RÍO CUARTO (Córdoba).- El economista y ex diputado nacional de Unidad Popular, Claudio Lozano, fue uno de los dirigentes nacionales que estuvieron participando del ciclo de charlas en la carpa del Consejo Económico y Social, durante la 82° Exposición de la Sociedad Rural de Río Cuarto. Crítico del kirchnerismo y del macrismo, afirmó que después de la recesión provocada por las políticas del gobierno nacional la Argentina volverá a tener los niveles de inflación del último tramo de la gestión de Cristina Fernández. “Fue necesaria la recesión macrista para volver a la inflación kirchnerista. La verdad es que el combo no es interesante”, dijo Lozano en diálogo con PUNTAL.
-El gobierno comenzó con medidas que favorecieron rápidamente al campo, con la idea de reactivar desde ese sector…
– Efectivamente es así, y eso no necesariamente está mal, aunque la idea del sector rural como tal es una idea muy agregada, demasiado homogénea, como si el sector fuera un solo actor y la verdad es que dentro del mundo agrario hay muchos actores y diferentes. Es muy heterogénea la realidad, y no es la misma situación la que tiene el núcleo sojero pampeano que el de la lechería o la producción de peras y manzanas. Y al mismo tiempo no es lo mismo la realidad de los grandes productores que la de las grandes empresas transnacionales o de los chacareros descapitalizados. Por lo tanto no todos fueron beneficiados, sino que algunos sí lo fueron y otros no. Este es el problema también. Hay un corte entre los sectores que acaparan buena parte de los excedentes de la Argentina, como resultado de un país fuertemente concentrado y extranjerizado, eso también aparece en el sector agropecuario.
-¿Pero esa reactivación puede contagiar?
– Mueve un tercio de nuestra economía, y pensar entonces que a partir de ahí uno puede organizar la Argentina en torno a eso es muy limitado. Y ciertamente uno de los problemas que tenemos es que la política que se puso en marcha desde que asumió este Gobierno dinamizó centralmente los sectores exportadores vía devaluación y eliminación de las retenciones, y además favorecieron la renta financiera. En ese marco produjeron una caída significativa del poder adquisitivo de una parte muy grande de la población vía el impacto en precios que todo esto ha tenido, lo que llevó a deprimir el mercado interno de manera importante, en un contexto en el que la demanda mundial está estancada, no tira. Y entonces más allá de favorecer a los exportadores la verdad que para colocar mucho más de lo que colocamos no hay. Y el resultado es una economía que pasó del estancamiento a la recesión. Y completa esto una tasa de desocupación que crece y que mostró al 31% de la población con problemas de empleo. Es un cuadro complejo para una Argentina que en términos sociales está atada con alambre. No hay que olvidar que el promedio de ingreso de los que trabajan es de alrededor de 8 mil pesos, donde el 50% gana menos que eso y con 30% de pobreza. Este claramente es un país que está esperando soluciones más rápido.
-¿Pero comienza la reactivación?
– Lo que pasa es que cuando ocurre una caída de esta naturaleza se produce capacidad ociosa, y transcurrimos todo un primer tramo del año con salarios de 2015 y precios de 2016 que ahora en parte van a comenzar a recuperarse aunque por debajo del nivel inflacionario general. Y con precios que van a seguir evolucionando pero más lentamente que hasta aquí. De alguna manera eso, sumado a cierta recomposición a jubilados, a la asignación por hijo, la devolución del IVA y demás, y aunque no se solucione absolutamente nada, va a producir cierto piso a la caída del consumo. Y puede ser que en el marco de cierta recomposición de la obra pública asociada al agro, haya una recuperación de la actividad económica respecto a la caída. Es decir, vamos a caer alrededor de 3 puntos este año y creceremos aproximadamente 3 puntos en 2017.
-¿Cuando termine el año próximo vamos a estar igual que en diciembre de 2015?
– Exactamente. Y en varias cosas. El ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, saluda que la inflación ya no es un tema cuando en realidad la inflación se volvió a colocar en los niveles que estaba cuando asumió este Gobierno. Se produjo todo lo que se produjo, la Argentina ingresó en recesión y con esto volvimos a la inflación que teníamos a finales de 2015. Fue necesaria la recesión macrista para volver a la inflación kirchnerista. La verdad es que el combo no es interesante. Y si encima ahora vamos a recomponer actividad para estar en los niveles de fines de 2015, la pregunta es para qué se hizo todo esto que se hizo, con un saldo de 1,5 millón de pobres más, y aumentamos 30 mil millones de dólares la deuda nacional y 6 mil millones de dólares en las provincias. La impresión que tengo es que, fruto de los errores con los que se gestionó en el pasado, volvemos a fracasar hoy con políticas que ya demostraron límites.
-¿Pero había otras recetas que las aplicadas por el Gobierno?
– Sí, sin dudas. Siempre hay otras. De lo contrario resulta autoritario.
-Es común escuchar que no había otra alternativa más que esta…
– Sí, sí. Por eso insisto en que siempre hay alternativas. Hay que recordar que el Gobierno en su campaña planteó dos formulaciones: pobreza cero y concertación. Fueron dos planteos que no existieron hasta aquí, e incluso a la pobreza la multiplicamos. Y las políticas fueron unilaterales y autoritarias, sin concertar absolutamente nada. Y la Argentina necesita para nosotros tres pactos. El primero un pacto social para alcanzar la recomposición de los ingresos de la población más postergada, ese 30% más pobre. Y sabemos que con una inversión de 5 puntos del producto garantizamos que ningún hogar esté en situación de pobreza. Eso permitiría recomponer la demanda popular y hay que empalmar esto con un pacto por la inversión y el cambio productivo, que supone una relación distinta del Estado con los distintos capitales. Y hay que avanzar en un pacto fiscal que replantee la estructura de ingresos y gastos. Son tres pactos esenciales para enhebrar un país distinto.
-¿Por qué no llegan las inversiones?
– Acá se habla de lo necesario de las inversiones extranjeras como si en Argentina no hubiera. Ya están acá, tenemos un país fuertemente extranjerizado y las principales actividades del país están en manos del capital extranjero. Suponer que la inversión extranjera va a solucionar el problema es no dar cuenta de cómo opera el capital extranjero hoy en el país. Probablemente, si uno mira a las transnacionales que operan acá vea que son las filiales más postergadas dentro de la corporación. O sea que sólo tienen la función de llevarse guita y no de traer o incorporar progreso técnico. En general vienen a depredar recursos naturales.
-¿Hay que tener expectativas en el blanqueo?
– Tiene algunas particularidades con respecto a los anteriores y por lo tanto es probable que tenga más éxito para quienes blanquean, no necesariamente para Argentina. Partimos de la base de que no compartimos que quienes cometieran ilícitos tengan blanqueos permanentemente. La singularidad es la siguiente: se puede blanquear pero dejar la guita afuera, algo que no ocurría antes. Segundo, hay un contexto mundial con tendencia a la cooperación financiera internacional para limitar la circulación del dinero negro entre los diferentes países. Una pregunta es por qué si íbamos a tener más herramientas para conocer esta información a partir de ahora se permite el blanqueo. Venimos a salvarles la ropa parece.
-¿Qué evaluación hace del tema tarifas?
– Todo el sistema energético está patas para arriba y hay que replantearlo. Eso es así e implica también un reordenamiento del cuadro tarifario. Pero hay que desmontar algunas cosas que se dan como verdades, por ejemplo que las tarifas bajas impidieron la inversión. Las empresas no cobraban las tarifas bajas solamente, sino que además recibían fuertes subsidios. Y si ahora la tarifa reemplaza el subsidio, no modificamos el ingreso de la empresa. El debate es por qué ahora van a invertir si los recursos son los mismos. Y segundo, hay que tener en claro el costo de los servicios públicos. No hay que perder de vista que detrás está el sector hidrocarburífero y tenemos en el país escandalosos subsidios a la producción de gas y petróleo. Cuando en el mundo el millón de BTU está en 2,8 dólares, acá reconocemos entre 6 y 7 dólares. La verdad es que esto no tiene como contrapartida una fuerte inversión que expanda la oferta, todo lo contrario. Y mientras el mundo paga el barril de petróleo 40 o 45 dólares, nosotros pagamos más de 70 dólares con el mismo resultado. Creo que hay que recomponer tarifas, cortar subsidios a los sectores de mayor capacidad económica y ordenar la relación con las productoras.
Fuente: Gonzalo Dal Bianco, diario Puntal
Lozano: “Fue necesaria la recesión macrista para volver a la inflación K”
05/09/2016