El diputado analizó el quiebre del FAP en Capital y planteó que el mismo debate también se da a nivel nacional.
Dice que el Frente Amplio Progresista (FAP) jamás llegó a consolidarse en la Capital Federal. Remarca que Libres del Sur, que cerró un acuerdo con Alfonso Prat Gay y un sector de la UCR, y Fernando Pino Solanas, que se alió con Elsia Carrió, «rompieron la posibilidad de consolidar una propuesta progresista nueva, por fuera de las estructuras tradicionales del justicialismo y el radicalismo». «Esa había sido la idea fundacional del Frente».
El diputado, sentado en la punta de una larga mesa, en el departamento en el que funcionan sus oficinas, pone azúcar en la taza de café de la emana humo y agrega: «Si Binner también cree que el camino es acordar con el radicalismo, no sé si estaremos juntos en 2015».
–Las diferencias, entonces, no son sólo en Capital…
–Binner fue nuestro candidato en 2011, pero tenemos que ver cómo sigue todo. Hay debates que saldar. Si él y su partido profundizan la idea de que el camino es reeditar una alianza con los radicales, nosotros no estamos de acuerdo. Últimamente dieron muchas señales discursivas y de construcción política que van en ese sentido y no las compartimos. La base electoral que nosotros creemos que se debe disputar es la de los sectores populares, la de la experiencia peronista. Y a veces hay declaraciones de Binner que resultan «llamativas», el elogio a (Henrique) Capriles, sus guiños a Mauricio Macri, son desacertados desde el punto de vista de la construcción de una opción popular.
–Pero el Frente Progresista que gobierna Santa Fe, en el que parcialmente se inspiró el FAP, incluye al radicalismo…
–Es muy distinto. Allí, el Partido Socialista ganó primero la ciudad de Rosario y la gobernó. Luego, en el marco de disputar la provincia, y con la hegemonía del socialismo, se construyó el frente que tiene siete fuerzas, una de ellas es la UCR. Acá no estamos discutiendo la incorporación del radicalismo al FAP como una fuerza más, que sería algo atendible. Se trata del armado de otra alianza, en la que terminaríamos siendo el pulmotor de una fuerza que no puede reconstruir su caudal electoral. No tenemos problemas con la cultura radical, pero sí con la estructura tradicional del partido. Además, no queremos construir basados en la lógica de todos contra el gobierno nacional. No nos entusiasma la «opción Capriles».
–El acercamiento a los «partidos tradicionales», ¿no tiene que ver, en parte, con la necesidad de una estructura que las fuerzas nuevas no tienen?
–El atajo de asociarse con el PJ o la UCR hizo que muchas experiencias progresistas terminaran deglutidas por los viejos partidos. Fue lo que pasó con la transversalidad kirchnerista o con la Alianza a fines de los ‘90. Por otra parte: ¿dónde quedó la estructura en 2011? Nosotros salimos segundos con tres meses de campaña. Y lo que tuvo de virtuoso el Frente fue justamente que se presentó como una experiencia nueva.
–¿Cree que el acuerdo de Libres del Sur con la UCR y Prat Gay, y el del socialismo con Solanas y Carrió, los lleva a «diluirse»?
–Sí. De todos modos, para nosotros, el FAP es una creación del conjunto y si no están todos sus componentes no es nada.
–En el caso del acuerdo de los socialistas con Solanas y Carrió, ¿cuál sería el partido tradicional?
–Ahí el ruido lo mete Carrió, que pasó de una postura de centro-izquierda a una de centro-derecha sin escalas. Desde el 2007 se ha vuelto la articuladora de opciones de centro-derecha. Y prácticamente no hemos coincidido en el Congreso. Ella acompañó la estrategia de los sectores más concentrados del agro, promovió que se abandonara Aerolíneas Argentinas. La asociación de Pino con ella parte de la base de colocar en el centro del debate el tema de la corrupción, dejando de lado la discusión sobre qué tipo de sociedad se quiere construir. Esta idea de que los «honestos» salvarán la sociedad termina siendo una bandera de derecha.
–¿Por qué?
–Pone el tema en el marco de la moral individual y no del modo de funcionamiento de un sistema. No se plantea nada sobre reformas institucionales y de participación popular que habría que impulsar.
–Uno de los planteos que hace tanto Libres del Sur como Solanas sobre las alianzas es que los frentes deben ser amplios para poder formar una mayoría…
–¿Qué tiene que ver Lilita con tener más electorado. Sacó el 1,8% de los votos en la última elección. No es justamente el mejor ejemplo de competitividad electoral. Nuestra propuesta era unificar el FAP porteño con Proyecto Sur. Esa era una alianza amplia que convocaba a una discusión seria. Los que rompen esa posibilidad son Libres del Sur, primero, y Pino, después. Y lo más grave es que han dado nacimiento a opciones filomacristas. Al basar su estrategia en una postura de «todos contra el gobierno nacional», en una ciudad gobernada por un opositor, terminan acercándosele. Se suma también que ellos parten de la base de que el electorado de porteño es de derecha. Nosotros no compartimos eso. Creemos que los porteños votaron a Macri porque el progresismo fracasó. Y no hay que hacerse de derecha para ganar, sino generar una nueva propuesta.
–¿Cómo ve el respaldo de Solanas al decreto de Mauricio Macri sobre «libertad de expresión», que en los hechos defiende a Clarín de la Ley de Medios?
–Tenemos que mirar bien el articulado, pero nosotros acompañamos la Ley de Medios en su momento. De todos modos, tenemos críticas al modo en que el gobierno gestionó la norma. Se terminó transformando sólo en una pelea con Clarín. Hay muchas cosas que tenían que ver con la formación de la pluralidad de voces que se dejaron de lado. Por otro lado, nos parece una payasada la aparición de Macri, que reprimió a los periodistas en el Borda. Más que un debate sobre la libertad de expresión es parte de su posicionamiento electoral. Nosotros no vamos a bancar un articulado que permita la impunidad empresarial, pero tenemos que analizar bien el decreto.
–¿Va a presentarse en las próximas elecciones?
–Solanas y Libres del Sur quebraron la posibilidad de un frente común, así que hay un realineamiento político de fuerzas que estaban en Proyecto Sur y en el FAP. Estamos tratando de ver si generamos con ellos una propuesta que tenga una amplitud y una coherencia más claras que la que generó este «carnaval porteño». En ese marco, sí, es probable que me presente.
Contra la «lógica binaria»
«No sirve construir desde la lógica binaria de que las únicas opciones son estar a favor o en contra del kirchnerismo», dice Lozano, tratando de describir el camino que su fuerza intentará recorrer ahora que el FAP porteño se quebró.
–¿Hay espacio para una propuesta así?
–Claro. Una muestra de eso es el importante respaldo que el gobierno logró con sus mejores iniciativas, como la Asignación Universal, la quita de deuda, la renovación de la Corte Suprema, el juicio a los genocidas de la dictadura. Y también el apoyo que recibieron opciones como el FAP en 2011 y Proyecto Sur en 2009. Esas propuestas le plantearon una discusión distinta al oficialismo, no desde un lugar conservador, sino discutiendo el modelo productivo, el control sobre los recursos extractivos, la profundización de la integración regional. Una serie de temas que a nuestro criterio el Ejecutivo no toca. Por ejemplo: el gobierno no pone en marcha una consulta popular sobre ningún tema y no replantea el modelo productivo. En las elecciones de 2011, la sociedad preservó al gobierno, sepultó al pasado, que eran el duhaldismo y la UCR, y respaldó una perspectiva progresista nueva que fue el FAP.
–¿Sería construir oposición reconociendo medidas del gobierno?
–No hay solución al kirchnerismo retornando al menemismo ni al radicalismo sino profundizando rumbos y agregando otros.
Fuente: Infonews