En vísperas del Día del Trabajador, el diputado nacional y presidente de UP envió este mensaje a todos los trabajadores.
Por Víctor De Gennaro*
Por Víctor De Gennaro*
El 1 de mayo de 1886, más de 190.000 obreros hacían huelga en Estados Unidos por la jornada de ocho horas de trabajo. Hacían caso omiso de las amenazas de patrones y autoridades, que se sintetizaban en los diarios de la época que vociferaban: «el elemento laboral ha sido picado por una tarántula universal se han vuelto locos pensar en estos momentos en una huelga para reducir la jornada a 8 horas».
Así y todo, la huelga fue un éxito que se repetiría en los días siguientes. El 3 de mayo fueron reprimidos y masacrados los trabajadores en Chicago, y significaría el comienzo de la venganza fraguada en un juicio espurio.
Spies, Lingg,Fisher,Parson y Engel serán los nombres de nuestros mártires.
En 1889, con la presencia de los compañeros de Argentina, representantes del club Vorwurts (adelante), se reunía en París la Segunda Internacional que convocó para el 1 de mayo a una jornada de lucha por las ocho horas y en solidaridad internacional con los mártires de Chicago.
Qué grandeza la suya, a pesar de todas las dificultades de la época, para concebir una jornada internacional que se constituirá en todo el mundo en la fecha de identidad más esencial para la clase trabajadora.
Qué confianza para atreverse a convocar en nombre de la clase trabajadora que ya asumía la superación del capitalismo, la explotación del hombre por el hombre, por la más bella idea surgida que se proclamaba socialismo.
Las calles de Buenos Aires vieron a pesar de la incredulidad y sarcasmo de los dueños del poder cómo el 1 de mayo de 1890 desfilaban hombres curtidos flanqueados por mujeres y niños que eran el centro de a su atención y desvelos.
Más de tres mil escuchaban los discursos en castellano, francés, italiano, y alemán y entregaban un petitorio firmado por más de 7000 personas al congreso de la Nación.
José Winiger, o la anarquista Virginia Bolten entre otros, plantearon con crudeza la realidad a resolver: la jornada de ocho horas, la prohibición del trabajo a los niños menores de 14 años o la reivindicaciones de la mujer trabajadora…
Hoy se repite este acto universal donde millones de trabajadores nos movilizamos, conmemoramos, festejamos y luchamos reafirmando nuestro orgullo de clase y la voluntad de ser motores de los cambios sociales y políticos en el mundo.
Asumimos así la fe y la esperanza de aquellos hombres como Spies que frente a sus verdugos en el momento de ser ahorcado dijo: «Tiempo llegará en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis».
Y lo hicieron sin celulares, Internet, sólo con la Fe en la construccion colectiva de ser protagonistas de una nueva sociedad.
Así y todo, la huelga fue un éxito que se repetiría en los días siguientes. El 3 de mayo fueron reprimidos y masacrados los trabajadores en Chicago, y significaría el comienzo de la venganza fraguada en un juicio espurio.
Spies, Lingg,Fisher,Parson y Engel serán los nombres de nuestros mártires.
En 1889, con la presencia de los compañeros de Argentina, representantes del club Vorwurts (adelante), se reunía en París la Segunda Internacional que convocó para el 1 de mayo a una jornada de lucha por las ocho horas y en solidaridad internacional con los mártires de Chicago.
Qué grandeza la suya, a pesar de todas las dificultades de la época, para concebir una jornada internacional que se constituirá en todo el mundo en la fecha de identidad más esencial para la clase trabajadora.
Qué confianza para atreverse a convocar en nombre de la clase trabajadora que ya asumía la superación del capitalismo, la explotación del hombre por el hombre, por la más bella idea surgida que se proclamaba socialismo.
Las calles de Buenos Aires vieron a pesar de la incredulidad y sarcasmo de los dueños del poder cómo el 1 de mayo de 1890 desfilaban hombres curtidos flanqueados por mujeres y niños que eran el centro de a su atención y desvelos.
Más de tres mil escuchaban los discursos en castellano, francés, italiano, y alemán y entregaban un petitorio firmado por más de 7000 personas al congreso de la Nación.
José Winiger, o la anarquista Virginia Bolten entre otros, plantearon con crudeza la realidad a resolver: la jornada de ocho horas, la prohibición del trabajo a los niños menores de 14 años o la reivindicaciones de la mujer trabajadora…
Hoy se repite este acto universal donde millones de trabajadores nos movilizamos, conmemoramos, festejamos y luchamos reafirmando nuestro orgullo de clase y la voluntad de ser motores de los cambios sociales y políticos en el mundo.
Asumimos así la fe y la esperanza de aquellos hombres como Spies que frente a sus verdugos en el momento de ser ahorcado dijo: «Tiempo llegará en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis».
Y lo hicieron sin celulares, Internet, sólo con la Fe en la construccion colectiva de ser protagonistas de una nueva sociedad.
¡FELIZ DIA COMPAÑEROS!
*Diputado nacional y presidente del Instrumento Electoral por la Unidad Popular.
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