Por Laura García Tuñón – Legisladora de la Ciudad
La escuela secundaria está en crisis desde hace mucho tiempo, la sociedad en su conjunto la interpela. Todos sabemos que no logra cumplir con las esperanzas singulares ni con los desafíos que tenemos como país. Uno de cada cuatro estudiantes abandona la escuela. A pesar del esfuerzo de muchos docentes, los chicos repiten o no logran terminar.
El secundario parece un nivel de paso, que no tiene sentido en sí mismo, ni para las políticas educativas nacionales o jurisdiccionales ni para los propios estudiantes. Ante esta situación, que no es exclusiva de la Ciudad, nos enfrentamos a una innovación, una propuesta de reforma educativa a través de la llamada “Nueva Escuela Secundaria”.
Este cambio se realiza bajo el amparo de la Ley Nacional de Educación y en el marco de las directivas del Consejo Federal, quien a través de diversas resoluciones intenta organizar el nivel medio de todo el país, destruido por la Ley Federal.
En nuestra ciudad, por el protagonismo asumido por docentes y estudiantes, se pudo impedir que la reforma educativa de los 90 modificara la estructura del sistema educativo, su desmantelamiento y vaciamiento. Esta lucha ubicó a nuestra ciudad en un lugar diferencial frente al resto del país.
Esta reforma tiene muchas críticas, sin embargo queremos focalizar en una que es nodal: no se reconocen las trayectorias. En esta ciudad, el nivel medio tiene múltiples ofertas que responden a los intereses que la comunidad educativa fue demandando a lo largo de los años. Nos parece que no es en sí misma una característica negativa, sino todo lo contrario.
La NES propone organizar todas las escuelas de nivel medio en 10 orientaciones, cuando en estos momentos la ciudad cuenta con más de 140 planes distintos.
Entre las que desaparecen está el Bachillerato Pedagógico. Año tras año en la Ciudad se reciben menos maestros y profesores. La orientación pedagógica es uno de los eslabones fundamentales para la formación docente. Ante ello, nos preguntamos si eliminándola como orientación no estamos profundizando la falta de maestros.
Creemos que es fundamental un cambio en el nivel medio. Pero lo que no está en discusión desde el Consejo Federal Nacional, ni desde la Ciudad, es una propuesta que piense al nivel, a los estudiantes y a los docentes desde una nueva mirada, que contenga una discusión central: cuál es el sentido de la escuela secundaria en el siglo XXI. Cuál es el sentido de una escuela secundaria que reclama por mayor profundización de la democracia, por mayor justicia e igualdad y donde la participación sea fundamento de transformación y no solamente un instrumento que avale decisiones de otros.
Ésta es una discusión y una definición que nos involucra a todos. Sin embargo, si queremos una secundaria como espacio de conocimiento, participación y ciudadanía, los estudiantes y los trabajadores de la educación son imprescindibles si se quiere llevar adelante una reforma y no un parche para que todo siga igual.
Fuente: Diario Z