Para que la bronca y los reclamos de los sectores populares sean el centro de la pelea electoral en octubre.
Por Ricardo Fierro (Para ANDigital)
Ajuste y desindustrialización
Usando las mentiras del Indec, la presidenta discursea que en la Argentina estamos en el paraíso. La realidad muestra lo contrario. El salario mínimo anunciado por CFK, en enero del 2016 (o sea cuando ella ya no esté) subirá a $6.060. Hasta Caló, el jefe de la CGT oficialista, lo calificó de “casi indigno”. Apenas cubre el 34% de la canasta familiar, estimada en $16.317 para agosto. Y cubre mucho menos para los trabajadores en negro, con un sueldo promedio de $3.500. La distribución de la riqueza que alardea el gobierno es una gran mentira. El valor promedio creado en una hora de trabajo, en el 2014, fue de 18,60 dólares, lo que recibe el trabajador es 4,5 dólares, y los monopolios se embolsan 14 dólares, eso significa una “tasa de explotación laboral del 218%” (Claudio Lozano, La Nación, 27/7).
Hay grandes luchas de los trabajadores de Acindar, Aluar, los ingenios Ledesma y San Isidro, telefónicos, la línea de transporte 60, la avícola Cresta Roja, por despidos, por salarios y contra el impuesto a las ganancias. Las mismas grandes patronales que “juntaron la plata con pala” (como dice la presidenta), ahora descargan la recesión sobre los trabajadores.
Las pequeñas y medianas empresas son las más castigadas por la política K. Generan 1.500.000 puestos de trabajo, y agregan el doble de valor a la producción, que los monopolios que operan con soja y minerales. De 9.295 pequeñas y medianas empresas exportadoras que había en el 2015, hoy quedan 5.092, agravando el monopolio de un puñado de grandes capitales imperialistas.
Los hechos desnudan la mentira del doble discurso industrialista K. La realidad es la desindustrialización, la primarización (la producción y las exportaciones se concentran en soja y minerales), y la concentración y extranjerización de la industria.
Liquidación de campesinos y chacareros
Lo mismo ocurre con la producción agropecuaria, donde la crisis destruye las producciones regionales, con caídas de las exportaciones, en lo que va del 2015, del 67% el arroz, 34% la miel, 27% los pollos, 42% las manzanas. Y se agrava la situación de las chacras pampeanas donde el gobierno y sus aliados, los grandes pooles y grandes terratenientes, empujaron la sojización, y provocaron el aumento de los precios de los alimentos. Hoy está en crisis la lechería, la producción de soja de las zonas a más de 500 kilómetros de los puertos, y se agrava la situación de las pequeñas y medianas chacras de la zona pampeana.
Las migajas que ha dado el gobierno no resuelven la situación, las usa para frenar las luchas y tratar de copar o dividir a las organizaciones del campesinado y los chacareros. Cristina K hace mucho que le dijo a dirigentes agrarios: “No van más las chacritas, lo que va son los agronegocios”. Esta es su política: la asociación con los grandes pooles, los grandes terratenientes, que cada vez más son extranjeros como Soros, y monopolios imperialistas como los yanquis Cargill y Monsanto, y la china Nidera.
Más ajuste y más entrega
El resultado de esta política K es el agravamiento de la dependencia y del latifundio terrateniente. De eso no se sale con parches. La fórmula Scioli – Zannini se ofrece como garante de la continuidad de esta política de ajuste, ocultando su fracaso con migajas. Algunos grupos poderosos que impulsaron otros candidatos, ahora negocian con Scioli. Scioli actúa como si ya fuera presidente. En la cena en la que recaudó $32 millones, lo apoyaron 13 gobernadores del PJ. Al mismo tiempo, le ofreció a Kicillof seguir en su puesto, elogió a Menem y tiene entre sus íntimos operadores políticos al ex ministro menemista Carlos Corach. No le hace asco a nada. Se abrazó con Recalde, en medio del papelón de Aerolíneas Argentinas con 121 vuelos cancelados, en una empresa a la que todo el pueblo subsidia con $8.000.000 por día. Y no dice nada de que el gobierno destruyó la industria aeronáutica. Le ofreció a Randazzo integrar su gabinete, cuando se descarriló un tren, en vías en las que los durmientes se rompieron en menos de un año de uso. La presidenta llama “trenes argentinos” a los que importó de China; su gobierno agravó la destrucción de la industria ferroviaria.
Achican la cancha
Como las cuentas reales, hasta ahora, no dan un ganador seguro, los candidatos publicitados del sistema recurren al método de las falsas promesas electorales. Scioli aplicó mansamente la política K en Buenos Aires, llevó a la pobreza y la desocupación a cientos de miles de familias bonaerenses, y recita como suyo el reclamo del Papa Francisco: tierra, techo y trabajo. Aprendió de Menem, su padrino político y maestro, que prometió salariazo y revolución productiva.
Macri, con los fracasos de Santa Fe y Córdoba, y el triunfo por poco en la Capital Federal, descubrió las bondades del kirchnerismo. Además, está cada vez más necesitado del aparato de la UCR, lo que lo hizo dejar la “pureza amarilla” y mimar a los aliados que ocultaba.
Todo el aparato publicitario del sistema sigue trabajando para polarizar las PASO. Trabajan la idea de que las PASO deciden candidatos, cuando solo son internas de los frentes o partidos que lleven varios candidatos. Tratan de achicar la cancha a dos colores, el naranja sciolista y el amarillo macrista.
Dar vuelta el viento
El Frente Popular está avanzando con el enorme esfuerzo de miles de militantes y amigos. Sus propuestas programáticas se van conociendo y son bien recibidas en los lugares a los que se llega. Pesa el prestigio de luchadores sindicales, como Víctor de Gennaro, su candidato a presidente, y Juan Carlos Alderete, el primer candidato a diputado por Buenos Aires; y la joven y combativa luchadora agraria y estudiantil, Evangelina Codoni, candidata a vicepresidenta. Y pesan muchos años de lucha de las fuerzas que componen el frente: Unidad Popular, Partido del Trabajo y del Pueblo, Emancipación Sur, Camino de los Libres y numerosas organizaciones sociales y políticas en cada provincia.
El desafío que está abierto es completar las grandes tareas que dejaron abiertas los hechos fundacionales de nuestro pueblo y nuestra patria. Mucho hubo que luchar, desde las rebeliones de los originarios, pasando por la Revolución de Mayo y la Guerra de la Emancipación, hasta llegar a declararnos libres de España y de toda otra dominación extranjera. Hay una historia heroica en la lucha por tierra, techo y trabajo.
La dirección del FIT, con el pretexto de luchar “contra el capitalismo”, no lucha para acabar con la dependencia y el latifundio, las dos montañas que oprimen a los trabajadores, los campesinos, el pueblo y la nación argentina.
El Frente Popular es una fuerza política y social que trabaja para ganar una década, con un programa y un camino para que gobierne el pueblo. Por eso camina con las dos piernas. Una es la de recoger, como bandera de lucha, cada uno de los sufrimientos populares. Y la otra pierna, es la unidad política y programática, para que en cada situación por la que atravesamos, sean las tormentas sociales y políticas, o las elecciones, haya una herramienta con vocación de poder.
Entramos en la recta final, romper la trampa de las PASO, que son un filtro para impedir que las fuerzas populares estén en octubre. Ahora la justicia electoral de la provincia de Buenos Aires restringe la participación popular en la fiscalización de las urnas, y otro juez bonaerense limitó a 25 boletas el máximo en el cuarto oscuro. El desafío es redoblar los esfuerzos para que 500.000 trabajadores, campesinos, estudiantes, mujeres, jóvenes, intelectuales, artistas, profesionales y demás sectores populares, con su voto, abran paso al Frente Popular a las elecciones de octubre. Es un gran desafío, que podemos vencer a fuerza de voluntad, esfuerzo y coraje. Como dicen los hermanos qom, es posible dar vuelta el viento.-