Claudio Lozano | Bío | Nació el 18 de octubre de 1956. Economista y político. Ex diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires del partido Unidad Popular. Fue uno de los fundadores de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). En el año 2011 participó del FAP, que llevó a Hermes Binner como candidato a presidente de la Nación.
“La sociedad argentina le está diciendo «por acá, no» a Mauricio Macri”, sostuvo el economista Claudio Lozano. El ex diputado nacional consideró que los problemas que debe afrontar el gobierno en lo inmediato lo hará dejar atrás muchos esquemas y objetivos que tenía planteados para el mediano plazo en materia fiscal, ordenamiento de las paritarias y tarifas.
En una entrevista con LaCapital, Lozano analizó la política económica del gobierno desde una visión crítica, pero estimó que Daniel Scioli y Sergio Massa hubieran implementado acciones parecidas. El dirigente, quien llegó a Rosario invitado por la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) se mostró a favor de que el progresismo y la izquierda nacional busquen un punto de encuentro, como en su momento fue el Frente Amplio Progresista (FAP).
“El PJ no tiene ningún norte en materia de proyecto estratégico. Y el radicalismo terminó siendo plataforma del conservadurismo de Macri”, dijo Lozano.
—¿Le sorprende que el gobierno esté mucho mejor en el campo de la política que en el de la economía?
—Hay una profunda contradicción entre la capacidad de gobernar y el rumbo de la política económica. Una parte muy importante de los votantes de Macri lo hizo para terminar con la gestión kirchnerista, prácticamente la mitad de sus votantes, pero en ningún caso para que avance sobre derechos y condiciones de vida de la población. En este sentido, la redistribución de ingreso a los sectores de mayor capacidad económica y el deterioro de una parte sustantiva de la población en poder adquisitivo instaló condiciones difíciles para construir gobernabilidad. El gobierno tiene minoría parlamentaria, carece de control sobre las centrales sindicales y sociales y adolece de gobiernos propios en las provincias.
—¿Esos límites en qué se expresan?
—Primero, en no poder llevar adelante la cuestión fiscal, no haber ordenado las paritarias en los niveles que pretendían, y no poder imponer el tarifazo. La sociedad argentina le está diciendo “por acá, no”. Los argentinos le están diciendo que no al rumbo del gobierno.
—¿Los problemas con el tarifazo se reducen a una cuestión de mala praxis?
—El problema no pasó por el ajuste que necesitaban las tarifas sino por la falta de inversión en el sector energético. Se quiere hacer creer que el aumento, el ajuste tarifario, era el único insumo que tenían las empresas, pero eso es falso. Los subsidios los percibían las empresas, lo que se discute es qué hicieron con ese dinero. Cualquier empresa del sector energético no resistiría ninguna auditoría en cuanto a inversiones que deberían haber llevado adelante y no lo hicieron. Se mantuvieron los subsidios a las empresas y se les trasladaron los costos a consumidores y empresarios.
—¿Y qué debería hacer el gobierno?
—Ir a audiencias públicas y discutir el precio del gas en boca de pozo, el precio del barril. Esas cosas son las que no se discuten. En el tema del gas teníamos una empresa integrada, Gas del Estado, que se transformó en 8 empresas. Entonces hay que reconocer ocho rentabilidades en lugar de una. Hay que discutir para que la renta que Argentina tiene se transforme en inversión.
—Con los tarifazos en el “freezer” y la demora en la llegada de inversiones se caen dos patas fundamentales del gobierno en materia económica…
—El gobierno debió haber convocado a audiencias públicas, ahí incursionó en la ilegalidad. Pero debe replantear la discusión con las petroleras privadas. Provisoriamente, si mantiene la renta a las petroleras, deberá acostumbrarse a un déficit fiscal más alto. Es lo que le decía: el gobierno no puede encarar la estrategia de ajuste fiscal. Está reemplazando peligrosamente emisión por endeudamiento externo.
—¿Las cúpulas sindicales han funcionado hasta aquí como aliadas impensadas del Ejecutivo?
—Hay una parte de las centrales sindicales que abrió un espacio de diálogo con el gobierno cuyo resultado es la devolución de los 30 mil millones de pesos de las obras sociales. Pero no creo que eso congele las cuestiones, esto es dinámico. La conflictividad social es lo que marca límites y la estructura sindical tendrá una oreja puesta a esa evolución de los acontecimientos. Hay dos grandes consignas que Macri tuvo en la campaña y que quedaron olvidadas. Macri multiplicó los índices de pobreza y prometía pobreza cero. Y la idea de la concertación social, que no está. No se puede bajar la inflación sin un acuerdo social. Bajar la inflación por baja de la emisión es una idea peregrina. Vamos a terminar festejando al fin del segundo semestre que llegamos a los índices de inflación que teníamos cuando asumió Macri, que era del 2 ó 3 por ciento mensual, que es lo que terminará pasando.
—El mes de diciembre siempre es un llamado de atención, en el mejor de los casos por los reclamos y en el peor por los estallidos. ¿Avizora problemas sociales para fin de año?
—Si no hay respuestas de gobierno que contengan la situación, no tengo la menor duda. Se está complicando el curso del año. Acá está el conflicto del Senasa, hay 19 terminales portuarias paradas. Se está complicando la situación, y la marcha del domingo de San Cayetano fue enorme. El gobierno debe tomarlo en cuenta.
—Los bolsos de López, las cajas de Florencia, el conteo de dólares de los Báez les vienen de perillas al gobierno para neutralizar al kirchnerismo. ¿Qué pasa con el resto de la oposición?
—Argentina se debe una propuesta seria que no logramos construir. El PJ recitó el consenso de Washington con Menem, pasó a querer hacer la revolución nacional y popular con Kirchner y sostiene la gobernabilidad macrista. Todas las políticas que fueron resueltas por el macrismo contaron con ese consenso. El PJ no tiene ningún norte en materia de proyecto estratégico. Y el radicalismo terminó siendo plataforma del conservadurismo de Macri. Argentina necesita dar vida a una estrategia que le ofrezca mayor igualdad y justicia al pueblo argentino.
—¿Y quiénes encarnarían ese proyecto?
—Hay gente en todas las fuerzas políticas que terminan ahogadas por las estructuras. Hay que desbordarlas. Creamos Proyecto Sur, el FAP y persistiremos en el intento. No pedimos credencial a nadie. Argentina está para algo más serio que revolear bolsones o colonizar el aparato estatal con funcionarios de las principales empresas plagados de cuentas “off shore” en el exterior. Esa no puede ser la dicotomía.
—Ahora el socialismo parece querer buscar una salida política parecida a lo que fue el FAP…
—Ojalá que el socialismo se abra a una discusión de esa naturaleza; en su momento nosotros compartimos la conducción del FAP, que fue bendecido por la sociedad, salió segundo en 2011 y tenía gran proyección. Rápidamente se transformó eso en un intento de acuerdo con un radicalismo que, como estructura, venía dando señales de ententes con sectores más conservadores: lo hizo con De Narváez y lo repitió con Macri. Muchos radicales quieren construir otra cosa por historia. El PJ es un límite para cualquier construcción que apueste al cambio.
—Sorprende verla a Stolbizer coqueteando con Massa…
—Sí, la verdad que sorprende. Desde cualquier perspectiva progresista no sé en qué lugar se puede ubicar Massa. Macri, Massa y Scioli tenían una mirada similar en casi todos los temas. Con Scioli presidente estaríamos discutiendo lo mismo en materia tarifaria, y con Massa también. Se ha instalado una gobernabilidad conservadora que piensa que se pueden hacer cosas que los argentinos aceptan.