sin red. Como debe ser. Confiando.
Y hay que confiar, en lo que tenemos al lado y en nuestro pueblo. Apostando no sé cuánto tiempo. Pero sabiendo el resultado final, que es nuestro triunfo. Esto es así. Hay algunos que confunden el tiempo personal –y esto se lo digo a los jóvenes-, hay muchos que confunden el tiempo personal con el tiempo político. El tiempo político depende de muchas cosas. Ahora, el personal se juega todos los días. Y uno tiene que aprender a ser feliz en el camino. Y se es feliz en el camino, no cuando se llega, sino cuando se transita hacia el objetivo, y acompañado con el conjunto. Hay que aprender eso. Y si uno aprende eso, le quita temor. Ya no está en la responsabilidad de ser ni el elegido, ni el responsable, sino fundamentalmente sentirse protagonista con el conjunto de nuestro pueblo en la construcción. Eso es lo que vamos a discutir al tirarnos del tobogán. Empezar a volver a discutir los valores de los cuales venimos, lo individual o lo colectivo. Eso es lo que está en discusión en cada lugar de nuestra vida, en nuestra familia, en el laburo, en el barrio: lo individual o lo colectivo. Debo decir que también hay que cambiar uno para cambiar con lo colectivo.
Suena medio rígido cuando era joven. Venía formado por muchos dogmas, como muchos jóvenes, que era inexorable el triunfo. Aprendimos que no, que no es inexorable el triunfo, y que podemos perder. Y que necesitamos construir y no subestimar, ni al enemigo ni a nosotros. Y que hay que cambiar el colectivo para que nos modifique, cosa que era fundamental antes. Nosotros creíamos que a las personas las hacíamos buenas si le cambiábamos la sociedad alrededor. Después aprendimos que se cambió y el socialismo que nació como la más bella idea –y en 1917 empezó nuestra primera experiencia a nivel mundial- terminaba en el ‘89 sucumbiendo porque no alcanza con darle de comer, salud, vivienda y trabajo para hacer feliz a un hombre. Tiene que sentirse pleno, creativo, y tiene que democratizar seriamente todas esas perspectivas. Está lo colectivo y lo individual. Debo confesar que no se me ocurría cómo los pueblos originarios, lo he aprendido en estos últimos años, antes los hacía socios de que iban a defender el petróleo, el gas, los recursos naturales y en eso íbamos a ser socios en la pelea contra el enemigo, me han metido el bichito y me han hecho pensar que no solamente tengo que defender el petróleo, el gas, o los recursos naturales, sino saber para qué. Y que además tengo
Y hoy soy más dual. Creo que el cambio colectivo nos ayuda a cambiar y a mejorarnos, pero que también tenemos que cambiar todos los días nosotros. No se puede pedir el socialismo y pisarle la cabeza al de al lado que tenemos, al compañero que camina. No se puede decir que somos los hombres y con remeras del Che Guevara, y hacernos mierda unos contra otros todos los días en cualquier lugar de nuestra vida. No, eso no. Hay que pelear para cambiarse uno y cambiar la sociedad. En eso vamos a discutir al tirarnos al tobogán. Estamos discutiendo y construyendo una nueva sociedad.
Estamos tratando de empardar la resistencia con la institucionalidad. Y es importante la institucionalidad. No hay central de masas en la República Argentina de millones si no hay derecho a la libertad y democracia sindical. La legalidad es importante para la masividad. Y nosotros ganamos con la masividad. Necesitamos recuperar instituciones para ayudar a que nuestro pueblo se organice de la mejor manera.
Ahora, ese es el objetivo, no es para llegar al gobierno, para creer que tenemos el poder, sino para abrir la compuerta para que entre le gente y realmente transforme la realidad y sea feliz. Ese es nuestro objetivo, para eso nos tiramos al tobogán. Y realmente, compañeros, yo me siento muy feliz de compartirlo con ustedes porque ustedes son el embrión de eso, ustedes nos bancaron en ese momento. Porque había que pelear, en ese momento que se podía transformarnos en un Instrumento Electoral por la Unidad Popular. De una Unidad Popular que no existe. O sea, somos un quilombo (risas). Somos el Instrumento Electoral de algo que no existe organizado. Tenemos que organizar la Unidad Popular y ponerla al servicio. El otro día me reunía con los compañeros de la comisión de lucha contra Monsanto de Malvinas Argentinas de Córdoba. La mayoría pendejos menores de treinta años. Había un par de viejos, de los que enseñan. Pero la mayoría… Y decían: “¿cómo hacemos? Hay que formar la unidad popular en Córdoba”. ¿Estamos dispuestos en Unidad Popular, a poner al servicio de esas organizaciones y luchas populares las candidaturas? ¿O vamos a creer que somos nosotros los únicos que podemos “representar”? Ahora, lo que necesitamos es crecer en representación. Y no estoy prohibiendo que ninguno sea concejal, o diputado, intendente, por las dudas (risas). Porque “Cachorro” dijo: “bueno, necesitamos un Presidente”. Pero cuando me aprietan a mí con el tema de ser Presidente, yo digo: “yo no tengo problema, pero ustedes tienen que tener conciencia de que, además de un candidato a presidente, necesitamos 23 gobernadores, un Jefe de Gobierno (comienzan las risas)…, 1200 intendentes, 30.000 concejales, y no quiero decir consejeros escolares… No estoy diciendo que no, pero para reclamar eso hay que estar al frente de la lucha. Para reclamar eso necesitamos que nos voten, y nos votan los que nos reconocen. Está en disputa el voto de la gente, y hay que ir a buscarlo. Desde lo que somos, sin mentirle. Como a los jóvenes. Los mayores de cuarenta saben, pero los jóvenes ahora, lo único que saben es que no somos jodidos. No que somos buenos. Hay que convocarlos. Y hay que ir a discutirlo con ellos. Y ahí está la prueba. Y hay que animarse a ir. Ustedes fueron el embrión de ese Instrumento Electoral que hoy es una fuerza nacional. El enemigo nos trampeó y nos dijo que teníamos que tener la misma carta orgánica, que tenemos que tener cinco partidos, que tenemos que tener personería… ¡No tenemos cinco, ahora tenemos ocho y vamos por los veinticuatro del país como Unidad Popular! Esa es la gran diferencia: donde nos aprietan respondemos con más fuerza. Y hoy vamos a hacer ese Instrumento Nacional Electoral por la Unidad Popular. Pero atrás nuestro, al lado nuestro, arriba nuestro, compartiendo con nosotros, estaba la elección de la CTA, están las luchas populares, están los compañeros que pelean, los movimientos ecologistas, la cultura de la Universidad, tenemos que abrir para organizar eso. Eso es la política. Esto es empezar un camino que termina en una candidatura. No es broma nacionalizar una fuerza política. Eso es lo que estamos empezando a hacer: a nacionalizar una fuerza política, y a ponerle nombre y apellido. Pero no hay que creérsela en eso. Hay que saber y ser consciente que uno no puede delegar, y no puede confiar en que decide solo.
Algunos de ellos decidieron solos, no discutieron con nosotros. Yo tengo la suerte de que tengo unos cuantos para discutir lo que voy a hacer. Y además si no lo discuto me van a cagar a pedos (risas), así que mejor lo discuto. ¡Aunque voy a poner mis fundamentos, eh! ¡No me voy a callar! (risas). Pero, es una construcción colectiva. Y esto se está haciendo a nivel nacional. El 12 de abril es el primer día en que nosotros salimos a la cancha pública. El 12 de abril es el primer día que mostramos los dientes. Empezamos a decir lo que queremos. Hasta ahora, ahí, hasta ahora dudaban, hasta ahora nos podían bicicletear, hasta ahora no estábamos en el tobogán, podíamos bajarnos de los escalones. El 12 ya nos tiramos. Es el primer hecho público de una fuerza nueva nacional. Y el primer hecho público de una nueva fuerza nacional es votar. Es la democracia directa. Porque en el voto de la gente está nuestra fuerza.
Si hoy la CTA, y el 29 de mayo va a elegir a la nueva conducción en todo el país, sigue existiendo porque cuando hubo que ponerse de pie y convocar y gritar contra la Ley Antiterrorista y terminar haciendo el paro del 20 de noviembre de 2012 con la CGT, que derrota al gobierno entreguista, sin lugar a dudas, fue posible porque hubo votación de nuestra gente, porque sabemos qué se votó, y sabemos dónde ganamos y dónde perdimos, y dónde recuperamos nuestra fuerza. Y hay que aprenderlo: nos salva el voto de nuestra gente. Es la democracia directa. Y ahí vamos. El 12 de abril no es una formalidad para nosotros. El 12 de abril, es el inicio de un proceso de salida a disputar públicamente.
Me pasó ese último día, casi fue como el día que se firmó el acuerdo contra la droga, que convocó el obispo Lozano, el día anterior lo llama a Custer y le dice: “Custer, no sabía que usted tenía partido. Avisale a Víctor que venga, que queremos que esté”. Ya lo habían firmado los nueve partidos y los nueve presidentes. Entramos ahí. Casi nos dejan afuera. Decí que la providencia me puso entre monseñor Lozano y Margarita Stolbizer y todos los demás, entonces los diarios no nos pudieron cortar (risas). Es así la pelea, no hay que llorar. Lo que no hay que hacer es creer que ellos nos van a regalar algo. Ahí estaban todos los presidentes de los partidos, estaba el nuestro también. No yo, el partido nuestro. Ahí, de última, casi cayéndonos, protegidos como debíamos, pero estábamos ahí. A partir del 12 nos ponemos en la cancha, en la gente, en la disputa pública, van a tener que ir a explicar por qué hay que votar, a los afiliados de la UP. “Pero para qué vamos a ir a votar si vos ya sos candidato?”. Hay que ir a explicar por qué queremos que en la provincia de Buenos Aires sea presidente “Cachorro” y todos los compañeros que acompañan, por qué es necesario que yo sea presidente, tienen que ir a explicar, si quieren que la gente vote vamos a tener que ir a ganar a los afiliados de la provincia de Buenos Aires, pensando que hay una elección nacional. Van a votar en Salta, van a votar en Jujuy, van a votar en Catamarca, en Corrientes, en San Juan, en Tierra del Fuego, en Capital, en Santa Fe, con personería. Y en todos los demás lugares, como vamos a tener personería, vamos a votar congresales fraternales, porque nosotros necesitamos que también se vote en donde se están organizando para ayudarnos a organizar.
Y sin lugar a dudas vamos a tener un Congreso en agosto que va a parir una propuesta política diferente. Vamos a discutir durante los cuatro meses tres líneas fundamentales de acción: ¿es posible gobernar con una política distinta la Argentina? Hay que demostrarlo. Vamos a convocar a todos a discutir, a quien se anime. ¿Es posible construir con contradicciones en el campo sindical, social? no me imagino, es hora de hablar, para ver si tenemos sentido. Hay de debate entre las organizaciones sindicales y sociales contradictorias, y hay que asumirlo: en cada lugar donde parimos Unidad Popular hubo debate en la CTA, en los gremios, en las organizaciones sociales. Ahora qué: ¿porque son malos, o porque hay prejuicio? ¿O porque no sabemos si hay que ser autónomos o no autónomos? Y compañeros y compañeras: nosotros necesitamos una Central con autonomía, [sube el énfasis] y cuando gobernemos la República Argentina vamos a necesitar que la CTA no solamente sea fuerte, sino sea autónoma y nos ponga los puntos cuando tiene que ponerlos para garantizar que se respeten los derechos de la gente… [Inaudible] –aplausos–.
Hay que discutir la experiencia de Brasil, de Uruguay, de Bolivia, de Chile, de Venezuela, las contradicciones, hay que animarse a discutirlas, porque las vamos a tener que resolver. No las vamos a discutir para hacernos mierda. Esa es la gran diferencia. Una cosa es echarle la culpa al otro de las debilidades que justifican que uno no puede. De eso conocemos un montón. Los tipos que le echan la culpa al otro es lo que ellos no pueden hacer. De ellos, olvídense. Vayan a buscar a los jóvenes. Hay que ir a buscar a los que tienen ganas de ser protagonistas. Y esa es la juventud que tenemos que ir a buscar. Y para eso hay que tener la tercera cosa que vamos a discutir. ¿Cuál es nuestra salida a la crisis popular, equitativa, democrática? ¿Cuál es nuestra salida? ¿Qué propuesta de modelo vamos a plantearles para ganarles el corazón y la esperanza? ¿Qué vamos a hablar? ¿A ver si Cristina es o no es? ¿O vamos a hablar de los diez años que vienen? Y para hablar de los diez años que vienen vamos a tener que agudizarnos, y pensar en serio las propuestas que vamos a ir a discutir con ellos, porque ellos son el futuro. Y a esos pibes hay que ganarlos con los que tenemos, y que, sin lugar a dudas, son lo mejor.
Lo que van a tener que bancar es lo que vamos a construir. La verdad que sí quiero que quede claro lo que estoy sintiendo porque es lo mejor que les puedo dar. Mis quilombos y mis dudas. Pero también mis decisiones y mis certezas. Eso sí lo quiero compartir con mis compañeros. Y no es que yo no dude. Yo dudo, en muchas cosas. La persona que no es capaz de dudar si lo que está haciendo es lo correcto, es un soberbio y se termina equivocando para con sus compañeros.
Ayer en la reunión que teníamos, cuando me apretaban si tenía dudas: “mis dudas duran muchos años” (risas). A mí me tocó irme de la CGT y encabezar la CTA. Vengo del peronismo. Conviví con la duda si no estaba jugando para el enemigo muchos años. No es joda eso. Sabía dónde tenía que estar. Sabía que no me había mandado nadie. Sabía que había historia adentro que afloraba en miles de muchos años de luchas de los trabajadores. Pero estaba yéndome de la CGT. Estaba fracturando la CGT. Estaba en duda. Porque dividir la fuerza de los trabajadores en un momento donde nos están atacando, ¡ah, querido! Y la verdad que lo hicimos. Porque entre estar alcahueteando en los salones de la presidencia y estar en la calle: a la calle. Mientras ellos discuten nosotros en la calle. Ahora las dudas seguían. Y en vez de Congreso pasamos a ser Central y terminamos siendo una Central. Conviví muchos años con mi duda.
Ahora, el 24 de marzo de 2004, cuando en la puerta de la ESMA nos estaban devolviendo la ESMA, y miles y miles de compañeros nuestros íbamos ahí a defender a nuestros compañeros desaparecidos, había un solo cartel, el de la UOM de Quilmes, que tenía un sello de la CGT, ninguno más, [sube el énfasis] todo lo demás eran carteles de la CTA, y la mayoría de los desaparecidos eran trabajadores, que podían ser reivindicados en su identidad de clase por queexistiamos… [inaudible] –aplausos–.
Duda siempre, pero decisión política para actuar. Y eso es lo que estamos haciendo hoy. Hay que ser amplios para saber a lo que jugamos. Decía que “Cachorro” me atribuía la frase de que “todas las revoluciones las hacen los jóvenes”, y es verdad. Sin los jóvenes… Hasta nosotros antes cuando recuperábamos ATE éramos pendejos. Hoy en ATE, hay una generación más grande). (Risas)
Es muy importante ir a buscar a los jóvenes, y creo que en ese sentido, es lo que hoy también me pone feliz, porque tenemos revancha, porque los tengo atragantados desde el 2004, 2005. Porque ese año que nos entregaban la ESMA, nos volvían al PJ. Y empezamos a romper con ese proceso que nos vendió en dos años, por algo importante. En la puerta del Ministerio de Trabajo, lo dije ese día, y fue algo que necesité decir, por lo que había dicho el Presidente de la Nación. Y recordando que estamos en los prolegómenos del 24 de marzo, no lo quiero dejar de decir. Compañeras y compañeros, y miraba a todos los jóvenes de ATE, que no sabían la historia, no de la década del ‘90, del ‘70, y nos vendían que algunos de esos falsos del ‘70 eran los que nos representaban, dije: “miren, compañeras y compañeros, y sobre todo a los jóvenes. De lo único que me arrepiento el 24 de marzo no es ni de los sueños, ni de la militancia, ni de la ganas, ni de los deseos. De lo único que me puedo arrepentir es de haber sido tan gil, de haber subestimado al enemigo. Nunca pensé que eran capaces de hacer semejante hijaputez por defender lo indefendible, que son sus propiedades”. Nunca lo pensé. Subestimé al enemigo, y después aprendí que era subestimar a nuestra gente. Porque el enemigo, sí, no nos subestimó a nosotros, a nuestro pueblo. Por eso hizo lo que hizo, porque sabía que nuestro pueblo estaba en los albores de la transformación en el país. Y por eso no perdonó. Y por eso, asustado, fue a fondo. De eso me puedo arrepentir. Pero lo que sí dije ese día es que de eso me arrepentía pero no de los sueños, y por eso digo con toda claridad. En cada 24 de marzo, como se lo dije dirigiéndome al presidente Néstor Kirchner en ese acto, le dije: “señor Presidente, que quede claro. Me arrepiento de esto. [Sube el énfasis] Pero delante de los jóvenes, para los jóvenes, que quede claro que ninguno de los compañeros que dieron la vida la dieron por un capitalismo en serio, sino para transformar la Argentina y garantizar la felicidad de su pueblo”… [inaudible] –aplausos–.
Transcripción: Germán Aguirre
La esperanza de lo que viene (por Víctor De Gennaro)
25/03/2014
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