Intervención del diputado en la sesión donde se trató el traspaso al Gobierno Nacional del Instituto Espacio para la Memoria.
«Quiero hablar como militante de los trabajadores y de los Derechos Humanos pero, también, como trabajador estatal y como miembro de la Comisión de la Memoria de la Provincia de Buenos Aires. Una Comisión presidida por Adolfo Pérez Ezquivel y Hugo Cañón, que tiene un rol trascendente en los últimos 15 años.
«Quiero hablar como militante de los trabajadores y de los Derechos Humanos pero, también, como trabajador estatal y como miembro de la Comisión de la Memoria de la Provincia de Buenos Aires. Una Comisión presidida por Adolfo Pérez Ezquivel y Hugo Cañón, que tiene un rol trascendente en los últimos 15 años.
He aprendido que construir democracia cuesta mucho pero que para destruir experiencias democráticas basta un segundo y volver a reconstruirlas cuesta muchísimo más. Por eso es una irresponsabilidad terminar con una experiencia autárquica y autónoma en la Ciudad de Buenos Aires.
Hay un compromiso claro entre el Gobierno y el PRO para terminar con esta experiencia de autonomía. La Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires es autónoma y financiada por el Estado, pero es capaz, hoy, de alentar la memoria de los pibes de las más de 1000 organizaciones que se reúnen para recuperar la historia pero, también, para presentar el informe denunciando la tortura en las cárceles al mismo gobierno que la financia. Informe que muestra cómo crece día a día la tortura en las cárceles e institutos penitenciarios, especialmente a los jóvenes.
Y esto es posible porque la autonomía, la democratización de las estructuras estales es la clave. La democracia no le pertenece a un partido. No le pertenece a un sector. Es parte de la lucha popular.
No estamos discutiendo si un gobierno hizo o no por los Derechos Humanos, estamos discutiendo mucho más allá de eso. Estamos discutiendo otra perspectiva. He visto gobiernos que son capaces de enorgullecerse por los aspectos positivos que generan pero callan, o tratan de olvidar, las cosas que aparecen como contradicciones.
¿Cómo sentirse parte del Juicio a las Juntas pero estar de acuerdo con la Obediencia Debida y el Punto Final? ¿Cómo sentirse parte de lo que fue la derogación de la Obediencia Debida y el Indulto y no estar en contra de la Ley Antiterrorista y el Proyecto Equis?
Los Derechos Humanos no son patrimonio de un gobierno. Los Derechos Humanos son patrimonio de nuestro pueblo. Será que soy militante de una Argentina que expresa otras cosas.
Cuando se cumplieron los 20 años del golpe militar, las calles de nuestro país se inundaron de pueblo que no estuvo convocado por ningún partido ni gobierno. Salió a la calle autoconvocado por las organizaciones de Derechos Humanos, que hicieron la marcha más importante el 24 de marzo de 1996 e iniciaron el juicio en España, que determinó que había habido genocidio en nuestra Patria.
Aprendamos que los Derechos Humanos no dependen de un partido ni de un gobierno. Son patrimonio del pueblo argentino, de la clase trabajadora y de todos los sectores sociales. ¿Cómo se puede tener la soberbia de creerse los únicos representantes?
Este Parlamento tiene que abrirse a la gente, abrirse a escuchar y, también, tiene que ser parte de la construcción de la democracia, no para pasarse facturas sino para discutir los problemas de la gente.
Vamos a votar en contra porque no estamos de acuerdo con que se termine con la democratización en el Estado.
Quiero terminar pensando en los jóvenes. Aunque no comparta muchas cosas de las que digan, no solamente los respeto sino que los admiro por su militancia y porque van a ser los constructores del futuro. Hay que aprender a fondo. Como militante popular en aquél 24 de marzo de 1976, hay una sola cosa que de la que me arrepiento. No me arrepiento de mis sueños, mis esperanzas ni de militar. Me arrepiento de haber sido tan gil como para haber subestimado tanto al enemigo.
Me cuestiono por no haberme dado cuenta que son verdaderos inescrupulosos, que así como financiaron la dictadura, hoy siguen financiando cómo se llevan la riqueza de nuestro país.
El enemigo no subestima al pueblo, por eso no quiere democratización a fondo.
Y le digo a estos jóvenes, que aquellos que sufrieron cárceles, -de los cuales hay muchos aquí de diferentes sectores políticos-, que fueron exiliados por su pensamiento y los que están desaparecidos, no fueron encarcelados, exiliados y desaparecidos por defender el capitalismo «en serio» sino por construir una sociedad diferente, solidaria y equitativa, en la que se permita hablar a Nora Cortiñas y Elia Espen, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en este Congreso Nacional donde se las prohibió».
Hay un compromiso claro entre el Gobierno y el PRO para terminar con esta experiencia de autonomía. La Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires es autónoma y financiada por el Estado, pero es capaz, hoy, de alentar la memoria de los pibes de las más de 1000 organizaciones que se reúnen para recuperar la historia pero, también, para presentar el informe denunciando la tortura en las cárceles al mismo gobierno que la financia. Informe que muestra cómo crece día a día la tortura en las cárceles e institutos penitenciarios, especialmente a los jóvenes.
Y esto es posible porque la autonomía, la democratización de las estructuras estales es la clave. La democracia no le pertenece a un partido. No le pertenece a un sector. Es parte de la lucha popular.
No estamos discutiendo si un gobierno hizo o no por los Derechos Humanos, estamos discutiendo mucho más allá de eso. Estamos discutiendo otra perspectiva. He visto gobiernos que son capaces de enorgullecerse por los aspectos positivos que generan pero callan, o tratan de olvidar, las cosas que aparecen como contradicciones.
¿Cómo sentirse parte del Juicio a las Juntas pero estar de acuerdo con la Obediencia Debida y el Punto Final? ¿Cómo sentirse parte de lo que fue la derogación de la Obediencia Debida y el Indulto y no estar en contra de la Ley Antiterrorista y el Proyecto Equis?
Los Derechos Humanos no son patrimonio de un gobierno. Los Derechos Humanos son patrimonio de nuestro pueblo. Será que soy militante de una Argentina que expresa otras cosas.
Cuando se cumplieron los 20 años del golpe militar, las calles de nuestro país se inundaron de pueblo que no estuvo convocado por ningún partido ni gobierno. Salió a la calle autoconvocado por las organizaciones de Derechos Humanos, que hicieron la marcha más importante el 24 de marzo de 1996 e iniciaron el juicio en España, que determinó que había habido genocidio en nuestra Patria.
Aprendamos que los Derechos Humanos no dependen de un partido ni de un gobierno. Son patrimonio del pueblo argentino, de la clase trabajadora y de todos los sectores sociales. ¿Cómo se puede tener la soberbia de creerse los únicos representantes?
Este Parlamento tiene que abrirse a la gente, abrirse a escuchar y, también, tiene que ser parte de la construcción de la democracia, no para pasarse facturas sino para discutir los problemas de la gente.
Vamos a votar en contra porque no estamos de acuerdo con que se termine con la democratización en el Estado.
Quiero terminar pensando en los jóvenes. Aunque no comparta muchas cosas de las que digan, no solamente los respeto sino que los admiro por su militancia y porque van a ser los constructores del futuro. Hay que aprender a fondo. Como militante popular en aquél 24 de marzo de 1976, hay una sola cosa que de la que me arrepiento. No me arrepiento de mis sueños, mis esperanzas ni de militar. Me arrepiento de haber sido tan gil como para haber subestimado tanto al enemigo.
Me cuestiono por no haberme dado cuenta que son verdaderos inescrupulosos, que así como financiaron la dictadura, hoy siguen financiando cómo se llevan la riqueza de nuestro país.
El enemigo no subestima al pueblo, por eso no quiere democratización a fondo.
Y le digo a estos jóvenes, que aquellos que sufrieron cárceles, -de los cuales hay muchos aquí de diferentes sectores políticos-, que fueron exiliados por su pensamiento y los que están desaparecidos, no fueron encarcelados, exiliados y desaparecidos por defender el capitalismo «en serio» sino por construir una sociedad diferente, solidaria y equitativa, en la que se permita hablar a Nora Cortiñas y Elia Espen, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en este Congreso Nacional donde se las prohibió».