Le llaman el “economista del papa”, pero él considera que esa calificación resulta exagerada. “No me gusta ni me dejar de gustar”, aclara. Se llama Claudio Lozano, es diputado del Frente Amplio Progresista (FAP), que en las elecciones presidenciales de 2011 fue la primera fuerza opositora al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y es el referente económico de la facción antikirchnerista de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA). Se autodefine como economista “ecléctico”: “Estoy dentro del pensamiento estructuralista, heterodoxo, keynesiano, recupero aportes marxistas y mantengo una distancia muy profunda respecto del neoliberalismo”.
Cuando el ahora papa Francisco era Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, consultaba con frecuencia a Lozano por temas de pobreza y desigualdad social. No es que se encontraban a hablar de economía. Es más, nunca se vieron a solas. La relación comenzó en 2005 cuando por intermedio del entonces embajador argentino en el Vaticano, el sindicalista socialcristiano Carlos Custer, el entonces cardenal comenzó a pedirle al diputado que le enviara sus análisis económicos. “Le preocupaban los temas de trabajo, distribución del ingreso, pobreza”, comenta Lozano en diálogo telefónico con EL PAÍS. “Tuvo conceptos elogiosos hacia nuestros informes e incluso nos mandaba notas al respecto”, cuenta este diputado por Buenos Aires admirador de las políticas sociales del venezolano Hugo Chávez, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el ecuatoriano Rafael Correa y el boliviano Evo Morales, aunque crítico de Fernández y de la falta de desarrollo de alternativas productivas a las materias primas en toda Latinoamérica.
“Exponentes de una redistribución del ingreso importante son (el presidente) Evo Morales, (el presidente) Correa y (el expresidente) Chávez. Allí hubo transferencia de ingresos con políticas sociales que produjeron una fuerte modificación de los problemas de la población más postergada”, destaca Lozano. “También hubo una fuerte política social inclusiva en la gestión de (el expresidente) Lula. Son distintos tipos de modelos que hay que considerar, y teniendo en cuenta que son economías distintas de la de Argentina. Pero nadie puede dudar de que las misiones sociales (de Venezuela) en salud y educación ha tenido un impacto sensacional. Por ejemplo, en la reducción del analfabetismo y el aumento de la tasa de escolarización”, elogia el economista consultado por Francisco.
Sin embargo, el diputado también vierte sus reparos: “Más allá de las políticas de transferencias sociales mejores o peores, hay un límite en toda Latinoamérica y consiste en la dificultad para salir de una perspectiva de carácter extractivista de los recursos naturales. Tenemos una tendencia a la reprimarización de nuestra economía en lugar de avanzar hacia el cambio productivo. Tanto Venezuela, Ecuador y Bolivia como Brasil y Argentina basaron su crecimiento en los altos precios de las materias primas, pero no reordenaron su producción y esto tiene impacto ambiental, por ejemplo, con la minería a cielo abierto”. Lozano es un crítico de la gran minería, una actividad muy rentable pero que ha despertado diversos conflictos sociales a lo largo de América Latina. No superamos la lógica del extractivismo con políticas sociales activas. Sin un cambio productivo en la región será más complejo la sostenibilidad del crecimiento”, advierte el diputado. Las industrias extractivas también son la gran agricultura transgénica, que muchas veces ha venido acompañada de deforestación y monocultivos, y la petrolera, que ahora está comenzando a desarrollar los pozos no convencionales, con menos polémica ambiental que en España. De hecho, una alcaldesa de la Patagonia argentina vetó la ordenanza del Poder Legislativo de su municipio que había sido el primero y único en Latinoamérica en prohibir la explotación de hidrocarburos no convencionales, dado el impacto ambiental del método del fracking.
“Bergoglio mandaba representantes de él a nuestra convocatorias”, se refiere Lozano a reuniones de Unidad Popular, el partido integrante del FAP en el que milita también el exlíder de la CTA y actual diputado Víctor de Gennaro, un histórico amigo de Lula. En uno de esos encuentros Lozano analizó la aplicación de la asignación universal por hijo, la subvención que creó Fernández en 2009 para los menores de 18 años hijos de parados y trabajadores informales. Lozano concluyó que el Gobierno argentino había gastado en la ayuda la mitad de lo prometido en un principio y la había financiado con fondos de la Seguridad Social, con lo que restó recursos para aumentar las pensiones a los jubilados. También denunció que un 30% de la población que debería recibir la asignación no la percibe. Bergoglio, enfrentando con los Kirchner, le envió una nota a Lozano felicitándolo por el trabajo: «Muchas gracias por el bien que esto podrá hacer en nuestra sociedad». Pero siempre esta relación entre arzobispo y economista se había mantenido fuera del foco de los medios de comunicación. Ahora que Bergoglio es papa, el periódico Clarín publicó este domingo un artículo sobre el vínculo que los unía.
El entonces arzobispo lo ha invitado a exponer en reuniones eclesiásticas y una vez compartieron el estrado en una conferencia que sobre la realidad argentina se organizó en un colegio católico porteño, el Don Bosco. Esa vez Bergoglio mostró su interés por el “carácter desigual de la distribución económica” y sobre “qué medidas tenían que adoptarse para hacer una reforma seria” de esta situación.
“Siempre sostuve que desde 2003 en adelante (cuando comenzó el Gobierno de Néstor Kirchner) hubo una mejora social más asociada al crecimiento acelerado de la economía argentina antes que a políticas propias de distribución”, opina quien llegó a diputado aquel año en alianza con el entonces presidente argentino, pero del que pronto se distanció. Lozano reconoce que Argentina logró una fuerte reducción de la pobreza respecto del “momento más atroz” de la crisis de 2002, cuando afectaba al 57% de la población, pero advierte que desde 2007 ha dejado de bajar e incluso ha subido un poco. Lozano calcula que la pobreza alcanza al 31% de los argentinos, frente al 6,5% que informa el Gobierno y el 19,9% que estima la CTA kirchnerista. La indigencia, es decir, aquellos pobres que pasan hambre, suponen entre el 12% y el 15% de la población, según Lozano, frente al 1,7% del Gobierno y el 4,7% de la central sindical progubernamental. El economista consultado por el papa considera que Argentina podría haber reducido más la pobreza, sobre todo en los últimos seis años, y advirtió que los últimos logros que muestra el Gobierno son resultado de la “manipulación estadística”.
Preguntado si con Bergoglio lo unía la crítica al kirchnerismo, Lozano responde: “Los que señalamos que el crecimiento no tenía el contenido distributivo que el Gobierno enunciaba fuimos colocados en el lugar de enfrente de la política oficial. Las políticas distributivas del Gobierno no construyeron un piso de garantías y derechos. Además, el crecimiento fue importante hasta 2007, pero desde entonces no. Y se ha sumado el fenómeno inflacionario. Ahora hay una suerte de estancamiento económico y la situación social sigue delicada, conflictiva”.
En Argentina, algunos analistas y políticos consideraron que la designación de Bergoglio como papa afectará la popularidad de Fernández. “Es un error colocar la nominación del papa en la pelea interna doméstica”, opina Lozano. “Más allá de que algunos sectores políticos creen que van a tener más capacidad para confrontar con el Gobierno, la tarea del papa ahora tiene que ver con la situación de la Iglesia mundial. Obviamente va a tener efecto político interno, pero Francisco tiene que ocuparse primero de una Iglesia en franco deterioro, desprestigiada, con una ortodoxia exacerbada, atravesada por la corrupción económica, con casos de pedofilia y demás. Francisco deberá tener una estrategia para recuperar a la Iglesia”, observa el diputado del FAP, una fuerza política que apoya la despenalización del aborto, a diferencia de Fernández.
Lozano se ilusiona con el nuevo papa en el aspecto social: “Tengo la absoluta convicción de que la pobreza y la desigualdad serán centro de sus planteos y definiciones. Francisco me parece un soplo de aire fresco, abandona ciertas actitudes más tradicionales. Es un retorno a la importancia de la cuestión social de otros papados. Con Juan Pablo II había mucha ortodoxia en el culto, pero una apertura a cuestionamientos al neoliberalismo y al socialismo real. Bergoglio profesa la ortodoxia en el culto, pero menos que la de corrientes conservadoras como el Opus Dei”.
Fuente: blogs.elpais.com