El presidente de UP opinó sobre YCF, la última sesión en Diputados y el rol de los trabajadores.Mirá el video.
(Eltrabajadordelestado.org) El ex secretario general de ATE y la CTA, el diputado nacional de Unidad Popular (UP), Víctor de Gennaro, explica por qué dio quórum en la última sesión de Diputados para votar, entre otras leyes obreras, la recuperación de YCF. Asimismo recuerda el proceso de lucha que impulsaron los trabajadores desde 1987 contra su cierre y privatización. Y advierte que, si la empresa no es direccionada por sus trabajadores, corre riesgo de ser una caja de negociados.
-Fue muy criticada la posición de un grupo de diputados opositores de dar quórum y votar alrededor de cien leyes en la última sesión de diputados
– Todos los fines de año se aprestan a votar maratónicamente una lista de proyectos que cuenta con dictamen único y llega al recinto para ser aprobada. En este último caso, se realizó una sesión especial sobre la que todos los bloques conocíamos la agenda del día. Varios de esos proyectos luego aprobados significan un avance para los trabajadores, como la expropiación del BAUEN, la participación de los trabajadores en las ganancias de empresas telefónicas, el reconocimiento a la propiedad participada de los trabajadores en las empresas de Agua, Energía Eléctrica o Gas del Estado. Tampoco es menor el derecho de las mujeres a trabajar en áreas petroleras. Pero había uno en particular que para nosotros era muy importante: el de Yacimientos Carboníferos Fiscales.
-¿Por qué era importante para ustedes el de YCF?
– Porque unifica bajo la única entidad jurídica de Sociedad del Estado la usina y mina de carbón de Río Turbio. Algo que le da vida al yacimiento y al pueblo por cien años más, por lo menos, y por lo que venimos peleando desde antes de llegar a conducir ATE en 1984. Por supuesto que para el oficialismo que se va y el que viene, lo que se discute es quién tiene más poder. Pero para nosotros, el eje es votar proyectos que traigan solidaridad y vida y rechazar los que traigan negocio y muerte. Proponga quien los proponga.
-Es paradójico que tu primer acto como Secretario General de ATE en 1984 haya sido en Río Turbio, y el último en este mandato de diputado también tenga que ver con Río Turbio.
– Es verdad. Nosotros asumimos el 21 de noviembre y el 4 de diciembre, Día del Trabajador Minero, decidimos que una parte de la conducción viajara a Santa Cruz. Queríamos darle a ATE una impronta: la de defensa de las empresas estatales y sus trabajadores. En la seccional había ganado una conducción de jóvenes encabezada por Edgardo Depetri (que tenía sólo 23 años) y Jorge Rivolta, de los más importantes en nuestro gremio. Eran tiempos difíciles, en los que el alfonsinismo se debatía entre pagar o no la deuda externa, entre privatizar o no las empresas del Estado.
–¿Qué sensación te dio pisar Río Turbio?
– No era la primera vez que estaba. Es difícil vivir allá; es una hazaña la de los compañeros. Mientras en Ushuaia había calefacción, calles asfaltadas y agua caliente, en Río Turbio había pabellón de solteros, calles de tierra, barro. Son los mineros, sus familias y el pueblo quienes conservan Río Turbio
-Con Alfonsín arrancan ya las primeras peleas.
– En el ’87 el entonces Presidente dijo que había que cerrar YCF, porque era más caro mantenerla que pagarle el sueldo a todos los trabajadores. Eso hubiese significado terminar con un pueblo que pelea en la frontera, frente a la cordillera, frente al sur del suelo continental. ¿Y qué hicimos nosotros? Le respondimos desde dentro de la mina. Hay un video que se llama Astronautas del Socavón, que refleja esa lucha. Ahí aprendí que los mineros, que arriba hablan poco, abajo tienen un poder impresionante. Por eso tienen esa mística y están dispuestos a pelear a todo o nada.
– Después llegó Menem.
– Cuando sorteamos lo de Alfonsín, Menem generó mucha expectativa en Río Turbio, done sacó la mayor cantidad de votos. Porque en un acto de campaña dijo: ‘de este socavón de mina, vamos a impulsar la revolución productiva y el salariazo’. ¡Qué reventado, ese tipo! A los seis meses de haber asumido, tuvimos que hacer un acto porque se venía la privatización, y el gobernador de ese entonces, tuvo que escuchar los silbidos de los trabajadores.
-Finalmente no se privatizó, pero se concesionó.
– Se empató. Así como no eliminaron la jubilación estatal de reparto pero nos metieron las AFJP, no privatizaron YCF pero se la dieron en concesión a Taselli, una chanta total que no sabía de minas, pero sí de negocios. Él fue vaciando la empresa, intentado demostrar que no tenía viabilidad.
-La de idea de la usina surge de los trabajadores, ¿no?
– Aprendí que las ideas van surgiendo de otras, pero la escuché por primera vez de nuestro compañero Lino Heredia, en un encuentro que realizamos para debatir el futuro de la mina. A nosotros nos vendían que no era rentable trasladar el carbón hasta Río Gallegos y desde ahí hasta San Nicolás, en buques que se estaban privatizando. Entonces nosotros propusimos trasladar la energía, aunque ninguno de los funcionarios nos creyó. Había que quemar el carbón en la usina de boca mina. Estábamos convencidos que vendría el interconectado nacional de energía. Empezó entonces a asomar una perspectiva de lucha que se consagró casi una década después en la Casa de Gobierno. Ya se había echado a Taselli.
– ¿Cuáles son las perspectivas?
– El desafío de la empresa es extraer el carbón suficiente para garantizar la utilización de la usina. Pero si los trabajadores no controlamos la empresa, auguro que se van a hacer negociados, porque al poder le conviene más sacar gas del campo de un amigo vecino. Todos sabemos que se venden campos baratos a los amigos de Santa Cruz, ¿no? Entonces lo que se abre es una disputa, porque una empresa en sí misma no garantiza nada. Quedan en el camino los 14 compañeros que perdieron la vida, y miles y miles de situaciones familiares difíciles que debieron soportarse durante los últimos 40 años. En su memoria, vale la pena apostar a construir un futuro diferente. Por eso estoy orgulloso de haberme sentado a votar el proyecto en Diputados.